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Problemática del Terrorismo en Francia y sus consecuencias a nivel global

Enviado por   •  21 de Abril de 2018  •  2.421 Palabras (10 Páginas)  •  351 Visitas

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de la instigación de una idea. Un supuesto cuando menos preocupante en un momento histórico donde el enfrentamiento con el fanatismo intelectual y el que toma las armas para imponer sus preceptos está más vigente que nunca.

Basados en las ideas anteriores, podemos decir en líneas generales que la cultura islámica tiende a deplorar otros estilos de vida que no sean los suyos, es decir, cualquier estilo de vida que no se encuentre dentro de los parámetros del coram, llegando así al hecho de que los musulmanes repudian las costumbres occidentales tildándolas de pecaminosas y mas allá de eso, toman medidas para tratar de hacerse conocer en el mundo y así dogmatizar a los pueblos con sus costumbres y religión. Francia es un país que a lo largo de sus historia, ha tenido muchas dependencias a lo largo del mundo entero, desde países asiáticos, africanos hasta los suramericanos e incluso en las inmediaciones de Europa, circunstancia ésta la cual ha llevado a la pluralización racial y por lo mismo una explosión cultural, desembocando en la Francia que actualmente conocemos; algunos países con estrecha relación con la Nación francesa son Argelia, Marruecos y algunos otros países árabes, los habitantes de estos países tienen gran facilidad para entrar al territorio francés, sin embargo, la tolerancia francesa no siempre ha sido reciproca, razón por la cual los islamistas se han visto aislados de la sociedad, repudiando, por ende, el estilo de vida que llevan los demás.

En este sentido, podemos establecer que los musulmanes han realizados diversos actos, durante un largo periodo de la historia en detrimento de la cultura de los mismos, por lo tanto tienden a tomar mediadas extremas para hacer valer sus principios y costumbres, sin importarles cuántas vidas cobren, incluyendo las suyas propias.

De manera que, luego de leer toda una seria de opiniones y reflexiones sobre lo ocurrido en las instalaciones del seminario Charlie Hebdo, podemos llegar a la conclusión de que la repercusión global que tienen este tipo de actos es alta, ya que además de dividir las opiniones, dejar un legado de temor y desconcierto, coloca en tela de juicio el tema de presunta culpabilidad acerca de las víctimas; y a su vez permite asumir la idea de que la violencia es inevitable, e incluso, permisible, algo que resulta cuando menos inquietante como planteamiento cultural.

Terrorismo: Caos Terminológico y Cognitivo

Cuando se habla del terrorismo procedente de países islámicos, se suele utilizar expresiones como terrorismo islamista, para atribuir este tipo de violencia a grupos islamistas en general. Otros prefieren vincularlo directamente a la religión islámica sin perder el tiempo con los matices, utilizando terrorismo islámico, y a los que no les gusta el simplismo optan por yihadismo, aunque no todos saben el significado de la voz árabe yihad. Mientras que los que pretenden ser políticamente correctos, optan por el eufemismo de terrorismo internacional o global y no faltan inventos más complejos como salafismo yihadista, yihadismo wahhabí u otras expresiones por el estilo.

Si nos fijamos en esta lista de conceptos, nos daremos cuenta de que reina un preocupante caos terminológico y conceptual. Muy poco importa a los que utilizan el concepto de terrorismo islamista que la organización Al Qaeda y los grupos afines a la misma no se definan como islamistas y que critiquen a estos últimos por privilegiar la política y dejar la lucha armada. Los estudiosos que han optado por terrorismo islámico, o han insinuado que las semillas del terror se hallan en el islam sin ofrecer otra exegesis de los textos sagrados de esta religión que justifique el terrorismo, están encasillados en una postura personal que solo coincide con la interpretación de los mismos terroristas y, por lo tanto, se trata de una opinión marginal. En cuanto a los investigadores que utilizan el concepto de yihadismo han de tener en cuenta todos los matices que conlleva el mismo, pues la voz yihad plantea un serio problema de polisemia que muchas veces se sortea utilizando la expresión de guerra santa inexistente en los textos sagrados del islam. Por otra parte, cabe señalar que tampoco todos los grupos yihadistas se definen como salafíes yihadistas, que entre los salafíes tradicionales (no violentos) y los yihadistas hay una enemistad insalvable y que aquellos a los que se les denomina hoy en día salafíes, yihadistas o no, no tienen nada que ver con el salafismo tal y como fue concebido por Jamal Eddin Al Afgani y Mohammed Abduh, padres del reformismo de finales del siglo XIX.

Cada vez hay más expertos en universidades e instituciones occidentales que estudian los movimientos islamistas, grupos terroristas ubicados en países islámicos, perfiles de los terroristas y trasfondo ideológico de los mismos. Se trata de politólogos, sociólogos, criminólogos, psicólogos, especialistas en estudios árabes y otros expertos. Curiosamente, son muy pocos los expertos que manejan el árabe, principal vehículo de comunicación de los grupos terroristas objeto de los estudios en cuestión, ni otros idiomas como el urdú. El resultado, salvo contadas excepciones, no puede ser otro que la falta de análisis profundos y completos acerca de los orígenes del terrorismo global.

Hay otro problema que impide rentabilizar los resultados de los estudios realizados por los mismos árabes sobre islam, islamismo y terrorismo global. Se trata del carácter selectivo de la política editorial y de traducciones que impiden una apertura real a la complejidad del mundo musulmán y a la diversidad de opiniones y de análisis. También hay que reconocer que en Occidente se prefiere dar la palabra y escuchar a aquellos intelectuales árabes que escriben y se expresan en lenguas vernáculas, que llegan a las mismas conclusiones que los estudiosos y analistas occidentales. Así que muchos intelectuales árabes laicos desfilaron a lo largo de dos décadas por universidades y fundaciones en países occidentales. Hablaban casi siempre del islam como origen del mal o de los islamistas como enemigos de la democratización de los países árabes e islámicos. Llevando nombres árabes o musulmanes podían rebasar los límites del discurso prudente y ser islamófobos. Obviamente, este discurso era compatible, y los es todavía, con el diagnóstico precipitado del fenómeno de los movimientos islamistas y el de los grupos terroristas. Este tipo de estudiosos e intelectuales no presentó un análisis matizado de una coyuntura política compleja ni ayudó a buscar soluciones a la amenaza terrorista. Se trata del eco de las voces occidentales más autorizadas que reducen la complejidad de un fenómeno en las dicotomías de siempre: emancipación/oscurantismo, progresistas/retrógradas, modernidad/fundamentalismo,

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