PARÁFRASIS 2

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Después de tanto se obtuvo la clave para resolver este enigma medico. En los comienzos del año 1847, un amigo de Semmelweis, de nombre Kolletschka, al llevar a cabo una autopsia, se corto por accidente un dedo con el bisturí de un estudiante. Al poco tiempo de dicho accidente, Kolletschka falleció, mostrando los mismos síntomas que ya se habían observado en las pacientes con fiebre puerperal.

Después de esto, Semmelweis explico que la materia muerta o cadavérica introducida al organismo de su amigo por el bisturí del estudiante había sido la causa de su muerte. Siguiendo esta explicación se llego a pensar que las pacientes que dieron a luz y después murieron de fiebre puerperal habían sido envenenadas en su organismo de una manera parecida.

Esta hipótesis se vio confirmada pues el personal médico, instructores y los estudiantes, acudían a la revisión de las pacientes embarazadas luego de haber estado en la sala de autopsias. Y de no haber sido bastante precavidos, todos eran portadores de material infeccioso.

Para poner a prueba esta nueva hipótesis se dedujo que si la materia muerta era la causante de la fiebre puerperal, entonces la eliminación de sus residuos de las manos de los médicos y estudiantes debía prevenir la aparición de dicho mal, por lo tanto se le pidió al personal que lavara correctamente sus manos, desinfectándoselas con cloruro de cal antes de realizar cualquier exanimación.

La tasa de mortalidad debida a la fiebre puerperal mostro una disminución y para 1848, fue de solo 1.27% en la Primera División y 1.33% en la Segunda.

Finalmente otro tipo de experiencias clínicas comenzaron a dar apoyo a esta hipótesis, por ejemplo, las mujeres que entraban en trabajo de parto en la calle pocas veces eran sometidas a una revisión previa, por lo cual, los riesgos de contraer fiebre puerperal eran pocos, por otro lado las matronas de la Segunda División del hospital no incluían durante su entrenamiento practicas de disección, lo cual explicaba el porqué no eran portadoras del material infeccioso. Por esta razón la tasa de mortalidad correspondiente a la fiebre puerperal era menor a la segunda división.

Después de esto otro tipo de experiencias clínicas llevaron pronto a Semmelweis a expandir su hipótesis. En cierto caso, por ejemplo, el y sus colaboradores, después de haberse desinfectado cuidadosamente las manos, revisaron a una parturienta con cáncer cervical ulcerado; pará luego revisar a otras doce mujeres más de la misma sala, después de un lavado rutinario, sin desinfectarse adecuadamente de nuevo. Once de las doce internas murieron causa la fiebre puerperal. Lo cual llevo a Semmelweis a la conclusión de que la fiebre puerperal no solo era causada por materia muerta o cadavérica, sino también por materia pútrida procedente de organismos vivos.