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PROYECTO LA PAZ Y CONVIVENCIA CIUDADANA

Enviado por   •  2 de Diciembre de 2018  •  4.598 Palabras (19 Páginas)  •  430 Visitas

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Convivir significa vivir con. Vivir, existir con uno mismo y con otros. Permanecer con, sentir con, experimentar con. El filósofo Thomas Carlyle decía que la convivencia puede ser insoportable cuando no existe ningún vínculo de amor entre las personas que conviven. La misma palabra afecto quiere decir tomar la dirección con o hacer con. Y eso indica que, cuando hay cariño, queremos estar con una persona y, si podemos estar más cerca de ella, comienza la convivencia, el compartir nuestro tiempo, alguno de nuestros espacios y actividades, ilusiones y hábitos.

La convivencia tiene sus aliados y sus enemigos. Una persona inteligente que quiera convivir tiene que desarrollar mucha sabiduría para estimular y potenciar los aliados y para ir superando todos los obstáculos que debe afrontar la convivencia, desde la rutina a los choques derivados de las diferencias de carácter. Uno se relaciona con los demás según se siente. Si estás lleno de hostilidad, te vas a relacionar mal con los seres queridos, Si eres benevolente o maduro emocionalmente, te vas a relacionar mucho mejor. Se puede decir, pues, que en el escenario de las relaciones y de la convivencia cada uno se va a relacionar según lo que exista en su sistema emocional, según su capacidad de no crear conflictos, de cuidar la palabra para no perturbar la armonía.

Cuando una convivencia se deteriora hay que saber soltar a la otra persona, poner espacio entre las dos. Hay una sensible diferencia entre las relaciones o la convivencia elegida libremente y las que son impuestas de alguna manera por los modelos y las estructuras familiares. Es necesario saber por qué entramos libremente en una relación y qué vamos a desarrollar en la convivencia con una persona que antes era desconocida y que nosotros hemos elegido libremente convivir con ella, ya sea para una relación sentimental o amistosa.

Muchas veces las relaciones de familia no se pueden evitar al menos durante un tiempo, pese a que puedan existir colisiones de caracteres. En cambio, cuando se elige libremente una relación, hay que saber que se elige con la expectativa de que esa relación sea gratificante y fecunda. Pero si una

relación de convivencia se vuelve insoportable o dolorosa y uno decide seguir en ella, es porque también hay compensaciones neuróticas que hay que descubrir.

La convivencia se puede abordar desde la relación de pareja o de familia, a la de vecindad e incluso a la relación entre los pueblos. Convivir puede ser un acuerdo entre dos y, sin embargo, cuando llega la hora de romper a veces la decisión es solo de uno. Y, en ocasiones, para romper hace falta incluso

más arte que para convivir.

Todo en la convivencia es la relación de nosotros con los demás, la formación de sociedades, por muy pequeñas que sean. Cuando conocemos a las persona que van a relacionarse con otros lo primero que hace nuestra mente y nuestro cuerpo es incorporarlas a nuestro propio yo. A veces de una forma

alienante para nuestra personalidad, porque el amor nos cambia el razonamiento.

Ahora bien, incorporar no significa aunar. ¿por qué aunar y perder todo el espacio?. Sin duda, hay metas en una convivencia que pueden ser comunes y otras que pueden no serlo. Hay espacios de libertad que

deberíamos mantener y espacios que deberíamos compensar pero nunca perder esa cuota de libertad, ese espacio propio. Incorporar no significa que entregues toda tu vida.

RUPTURA

Siempre que uno quiere, ya existe ruptura. Si la otra persona te condiciona constantemente en ese rompimiento, mentalmente vas a tener que afrontar una lucha difícil que va a llevarse parte de tu alma y te va a dejar la vida hecha jirones. Cuando una persona no quiere seguir manteniendo una

convivencia, las dos personas no van a poder seguir estando juntas y esto es válido para todo tipo de relaciones, no sólo para las de pareja.

Todas las rupturas resultan dolorosas porque implican una sensación de fracaso, pero pueden llevarse a cabo de una forma hacerse relativamente fácil.

COMPARTIR

Convivir puede ser un arte, pero existe un arte previo: el arte de compartir. Si no somos capaces de compartir, difícilmente podremos convivir. Las personas egocéntricas, narcisistas, que tienen mucho ego, tienen muy complicada la convivencia porque siempre se van a querer relacionar desde la

actitud de dominio, de explotación, de abuso. Van a procurar que la otra persona sea dócil y les rinda obediencia ciega. Las personas muy egocéntricas no suelen captar las necesidades ajenas, por lo que

difícilmente pueden satisfacerlas.

En cambio, una persona más humilde, con un ego más controlado, más madura psicológicamente, va a ser capaz de atender necesidades ajenas, de compartir más, de saber contemporizar en un momento dado, de ser indulgente, de no tener rencor. La persona con ego es más suspicaz, más susceptible, siempre trata de imponerse, de ser autoritaria. Cuando más egocéntrico es uno, se comportará de una manera más egoísta, menos generosa.

Antes de poder lograr una convivencia armónica, debemos sanearnos interiormente, equilibrarnos, superar muchas de nuestras tendencias neuróticas, reacciones y hábitos emocionales infantiles. En definitiva, debemos situarnos en nuestro propio ser para comunicarnos con el centro de las otras personas. La mayoría de las personas se comunican siguiendo líneas paralelas, que nunca se encuentran. Para que pueda existir un encuentro se requiere que uno recupere su propia esencia y, desde ella, comunicarse con los demás. Si nos comunicamos desde la apariencia y no desde la presencia, desde nuestro ego y no desde nuestro ser, desde la máscara de la personalidad y no desde lo más genuino de nosotros, nuestras relaciones serán muy pobres. Incluso pueden llegar a ser relaciones de transacción, aunque no sean comerciales o mercantiles. Estarán basadas en el toma y daca, en la reciprocidad. Ni siquiera se van a poder construir amistades auténticas.

DISCIPLINA

Antes de convertirse en arte, la convivencia es una disciplina. Está claro que se aprende a convivir. Es necesario desplegar una serie de actitudes y de medios para que una relación vaya adelante hasta donde sea posible. Es necesario respetar los espacios y aprender a crear vínculos sanos y, no

dependientes, simbióticos o morbosos. En definitiva, hay que saber cultivar las relaciones. Para que una relación madura, se desarrolle y sea enriquecedora es necesario un cierta

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