“Revolucionarios” y “Resolucionarios”: En Busca del Diálogo
Enviado por tomas • 3 de Mayo de 2018 • 1.628 Palabras (7 Páginas) • 306 Visitas
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En segundo lugar, la defensa a la no violencia y los roles de los mediadores coinciden, se complementan, y lo más importante, dependen mutuamente. La negociación es posible cuando las necesidades y los intereses son articulados y legitimados. Esto pasa más usualmente por confrontación y defensa, los cuales se traducen en un reconocimiento de dependencia mutua. Por otro lado, reestructurar la relación alrededor de una igualdad y justicia incrementadas no emana automáticamente de la confrontación, a menos que asumamos la eliminación total de un lado. La mediación puede y debe facilitar la articulación de necesidades legítimas e intereses de todas las partes en soluciones justas, prácticas y de acuerdo mutuo.
Donde difieren es en la conexión de la gente, perspectivas envueltas y los objetivos inmediatos perseguidos. La defensa a la no violencia elige ponerse en un lado por consideración de la justicia. La mediación elige ponerse en conexión con todas las partes por consideración de la justicia. La defensa a la no violencia se mueve a producir e incrementar expresiones evidentes de conflictos, mientras reduce la violencia. En el conflicto busca moverse del silencio y complacencia a la prevención y el cambio, se mueve a producir e incrementar el entendimiento mutuo, mientras reduce oposiciones. En el conflicto busca moverse de la prevención del entendimiento al cambio. El primero se experimenta como un conflicto “incrementado”; la rejilla como conflicto “reducido”. Más correctamente planteados, ambos son transformaciones del conflicto.
2. Transformación del conflicto
La terminología que domina un campo o disciplina casi siempre se involucra con los procesos conceptuales cambiantes de sus practicantes. Como es el caso en la mediación. “La resolución del conflicto” era recientemente un concepto dominante. El concepto indicaba la necesidad de entender cómo el conflicto evoluciona y termina. Esto incrementa el desarrollo de estrategias y técnicas para sobrellevar las volatil y frecuentes consecuencias destructivas del conflicto. A veces, sin embargo, “resolución” conceptualmente promueve la noción de que el conflicto es malo y puede ser eliminado. Preguntas legitimadas son creadas ya sea si son el objetivo o si realmente “resolvemos” un conflicto. Ciertamente, decisiones específicas son hechas y las expresiones del conflicto terminan. Pero si hay una relación que no está resuelta, el conflicto permanece. “La resolución” no captura la naturaleza no resuelta, ni la necesidad de un flujo y reflujo relacional para la reducción prematura de la confrontación.
Algunos años antes el “manejo” del conflicto incluía el lenguaje del practicante. Considerablemente el oeste en concepción, el manejo apuntado alrededor de la idea que el conflicto sigue ciertamente patrones predecibles y dinámicas que pueden ser entendidas y reguladas. Como construir un puente sobre un río violento, o embalsarlo para producir energía alrededor de consecuencias productivas. Pero la experiencia nos dice que realmente no controlamos las acciones e interacciones humanas, ni es el objeto de nuestro trabajo simplemente reducir volatibilidad. Por lo tanto, “el manejo” solo parcialmente retrata el objetivo y trabajo de los mediadores.
Recientemente me he movido alrededor de la caracterización de la “trasformación” del conflicto. La transformación sugiere que no eliminemos o controlemos, pero que impactemos la trayectoria del conflicto. Esto es cierto por lo menos en dos maneras. Primero, podemos trasformar percepciones. El conflicto siempre está basado en cómo los problemas, acciones y otros son percibidos. A veces, esas percepciones son claras y correctas, a veces no lo son. Segundo, podemos transformar expresiones. El conflicto siempre será expresado en algunos significados, ser evidente y directo o disimulado y sutil. La expresión escogida que el conflicto toma está a favor del cambio.
Con este concepto, encontramos nuevamente una inclusiva, más que exclusiva, forma de mirar la defensa a la no violencia y la mediación. Ambas ven al conflicto como legítimo, necesario y potencialmente saludable. Ambos trabajan en trasformar el conflicto en búsqueda de justicia. El activismo no violento casi siempre trabaja en “hacer crecer la prevención” de una disputa, la transformación de no percibir o no importar a “ver” y “hacer” algo al respecto. Este es el movimiento del silencio a la prevención, y de la prevención al balance del poder. Este pone una atención cercana a la expresión del conflicto, escogiendo escalar y confrontar en formas que respeten la integridad humana de aquellos con objetivos y posiciones opuestos.
La mediación trabaja en la percepción que la gente tiene del otro, sus metas y el conflicto mismo. Transforma los modos de expresión alrededor del diálogo e interdependencia. La defensa de la no violencia, mientras se preocupa por el proceso, sitúa energía primaria en hacer crecer un cambio sustantivo. La mediación, mientras se preocupa por que la gente dirige sus preocupaciones sustantivas, sitúa energía primaria en el cambio del proceso. Este es el movimiento de la prevención de la interdependencia al diálogo y soluciones mutuamente aceptadas.
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