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La ciudad en tanto realización humana, es un hacer intenso, interrumpido. En Brasil, este “hacer” aniquila lo que ya está producido a fin de crear más e infinitamente, nuevas formas

Enviado por   •  27 de Marzo de 2018  •  5.312 Palabras (22 Páginas)  •  448 Visitas

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Entender la ciudad en cuanto aglomeración significa definir la ciudad en cuanto locus de producción. Se piensa en la ciudad del capital. Pero hasta qué punto esa variante explica la naturaleza de la ciudad?.

La Geografía viene trabajando la noción de espacio en cuanto producto del trabajo humano a partir de la relación en la que el hombre, en tanto ser social, mantiene con la naturaleza.

Aquí nos proponemos analizar el espacio en cuanto condición, medio y producto de la sociedad, lo que nos lleva necesariamente a discutir el papel del hombre en tanto sujeto, recorriendo su vida, sus valores, cultura, luchas ansiedades y proyectos por tanto el hombre actuando. Luego, pensar lo urbano significa pensar la dimensión de lo humano.

Entender el espacio urbano desde el punto de vista de la reproducción de la sociedad significa pensar el hombre en cuanto ser individual y social no su cotidiano, no su modo de vida de actuar y de pensar. Significa pensar el proceso de producción de lo humano en un contexto más amplio aquel de la producción de la historia de cómo los hombres producían y producen las condiciones materiales de su existencia y del modo cómo conciben las posibilidades de cambio a historia tiene una dimensión espacial que emerge en el cotidiano de las personas, en el modo de vida urbano, e la relación entre las personas, en el placer, etc. Lo urbano en cuanto producto de producción y reproducción histórica es al mismo tiempo realidad presente e inmediata y la sociedad urbana en su devenir.

La sociedad urbana contiene lo virtual, esto es, lo cotidiano está en el centro del acontecer histórico: contiene la vida cotidiana y la vida del individuo, el ser particular y el genérico. El hombre participa, y produce la vida en todos sus aspectos, en ella también coloca en funcionamiento sus sentidos y su capacidad intelectual.

PRODUCTO DE LUCHAS

En ese contexto, la discusión de lo urbano trasciende la idea de ciudad en cuanto aglomeración de capitales, supera la discusión de la ciudad y/o del capital. Ese camino permite pensar el espacio también como producto de luchas, fruto de relaciones sociales contradictorias, creadas y profundizadas por el desarrollo del capital. Así, el embate entre lo que es bueno para el capital y lo que es bueno para la sociedad hoy, lo urbano se produce, la ciudad se estructura y el paisaje gana su configuración.

Lo urbano producido a través de las aspiraciones y necesidades de una sociedad de clases hace de ella un campo de lucha donde los intereses y las batallas se resuelven por el juego político de las fuerzas sociales. Lo urbano aparece como obra histórica que se produce continuamente a partir de las contradicciones inherentes a la sociedad.

Esas contradicciones son producidas a partir del desarrollo desigual de las relaciones sociales (dominación-subordinación) que crean conflictos inevitables. Estos conflictos tienden a cuestionar el entendimiento de la ciudad en cuanto valor de cambio y consecuentemente las formas de parcelamiento y mercantilización del suelo urbano. Con esto se cuestiona el ejercicio de la ciudadanía y el derecho a la ciudad.

De aquí se desprende que no se puede separa la ciudad del espacio urbano. En esa perspectiva la ciudad es pensada en cuanto trabajo social materializado, objetivado que aparece en la articulación del “construido y no construido” por un lado, y del movimiento (de mercaderías, personas, ideas) por el otro. Este proceso es marcado por la interrelación contradictoria de lo nuevo con lo viejo, impuesta por el proceso de reproducción.

Esto significa pensar la ciudad en cuanto fenómeno dinámico en constante proceso de constitución. Walter Benjamim, a propósito de la ciudad de Nápoles e Italia, discute ese proceso a través de la rica idea de “porosidad”. Para el autor, la discusión de la ciudad, de inicio asociada a los aspectos físicos, gana nuevo colorido asociada a la idea de una arquitectura porosa como una roca donde las construcciones y las acciones se entrelazan unas a otras en patios, arcadas y escaleras. “En todos los lugares se preservan espacios capaces de escenario de nuevas e inéditas constelaciones de eventos”. En realidad, idea de porosidad afirma que la ciudad es esencialmente algo no-definido, listo y acabado Por el contrario, las formas ganan dinamismo a través de la vida de las personas donde “se evita acuñar lo definitivo. Así, ninguna situación aparece como es, destinada para todo y para siempre; ninguna forma declara ser de esta manera y no de otra”.

A través de la noción de arquitectura, acción y movimiento se interrelacionan. Las formas ganan la dimensión de lo cotidiano que se refleja en puntos de referencia de las ciudades a los cuales, lejos de ser restringidos a números, tienen sus domicilios vinculados a la dimensión espacial del lugar como fuentes, tiendas e iglesias. Y aquí hay un aspecto relevante: las iglesias no se destacan como bloques construidos sino que quedan escondidas, encajadas con una puerta sencilla entre construcciones profanas.

La porosidad en Benjamim también aparece en la acción que es vista como “pasión por la improvisación”, lo que significa que los predios pueden tener diversos usos, guardando la dimensión de la teatralidad espacial. La ciudad se transforma en el palco en que “toda la gente divide (los predios) en un sinnúmero de áreas de representación simultáneamente animadas. Balcones, atrios, ventanas, portones, escaleras, tejados, son al mismo tiempo palco y camarote”. Las calles se transforman en escenas. “Igualmente la existencia más miserable y soberana en el vago conocimiento doble de actuaren conjunto en toda la perversión, en una escena de calle napolitana, que nunca se repite; de, en su pobreza, gozar del placer de acompañar un gran panorama”.

Para Benjamim, en Nápoles hasta la decoración de las calles tienen un estrecho parentesco con el teatro. La porosidad en cuanto algo que se superpone a la rutina y a lo repetitivo aparece como ley inagotable de esa vida a ser redescubierta, en que “un poco de domingo se esconde todo día de la semana y cuántos días de semana en ese domingo”.

Se percibe en ese cuento sobre Nápoles que a través de la ley de la porosidad está puesta la simultaneidad de acciones diversas. Queda claro que existen temporalidades diferenciadas y que la vida doméstica no escapa a la idea de porosidad. Nada es definitivo, todo se mueve, y “cada actitud y desempeño individual (privado) es inundado por corrientes de la vida comunitaria”. El individuo es parte de la sociedad, al mismo tiempo en que el sentido de la vida se expresa en una unidad casa/calle.

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