La muisca del mundo
Enviado por tolero • 27 de Septiembre de 2018 • 831 Palabras (4 Páginas) • 277 Visitas
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un cuerpo en descomposición. En cada convocatoria de ensayo de la orquesta contaban bajas, incluso físicas, y era difícil no dejarse llevar por el desaliento de un espectáculo que se parecía cada día más a la franja de Gaza.
Un día, sin embargo, Charanga apareció con expresión enigmática. Tenía que decirles algo pero quería que se lo preguntaran.
Han llamado-informó lacónico.
Al parecer la noticia de una orquesta en guerra se había extendido como una mancha de aceite y de pronto eran necesarios por razones inesperadas. El director fingió despecho pero le delataba su sonrisa. Interesaba su anomalía pero simularían no saberlo. Lo importante fue que volvieron los contratos, mejorados, multiplicados, esplendidos: todo el mundo quería contemplar al monstruo; los pueblos cercanos, ciertos ayuntamientos medianos de la provincia, la pequeña capital, todos ansiaban asistir al prodigio de una orquesta caótica que se atormentaba a sí misma. Lo cierto es que ellos lo hacían sin esfuerzo, no sobreactuaban unos artistas sinceros. Sencillamente se odiaban y, además la naturaleza no había tenido a bien surtirlos de talento musical, bien lo sabían.
Y así es en medio del desbarajuste en que se desenvolvían habitualmente de pronto comenzamos a sonar un poco mejor, volvió a sonar el teléfono. Charanga corrió como siempre a descolgar el teléfono, pero esta vez se vio palidecer dijo “si, si, si” colgó y mirándolos con lágrimas en los ojos gritó: ¡Paris!
Actuaron en el concierto de Navidad fue un éxito, el público se conmovió hasta los huesos como seguramente no la habían hecho jamás asistiendo a los conciertos de su Phil armónica. Acaso su tono un poco disonante porque habían mejorado un poco les recordó el cataclismo de sus propias vidas. Así llevan ya 10 años alrededor del mundo como heraldos de la mediocridad. Lo cierto es que han pensado alguna vez en dejarlo, creyendo quiméricamente haber sido llamados a empresas mayores. Pero siguen allí arrojando baquetas de sus instrumentos contra sus compañeros, que devuelven cada vez más el reproche de sus notas y sus miradas. A lo mejor lo que les gusta de la orquesta con su ruido, evoca la imperfección de un mundo que se cree vanamente ordenada.
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