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La pena de muerte. se le conoce como un método de castigo

Enviado por   •  12 de Marzo de 2018  •  2.437 Palabras (10 Páginas)  •  414 Visitas

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Desde un punto de vista religioso o dogmático (cristiano) encontramos en la biblia dos pasajes que justifican la pena de muerte, Génesis 9:6 “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” Y Levítico 24: 17-21 el cual menciona “Si un hombre quita la vida a cualquier ser humano, ciertamente ha de morir. Y el que quite la vida a un animal lo restituirá, vida por vida. Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará. El que mate un animal, lo restituirá, pero el que mate a un hombre, ha de morir.” Esto se conoce hoy en día como la Ley del Talión. Entrando en razones filosóficas encontramos la fundamentación en la Teorías Absolutas, basándose en el principio “punitur quia peccatum est” (Castigado por el pecado), lo cual quiere decir que cuando un hombre comete un delito, se le ha de retribuir al con una pena equivalente al perjuicio que ocasionó.

Existe también la argumentación en la legítima defensa, la cual se basa en la idea de que la víctima, no ha podido ejercer como tal su Derecho a la Legítima defensa, por lo cual es la sociedad quien debe acarrear con esta responsabilidad. La pena de muerte, sería pues considerada un asesinato en legítima defensa. Esta idea se plantea con la cuestión expuesta por Jacques Légaré en un modelo de disertación filosófica sobre la pena de muerte: "En plus, si nous acceptons la légitime défense qui nous excuse de tuer notre agresseur, pourquoi refuserions-nous le même droit au tribunal qui représente la société tout entière?".

Se mencionó anteriormente que la pena carcelaria debe ser un espacio de transformación, pero ¿Qué pasa si el victimario logra salir en fuga y/o si reinciden sus delitos? Si el sujeto delincuente consiguiera escapar del control penitenciario, podría cometer los mismos delitos, este temor hace que la gente apoye la pena de muerte como la solución a los males de la sociedad.

No existe como tal un riesgo de sentenciar a un inocente, pues la existencia de garantías jurídicas, tales como las apelaciones, la revisión obligatoria de la sentencia de muerte y demás, las cuales certifican que sólo se condene a los culpables reales de los crímenes cometidos. Los partidarios de la pena de muerte sostienen además que la pena de muerte es, en términos económicos, más rentable, que las alternativas que se presentan a dicha sanción. Siendo además una gran crítica y un pensamiento casi que unánime que los fondos destinados a la manutención de las cárceles y de los reos, deberían ser destinados a mejorar y fortalecer la educación, pues así se podría eliminar el problema desde la raíz.

La mayoría de los medios y documentos que se pueden encontrar al respecto afirman que la pena de muerte no funciona como medida preventiva para combatir la criminalidad, pero existe una gran prueba de ello, Singapur, antes de 1960 era una de los países más violentos del mundo. Ocupaba uno de los lugares con el más alto índices de criminalidad, un gobierno corrupto e impunidad de los crímenes. Era una ciudad sin orden y con un gran índice de tráfico de influencias, eso sin contar que era denominada una de las ciudades más sucias de Asia, y con un tremendo desorden vial. En el año 2004, Lee Hsien Loong llegó al poder y se produjeron grandes cambios que se pueden catalogar como represivos y radicales, pues atacó fuertemente las drogas, la corrupción y las violaciones de mujeres, lo que produjo una reducción increíble de la inseguridad, siendo actualmente uno de los países más seguro del Asia. En las cárceles se registraban más de 500.000 presos, pero seis meses después, sólo quedaban 50. Se adoptó la pena de muerte y el trabajo forzado para los criminales confesos, narcotraficantes y violadores, siendo los más repetitivos condenados a muerte. Pero el gobierno fue más lejos todavía, se decretó que toda figura pública corrupta (políticos, policías, militares, etc.) fueran condenados a muerte, siempre y cuando se cuente con pruebas sólidas que los acuse.

En cuanto a discriminación se adjunta una tabla que se supone expone la selección que hay y el aumento que hay en cuanto a la raza, etnia, etc. Pero vemos que los índices son bajos en comparación con las personas blancas, además el hecho de que sean de otra raza, etnia o grupo no los exime de las consecuencias de sus actos.

Hablar de la pena de muerte en Colombia se puede convertir en un tema inhibido, por el miedo aplicado a la población por los grupos al margen de la ley, es difícil hablar de un respeto a la vida, en un país donde la violencia y el frenesí se han tomado parte del país como un enemigo silencioso que se infiltra en cada casa y cada calle. Así como lo menciona Jaime Arteaga, “en un estado donde la vida se volvió mercancía barata que nadie respeta, es necesario tomar medidas extraordinarias para recuperar la confianza en sí misma, la dignidad y la razón de su existencia”. La sociedad colombiana está sumida en un profundo cáncer el cual sólo puede ser curado mediante preceptos radicales, eficaces y contundentes. No hay probabilidad visible de rescatar y regenerar criminales que por sus actos han disipado sus aspectos humanitarios y se han transformado en fieras que hacen del homicidio y la delincuencia su medio de vida.

Muchos se preguntarán si al permitir esta penalización en Colombia estaría violando el protocolo a la convención americana sobre derechos humanos relativos a la abolición de la pena de muerte, pero la ideología cristiana y los tratados internacionales sobre derechos humanos aceptan la aplicación de la pena de muerte como disposición extrema en circunstancias y escenarios graves como como las que se viven hoy en Colombia, siempre y cuando no se abuse de ella ni que se convierta en una medida destinada a combatir los delitos comunes sino únicamente aquellos cuya gravedad pone en peligro la subsistencia y estabilidad del cuerpo social.

Aquí algunos testimonios a favor (de las redacciones judicial, política e internacional de El Tiempo)1

“Estoy convencido dijo un alto oficial de la Policía que con la pena de muerte ellos (los delincuentes) sí le tendrían temor al castigo, que es lo que no ocurre en este momento.”

“Hoy, la gente le tiene temor a la impunidad porque sabe que si señalan a los responsables, éstos salen muy pronto de las cárceles a vengarse dijo la fuente.”

“Gabriel Melo: Estoy a favor de la pena de muerte para determinados delitos, entre ellos el de secuestro, porque la pena de muerte

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