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Libro Contrato Social de Jean Jacques Roseau

Enviado por   •  6 de Noviembre de 2018  •  2.454 Palabras (10 Páginas)  •  519 Visitas

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Aclara, en otro aparte, que los sabios pueden gobernar siempre y cuando lo hagan a favor del pueblo soberano y no el de ellos mismos. Las conveniencias particulares no precisan que el Estado sea pequeño y el pueblo sencillo, para que las leyes procedan de acuerdo a la voluntad pública, como en una buena democracia. Si se tolera la desigualdad en la fortuna, quiere decir que la administración pública confía a los que pueden dedicar tiempo a ella, porque los ricos serán los preferidos. Por el contrario, debe demostrarse al pueblo que existen méritos en los hombres más que los que otorga la riqueza. Roseau, a medida que avanza en su libro hace una especial comparación entre reyes y príncipes con un gobierno real, llevado por seres naturales, de este modo generaliza que el príncipe que es una unidad moral, y la colectividad, responden al mismo móvil pues todos persiguen el mismo fin.

Así mismo, explica que, si existen dificultades para gobernar un Estado, se hace aún mayor siendo un solo hombre. Sí llega un gobernante que tome las riendas del gobierno casi arruinado y observa los recursos de los que dispone, queda sorprendido y es de allí donde surge la grandeza del que gobierna. En el caso del rey siempre queda el heredero, mientras que en un Estado se sitúa el pueblo, que espera que las intrigas y la corrupción no se apoderen de él. En las monarquías, se han encargado de privar de la justicia y los han enseñado a mandar a los demás, en cambio han de tomar en cuenta que deben inculcarles el arte de obedecer. En cuanto a los gobiernos mixtos, la participación es igual y se suma a esta forma de gobernar como mala porque no hay unidad en el gobierno y el Estado carece de enlace o conexión.

En relación a los buenos gobiernos, es imprescindible que se estudien las causas por las cuales un Estado está mal gobernado, para que se resuelvan y así cambie de aspecto. En estos casos, el gobierno no cambia de forma, sino cuando queda débil para conservar lo que tiene. Es necesario en estos casos, que el gobierno ceda a medida que sea vital para su continuidad. La disolución de un Estado se puede dar, si no se administra de acuerdo con las leyes y se usurpa el poder del soberano, quedando entendido que éstos pasan a convertirse en tiranos de un pueblo, y rompiendo el acto social donde los ciudadanos recobran su libertad. Cuando se disuelve el Estado, viene un abuso de gobierno que toma el nombre de anarquía, en donde el tirano gobierna con violencia y no respeta las leyes. Se denomina al usurpador como tirano, donde este injiere contra las leyes y gobierna sin ellas, es así mismo el déspota que pisotea, lo que lleva a deducir que un tirano puede no ser déspota, pero déspota es siempre tirano.

En este mismo orden de ideas, la vida política reside en la autoridad soberana, el poder legislativo que es el corazón del Estado; el ejecutivo el cerebro, que lleva el movimiento a todas las partes. Entonces podría afirmarse que, si el cerebro se paraliza la vida continua, pero si el corazón cesa, se extingue. Siendo éstas actos auténticos de la voluntad general, el soberano puede proceder cuando el pueblo está reunido. Sin embargo, con los años los límites han pasado reduciendo con las debilidades, los vicios, los prejuicios, por ello la palabra libertad se hace lejana. No importa si el pueblo fijó la constitución o el cuerpo de leyes, es preciso que fije otras que puedan ser abolidas, de tal forma que sea legítimamente convocado sin formalidades. Sino puede reducirse a sus justos límites, estableciendo alternativas, puede llevar a poblar con igual, establecer idénticos derechos, llevar abundancia, todo esto lo convertirá en más fuerte y lo ayudará a estar lo más gobernado posible.

De igual modo, cuanto mejor constituido está un Estado, existe superioridad en los negocios públicos, debido a que le proporcionan bienestar a la comunidad individualmente, pues no se basa en asuntos particulares. Cuando se presentan este tipo de gobiernos todos quieren pertenecer a él, porque satisface los intereses del soberano. Cuando el Estado pone por encima de todo el derecho y la libertad, el pueblo sabio está feliz con sus representantes. Roseau, dice en este aparte, que se enfocará en describir como el poder exterior de un pueblo bajo una administración fácil, es ordenado bajo un pequeño Estado. Si los ciudadanos son iguales por el contrato social, pueden prescribir lo que es el deber, pero no tienen derecho a exigir lo que no hace. Si el gobierno emergente es hereditario, sea monárquico o aristocrático en un orden de ciudadanos, debe considerarse en estos aspectos que, estos cambios resultan peligrosos y no deben tocarse a menos que sean incompatibles con el bien público.

Igualmente, se observa que si hay varios hombres reunidos se toman como un solo cuerpo, además que velan por el bien general, lo que refleja el Estado en todo su esplendor, pues se evidencia que desean ser bien reconocidos. En ese aspecto, necesita pocas leyes y no necesita de inventar grandes cambios, porque se centra en el sentimiento de los demás y piensa en lo que harán con él, esta situación se presenta porque vienen de Estado mal habido y se sienten cómodos con el que les presenta nuevas posibilidades. Al demostrar cómo se sustituyen las voluntades particulares a la voluntad general en las deliberaciones públicas, Roseau, indica que la forma de prevenir el abuso, se plantea mediante la votación popular, pues un voto rompe la igualdad y destruye la unanimidad, donde puede fijarse las necesidades del cuerpo político.

Para finalizar esta narrativa de Roseau, es por demás extensa la continua comparación que hace entre el Estado, la monarquía, la aristocracia, y por supuesto que lo que más llama la atención durante el recorrido por su obra es la libertad y la esclavitud del hombre. Tomamos, por ejemplo, que existe en la mayor parte de los países del mundo democracias establecidas, las cuales han levantado a sus pueblos desde las cenizas convirtiéndolos en grandes potencias. Sin embargo, no todo es felicidad porque siguen existiendo fallas que conllevan al desajuste entre los distintos opositores a los gobiernos de turno. Es igualmente, acertado el hecho de que para que un Estado tenga la aprobación del soberano, debe prestarle mayor atención a las necesidades colectivas y no particulares para que se cumplan las expectativas de éstos. Es medianamente necesario, que algunos mantengan un poco de rigidez en sus leyes, porque cada individuo debe ser corresponsable de sus acciones y del nombre de su país para que este sea realmente tranquilo y con una buena calidad de vida para el individuo.

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