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Monografia. culturas sub urbanas.

Enviado por   •  16 de Febrero de 2018  •  8.068 Palabras (33 Páginas)  •  408 Visitas

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La vieja criminología era subalterna de derecho penal positivo, la escuela positiva. La escuela italiana estuvo a la tentativa de quitarle a la criminología ese carácter subalterno mediante la elaboración del concepto de “delito natural “.

II. Teoría de las subculturas criminales.

La teoría funcionalista y la teoría de las subculturas criminales, tienen diferente objetivo de estudio, propone estudiar dos planos diferentes. La primera se propone estudiar la estructura funcional del comportamiento desviado con la estructura social, la segunda se preocupa por estudiar el modo como la subcultura delictiva se comunica con los jóvenes delincuentes, y deja por lo tanto sin resolver el problema estructural del origen de los modelos sub culturales de comportamiento que se comunican.

Ambos tienen una integración, una compatibilidad la explicación funcionalista de las desviaciones, considerada como una hipótesis general utilizable para el análisis del origen y de la función de las subculturas criminales en una sociedad.

La teoría funcionalista ha sido desarrollada por Richard A. Cloward y L.E. Ohnlin, basada en las diversas estructuras de las chances, que tiene los individuos de servirse de medios legítimos para alcanzar fines culturales.[7]

En el ámbito de las subculturas criminales se desarrollan normas y modelos de comportamiento desviado respecto a aquellos que son característicos de los estratos medios. Estas representan la reacción de minorías desfavorecidas y su tentativa de orientarse dentro de la sociedad.

Entre los diversos criterios que determinan el acceso a los medios ilegítimos, las diferencias de nivel social son ciertamente las más importantes. En el caso en que los miembros de los estratos inter- medios y superiores estuviesen interesados en emprender las carreras criminales del es trato social inferior, encontrarían dificultades para realizar esta ambición a causa de su preparación insuficiente, mientras los miembros de la clase inferior pueden más fácilmente adquirir la aptitud y la destreza necesarias. La mayor parte de quienes pertenecen a las clases media y superior no son capaces de abandonar fácilmente su cultura de clase para adaptarse a una nueva cultura. Por otra parte, y por la misma razón, los miembros de la clase inferior están excluidos del acceso a los papeles criminales característicos de los de cuello blanco.[8]

Sutherland, desarrollo teorías generales del comportamiento criminal, las cuales están basados en condiciones económicas (pobreza), psicopatológicas o socio patológicas. Stherland afirma que estas generalizaciones son erróneas, en primer lugar, la criminalidad oficial y tradicional está basada en un falso padrón donde la criminalidad de cuello blanco es punto menos descuidada. En segundo lugar, la criminalidad no explica el comportamiento criminal, no explican la criminalidad de estratos inferiores. Según Sutherland tal teoría general debe tener en cuenta, como alternativa al respecto a las teorías convencionales, un elemento que es recurrente en todas las formas de crimen.

La hipótesis aquí sugerida en sustitución de las teorías convencionales es que la delincuencia de cuello blanco, como propiamente toda otra forma de delincuencia sistemática, es aprendida; que es aprendida en asociación directa o indirecta con quienes ya practican un comportamiento criminal, y que aquellos que aprenden este comportamiento criminal no tienen contactos frecuentes y estrechos con él comporta- miento conforme a la ley. El hecho de que una persona llegue o no a ser un criminal se determina en amplia medida por el grado relativo de frecuencia y de intensidad de sus contactos con los dos tipos de comportamiento. Es eso lo que puede llamarse el proceso de los contactos diferenciales.[9]

Cohen analiza la subcultura de las bandas juveniles como un sistema de creencias y de valores que extraen su propio origen de un proceso de interacción entre jóvenes que dentro de la estructura social ocupan posiciones similares. [10]

Esta subcultura representa la solución de problemas de adaptación, para los cuales la cultura dominante no ofrece soluciones satisfactorias. De aquí se deriva una subcultura caracterizada por los elementos del "no utilitarismo", de la "maldad" y del "negativismo", que permite a quienes forman parte de ella expresar y justificar la hostilidad y la agresión contra las causas de la propia frustración social.

La teoría de las subculturas criminales niega que el delito pueda ser considerado como expresión de una actitud contraria a los valores y a las normas sociales genera- les, y afirma que existen valores y normas específicos de di- versos grupos sociales (subculturas). Éstos, a través de mecanismos de interacción y de aprendizaje en el seno de los grupos, son interiorizados por los individuos pertenecientes a ellos y determinan, pues, su comportamiento, en concurrencia con los valores y las normas institucionalizados del derecho o de la moral "oficial".

Una importante corrección a la teoría de las subculturas criminales se debe a Gresham M. Sykes y David Matza. Esta corrección se obtiene por medio del análisis de las técnicas de neutralización, es decir de aquellas formas de racionalización del comportamiento desviado que son aprendidas y utilizadas a la par de modelos de comportamiento y valores alternativos, de modo de neutralizar la eficacia de los valores y de las normas sociales, a los que sin embargo el delincuente, en realidad, adhiere generalmente. A primera vista, la teoría de Sykes y Matza se presenta como una teoría de la delincuencia alternativa a la de las subculturas.

Observan que el elemento característico de una subcultura criminal no es, como afirma una teoría ampliamente acogida, un sistema de valores que signifique invertir los valores difundidos en la sociedad respetuosa de la ley y, por ello, "respetable". Aplicada a la delincuencia de menores, tal teoría conduce a considerarla como forma de comportamiento basado en normas y valores diversos de aquellos que caracterizan el orden constituido, y especialmente la clase media, y en oposición a ellos, el modo en que el comportamiento conforme a la ley se basa en la adhesión a estos valores y a estas normas. [11]Pero esta oposición de sistemas de valores y de normas no siempre se da, ya que el mundo de los delincuentes no está netamente separado sino más bien inserto, él también, en la sociedad, y además los delincuentes están normalmente sujetos a mecanismos de socialización que no son de tal modo específicos y exclusivos como para permitirles interiorizar valores y normas que son la base

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