Novela los trabajadores y la inmigracion

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- Eso sólo es un sueño – dijo en voz baja e inclinando la cabeza.

José se sentó en su silla mecedora y se quedó dormido.

Varios días después, en la fábrica, Carmen tuvo una pequeña discusión con el jefe de área y fue despedida.

Caminando por un pasillo, José se encontró con Carmen, tenía los ojos llorosos y caminaba muy lento, como arrastrando los zapatos.

- Lo lamento mucho, dijo José agachando la cabeza.

- No creí que fueran a despedirme, sólo le dije que no estaba de acuerdo con la forma de organizar los paquetes de algodón para su exportación.

- Eso es muy injusto.

- Lo sé, pero ¿sabes? Ahora estoy más decidida, formaré parte del sindicato, tienen que devolverme el empleo. Es justo de lo que había hablado contigo antes, no podemos esperar a que te pase lo mismo, es mejor unirnos desde ahora.

- No lo sé, he estado pensándolo, pero ¿y si, sólo logramos que nos despidan y contratan a otras personas?

- No lo harán, tendrán que capacitar gente nueva, nosotros llevamos años trabajando aquí. La fábrica no puede estar tanto tiempo paralizada. - José comenzó a animarse. - quiero unir a más gente, ayúdame José. Yo ya no estaré aquí adentro. Por favor.

- José acepto.

A partir de ese momento, José comenzó a hablar secretamente con sus compañeros y a convencerlos de unirse al sindicato. Muchos mostraban interés y otros simplemente se rehusaban por miedo. Pasaron los días y Carmen había tenido contacto con el sindicato y acordaron reunirse para establecer sus actividades.

Al llegar a su casa, José habló de esto con Sandra, y lo hizo con un gran entusiasmo:

- Estoy seguro que lograremos grandes cosas, ya no tendré que trabajar tantas horas, y las niñas podrán ir a la escuela, y para ti, lograremos la mejor atención médica.

- Confío en que así será. Sería un sueño hecho realidad.

- Lo lograremos, mujer.

- Se abrazaron fuerte.

El día de la reunión llegó, era en un lugar solo en una colonia lejana, todos proponían y hacían una lista de las peticiones para la fábrica. Era una tremenda emoción contenida en aquel salón oscuro, todos deseaban tanto la obtención de aquellos derechos que poco a poco se fueron olvidando por los dueños de las compañías. Acordaron levantarse, haciendo huelgas y marchas, José al igual que la mayoría desbordaba optimismo y emoción, y aún para su sorpresa se encontró con Mario, su antiguo compañero de trabajo que había sido despedido, él formaba parte de los líderes del sindicato, pero ya se veía diferente, ya no estaba flacucho y despeinado, ahora vestía bien y en su rostro se observaba tranquilidad. Mario subió al estrado y habló de su experiencia después de haber sido despedido

- Tuve que irme en el momento en que ya no tenía empleo, salí de la ciudad y con suerte logré encontrarme con personas que me ayudaron a conseguir un trabajo, las condiciones eran similares, pero a diferencia de aquí. Allá contaban con un sindicato que ayudaba a proteger los derechos de los trabajadores, hoy quiero que todos lo logremos, que ya no seamos víctimas de la opresión.

- Todo mundo aplaudió.

Al salir de la reunión, José intentó hablar con Mario. Pero no lo logró. Quería felicitarlo y contarle como aquel día fue a visitarlo pero no lo encontró.

Al llegar a su casa, José parecía un niño contándole a sus hijas y esposa lo que había pasado en la reunión y que volvió a encontrarse con Mario.

Las niñas se ilusionaron al pensar que pronto su vida podía cambiar.

El día del levantamiento llegó. Fue un golpe para la fábrica, la mayoría de los empleados estaban en huelga, todos cargaban pancartas solicitando jornadas de 8 horas, aumento de sueldo, escuelas públicas para los niños, servicios médicos, indemnizaciones y regreso al empleo a personas despedidas injustificadamente.

Varios días les tomo, la huelga. Los empresarios, creían que si ellos no recibían lo que querían, se cansarían y volverían a trabajar. Pero no fue así, Carmen era una de las principales personas que alentaban a los demás. Y su tenacidad llevó a que se lograran los objetivos.

La noche en que los objetivos fueron alcanzados, todos lloraron de emoción. José abrazó a sus compañeros y al terminar salió disparado hacia su casa, a contarles la noticia a sus hijas y a su esposa, Sophie estaba en la puerta algo triste, José la abrazó y le dijo

- hija, lo hemos logrado, ya no tendrán que trabajar

- Papá, mamá está muy enferma, no despierta, le dijo Sophie llorando.

- José entró apresurado a su casa, y se encontró con su esposa. En un estado que jamás había visto. Estaba sudando frío y ardiendo en temperatura. Ya no lograba abrir los ojos. Él y sus hijas estaban alrededor de la cama.

- Ganamos mujer, ganamos, te pondrás bien ya serás atendida por médicos. Dijo José besándole la frente.