PROTECCIÓN DE LOS ACREEDORES Y LA DINÁMICA DE LA DISTRIBUCIÓN EN LAS SOCIEDADES OLIGÁRQUICAS
Enviado por Jillian • 28 de Marzo de 2018 • 3.586 Palabras (15 Páginas) • 291 Visitas
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Dichos supuestos están basados en algo que es crucial y que depende en gran medida de esto: el nivel de desarrollo, en un nivel bajo, los efectos benéficos superan la productividad, sin embargo, con un escaso capital, los efectos positivos se debilitan. Ambos procesos presentan sus ventajas y desventajas tanto para los grupos de élite como para los trabajadores. Se debe encontrar un equilibrio sostenido, que no permee sólo en un lado, es decir, que beneficie tanto a contratante como a contratado, de esta manera, puede considerarse que se alcanzará un correcto estado unitario, dentro de un sistema económico, puesto que favorecerá en gran medida al desarrollo y al crecimiento económico.
POCA DIVERGENCIA DE ASIA: LA CAPACIDAD DEL ESTADO DE CHINA Y JAPÓN ANTES DE 1850
A lo largo de la historia, distintas civilizaciones y culturas, han logrado evolucionar de una manera considerable, alcanzando estándares de desarrollo y crecimiento económico que las han colocado como potencias a nivel mundial, pero no sólo en este rubro, sino, en materia de tecnología, educación, índices de calidad de vida, entre otros. Ejemplo de dichas civilizaciones, se han desarrollado en China y Japón respectivamente; China, uno de los países más avanzados en tecnología y sin duda alguna, con el mayor número de población de todo el mundo.
Durante el siglo XIX China y Japón tuvieron que mediar con la expansión de Occidente. Fue así como ambos países reaccionaron de una manera inmediata mental y emocionalmente, consideraban que no podían quedarse sin dicha expansión e incluso podían superar a lo realizado por países de Occidente. Para poder conocer los avances de un país, es importante tener en cuenta su historia, además de otros rasgos característicos de dicho lugar; Tanto en China como en Japón, se intenta explicar la cuestión geográfica, administrativa entre otros. Estos países eran gobernados por una sucesión de dictadores entre 1650 y 1850 y su principal fuente de ingresos siempre fue el manejo de la tierra, sus economías dependían en gran medida de la pequeña escala, o el mercado interno, al intercambiar bienes y servicios.
Como en toda sociedad, surge una distinción entre la población, que da origen a clases sociales, en China, por ejemplo, los contribuyentes de recursos podían definirse entre dos grupos: los campesinos y los nobles.
En ese sentido, puede determinarse que China y Japón utilizan un modelo de producción parecido, así como de instrumentación tecnológica, por lo tanto tienen resultados un poco similares a la hora de medir ciertos aspectos económicos y sociales. Existe una expansión económica estable y los ingresos parecen crear un Estado estacionario. Pero como todos los países, suelen tener sus similitudes, pero también sus diferencias, esto es: por ejemplo, en Japón, el Estado desempeñó un papel muy importante respecto a la expansión urbana; se transformaron algunos castillos de los antiguos gobernantes en grandes ciudades, ampliando así mismo su base fiscal. Caso contrario de lo que ocurrió en China y que en algún momento Weber mencionó; la presencia del Estado en las ciudades chinas, terminó por sofocarlas.
Otra comparación entre ambos países que se considera importante, tiene que ver con la cuestión de proyectos y viene públicos, ya que en Japón dichos bienes eran proporcionados por la misma población, mientras que en China, la alta burguesía fue la gestora y promotora de los proyectos públicos, dando paso a la creación de puentes entre otros. Se puede resaltar que Japón tuvo una verdadera preocupación por el bienestar de sus ciudadanos, debido a que durante la gestión de Tokugawa, se pudo extender de manera significante, una red de carreteras en todo el país, además de transportes costeros y creación de puentes etc., cosa que en China no sucedió, los gobernantes chinos, hicieron realmente muy poco por mejorar su sistema de transporte.
Puede decirse, que una sociedad o país, bajo un gobierno despótico, puede, o bien evolucionar hacia un estado estacionario o en un ciclo dinástico. Se observa que los patrones del gobernante Tokugawa en Japón coinciden con lo que se llama estado estacionario. La población japonesa creció de manera considerable y constante entre los años de 1600 y principios de 1700, manteniéndose así hasta 1850. Caso contrario de China, dicho lugar, registró un crecimiento poblacional ininterrumpido desde 1680 hasta 1850, sin embargo, la capacidad fiscal de los chinos, comenzó un proceso de contracción en los primeros años de 1700, de una manera significante.
En materia de seguridad y alimentación, China pareció sufrir una decadencia en su sistema, la corrupción se consideró el principal factor y no se podían satisfacer las necesidades de la población. En contraposición, Japón desarrolló un sistema nacional de arroz y otros insumos, se pudo controlar una serie de problemas en cuestiones de hambrunas. Podría decirse que China, al ser un país más grande, tendría mejoras en sus distintos ámbitos sociales, o que solucionaría los problemas de una manera más rápida y eficaz, pero no es así; Japón al ser más pequeño hablando en términos territoriales resultó ser más efectivo a la hora de implementar sus sistemas, ya que llegaban a un mayor número de personas, y su población no era tan extensa, y por ende sus necesidades no requerían gran magnitud de cobertura.
Es bueno resaltar que ambos países han tenido problemas de distinta índole a lo largo de la historia, y que a pesar de ello, han seguido al margen de potencias mundiales, por encima de la mayoría de los países de Occidente y algunos otros de Europa. Su poder económico, político, socia radica más que nada en su cultura como sociedad, pues siguen estrictamente lineamientos éticos que van encaminados a mejorar el bien común.
Los dos países, han tenido gran importancia a lo largo de la historia de la humanidad, debido a las aportaciones en materia tecnológica y cultural, creando alrededor del mundo cierta empatía por ambos países. Gestores de modelos de producción bastante fuertes, sirven de base para algunos países que desarrollan sus sistemas en dicho modelo. A pesar de la similitud en cuestión de cultura, patrimonio tecnológico e instituciones se puede observar que ya existía una divergencia fiscal entre China y Japón, antes de sus primeros intentos de modernización en respuesta a lo acontecido en Occidente. Como se mencionó anteriormente, el tamaño geográfico y poblacional en China impuso restricciones cada vez más complicadas para la recaudación de impuestos y dar respuesta a las demandas sociales por parte del gobierno.
Caso contrario al de Japón,
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