MUERTE (Una comedia
Enviado por Antonio • 18 de Septiembre de 2017 • 6.751 Palabras (28 Páginas) • 620 Visitas
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SAM: (ENCUENTRA UN CABELLO EN EL BURÓ.)¿Qué es esto?
KLEINMAN: ¿Qué?
SAM: Esto. En tu peine. Es un cabello.
KLEINMAN: Es que lo uso para peinarme.
SAM: El color es idéntico al del cabello que encontró la policía.
KLEINMAN: ¿Te has vuelto loca? Es un cabello negro. Hay millones de cabellos negros por ahí. ¿Por qué lo guardas en un sobre? Qué… es una cosa muy corriente. Mírale… (Señala a JOHN.)… su cabello es negro.
JOHN: (Agarra a KLEINMAN.) ¡ ¿De qué pretendes acusarme, eh, Kleinman?!
KLEINMAN: Pero, ¿quién está acusando? Ha puesto mi cabello en un sobre. ¡Devuélveme ese cabello! (COGE EL SOBRE, PERO JOHN SE LO ARREBATA.)
SAM: Estoy cumpliendo con mi deber. La policía ha pedido colaboración.
HACKER: Sí. Ahora tenemos un plan.
KLEINMAN: ¿Qué clase de plan?
ALICE: Podemos contar contigo, ¿no?
HACKER: Contamos con Kleinman. Forma parte del plan.
KLEINMAN: ¿Formo parte del plan? ¿Y cuál es el plan?
JOHN: Se te informará, no te preocupes.
KLEINMAN: ¿Para qué necesita él mi cabello en ese sobre?
SAM: Vístete ya y encontrémonos abajo. Y date prisa. Estamos perdiendo el tiempo.
KLEINMAN: Está bien, pero ¿por qué no me contáis algo del plan?
HACKER: Apresúrate, Kleinman, por el amor de Dios. Es un caso de vida o muerte. Es mejor que te vistas. Hace frío ahí fuera.
KLEINMAN: Está bien, está bien… habladme del plan. Cuando conozca el plan podré pensar algo. (PERO SALEN, DEJANDO QUE KLEINMAN SE VISTA CON NERVIOSA TORPEZA.)
KLEINMAN: ¿Dónde diablos andará el calzador?… Esto es ridículo… Despertar a un hombre en mitad de la noche y con tan horribles noticias. ¿Para qué estamos pagando un cuerpo de policía? Estoy durmiendo plácidamente en mi cama caliente y un minuto después me veo complicado en un plan, con un maníaco homicida que aparece detrás tuyo y…( MIENTRAS SE ACERCA ANNA SIN SER VISTA)
ANNA: ¿ Kleinman?
KLEINMAN: (SE VUELVE, CON UN SUSTO DE MUERTE.)¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeee?
ANNA: Oí voces.
KLEINMAN: Había unos hombres aquí. De repente formo parte de un comité de vigilancia.
ANNA: ¿Ahora?
KLEINMAN: Parece ser que hay un asesino suelto… no se puede esperar a mañana. Es un ave nocturna.
ANNA: Ah, el maníaco.
KLEINMAN: Si lo sabías, ¿por qué no me lo dijiste?
ANNA: Porque cada vez que intentaba hablarte de ello no querías escucharme.
KLEINMAN: ¿Quién no quería?
ANNA: Estás siempre tan ocupado con el trabajo… y tus pasatiempos.
KLEINMAN: ¿No te importa que estemos en plena temporada?
ANNA: Te expliqué que había un crimen sin resolver, que había dos crímenes sin resolver, que había seis crímenes sin resolver… y todo lo que contestaste fue: «Luego, luego».
KLEINMAN: Porque elegiste momentos muy poco oportunos para contármelo.
ANNA: ¿Sí?
KLEINMAN: Mi fiesta de cumpleaños. Me lo estaba pasando bien, estaba abriendo los regalos, cuando apareciste tú con esa cara larga diciendo: «¿Has leído el periódico? ¿Has visto que han degollado a una chica?» ¿No podías elegir un momento más adecuado? Un hombre trata de divertirse un poco… y entra la voz del juicio final.
ANNA: Mientras no se trate de algo agradable, ningún momento es el adecuado.
KLEINMAN: A propósito, ¿dónde está mi corbata?
ANNA: ¿Para qué necesitas corbata? ¿No vas a cazar a un maníaco?
KLEINMAN: ¿Te importa?
ANNA: ¿Qué es, una cacería formal?
KLEINMAN: ¿Sé yo acaso con quién me voy a encontrar? ¿Y si está mi jefe abajo?
ANNA: Estoy segura de que vestirá con descuido.
KLEINMAN: Fíjate en qué clase de personas están reclutando para perseguir a un asesino. Yo soy viajante.
ANNA: No dejes que te sorprenda por detrás.
KLEINMAN: Gracias, Anna, le advertiré que dijiste que me pusiera siempre delante.
ANNA: Bueno, no es preciso que te pongas tan sarcástico. Hay que cogerle.
KLEINMAN: Pues entonces que le coja la policía. Me da miedo bajar. Hace frío y está oscuro.
ANNA: Sé un hombre por una vez en tu vida.
KLEINMAN: Muy fácil para ti decir eso, porque te vuelves a la cama.
ANNA: ¿Y si el asesino llega hasta esta casa y entra por la ventana?
KLEINMAN: Ese es tu problema.
ANNA: Si me ataca, le echaré pimienta.
KLEINMAN: ¿Le echarás qué?
ANNA: Duermo teniendo siempre a mano un poco de pimienta, y si se acerca a mí le echaré pimienta en los ojos.
KLEINMAN: Bien pensado, Anna. Créeme, si entra aquí, tú y la pimienta estaréis en el techo.
ANNA: Lo tengo todo cerrado con dos vueltas.
KLEINMAN: Hm, quizá sea mejor que coja un poco de pimienta.
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