Revolución Mexicana: ¿Cambio trascendental?

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Es totalmente normal que los hombres siempre consideren que el cambio es bueno, y en mayor razón cuando hablamos de un cambio político. Cuando existe descontento en la manera en que el poder político de una autoridad soberana se desenvuelve en el ámbito social o normativo de manera defectuosa o poco agradable a las personas que conforman el pueblo comienza a existir la idea de derrocar del poder por parte este hacia el poder. Sin embargo, en muchas ocasiones la modificación no genera el cambio deseado, puede ser porque el nuevo gobernante sea igual o peor al anterior en cuestiones de despotismo, o simplemente no sabe cómo resolver el problema, o mucho peor: no sabe cuál es el problema.

Sin embargo, en el caso de México, (y este caso se puede comparar con otros análogos o contrarios, que han tenido resultados extremadamente similares o totalmente diferentes respectivamente) la revolución no tuvo el efecto que se espero que tuviese. Los revolucionarios que empezaron siendo una forma alternativa de brindar “apoyo” al pueblo que vivía en la extrema pobreza o a los trabajadores que se encontraban desfavorecidos por las normas que existían en los tiempos de Porfirio Díaz, se convirtieron poco a poco en lo que supone debían de pelear contra. Aquello que violaba los derechos fundamentales del hombre en su relación con el Estado. Los revolucionarios se volvieron simples delincuentes, los cuales destruían todo bien jurídicamente tutelado que se ponía en su camino sin importar la importancia de este en la vida del hombre: la vida, la libertad, la propiedad, el honor, etc. Aunque mucha gente considera y afirma que la Revolución trajo al país un desarrollo de la industria y del campo al generarse su paz, la misma situación ocurrías en otras naciones sin tener que recurrir a un precio muy alto que consideraba muerte y destrucción. Esta etapa de instauración no se inicio con mayor brevedad por la imposibilidad que había en el invertir en un país lleno de ruinas.

Si la condición para que este desarrollo productivo se manifestara hubiese sido el gobierno del presidente Díaz, esta dificultad hubiese sido vencida 20 años antes, sin que se creara el muy esperado progreso ni la justicia social mencionada en todo documento hecho en aquella época con esos fines. Por otro lado, la sangrienta batalla solo empobreció aun más el país y evito el mejoramiento de la industria y del sistema democrático.

El posterior desarrollo económico de México, hecho indudable, no ocurrió a causa de la Revolución, sino a pesar de ella. Se dio en nuestro país como se dio en el resto del mundo, casi sin excepciones. Este ha sido el siglo de la ciencia, la técnica y la industria, y no a causa de las revoluciones, sino por el desarrollo científico alcanzado en la paz de los laboratorios y de las universidades.

El gobierno de Díaz termino en 1911, pero la Revolución siguió hasta encontrar su muerte en años de Plutarco Elías Calles. La Revolución perdió su meta de vista. sin siquiera conocer su motivo original los “revolucionarios” siguieron peleando contra un enemigo inexistente que les daba excusas para robar, violar y matar. Muchos de ellos, con el fin de la Revolución, no sabían ni siquiera porque peleaban, pues su razón en un principio había sido el derrocar a Porfirio Díaz el cual había dejado el puesto varios años atrás.

Se debe de conocer, sin embargo, que desde el punto de vista normativo la Revolución si tuvo sus frutos, los cuales fuesen o no efectivos existieron y existen al día de hoy. Los ideales principales y originales de la Revolución se basaban en el apoyo a los desfavorecidos, ideales que fueron el inicio de una reforma constitucional en México. En el año de 1917 una nueva Constitución fue promulgada, en ella existía un alto contenido social, pues buscaba proteger a obreros y campesinos que fueron maltratados y empobrecidos en la época del Porfiriato. La protección se otorgo mediante los primeros 28 artículos de la Constitución (El articulo numero 29 habla sobre la suspensión de la misma). Estos preceptos jurídicos fueron llamados “Garantías individuales”, que significa derechos asegurados a casa persona. Estas garantías hablan sobre los derechos fundamentales del hombre frente al Estado, que no distinguen raza, religión, género, edad, solvencia económica, etc. Algunas facultades que otorga el Estado al individuo son: la libertad, la igualdad de derechos, el trabajo de propia decisión, la libertad de asociación, el libre tránsito, la libertad de expresión, la libertad de imprenta, la diversidad de creencias, entre muchos otros.

Hoy, existe un recurso jurídico que sirve para la defensa de estos derechos, al cual se le llama “Amparo”. Este medio de protección consiste en la denuncia de un acto de autoridad que viole las garantías individuales de cualquier persona. Es un método de protección en contra de los abusos de autoridad. Es visto también como una manera de proteger y respetar nuestra Constitución, pues al violar estos derechos fundamentales se está realizando un acto de inconstitucionalidad, los cuales deben de ser erradicados y controlados por el gobierno.

Sin embargo, la mentalidad del mexicano sigue siendo la misma de hace tantos años, cuenta con las mismas características que en antaño. El mexicano es aun machista, aprovechado, corrupto, busca el beneficio propio, no conoce las raíces de los problemas pero tarda poco en tomar posición, cree en ídolos, desconfía de todos, se queja de todo pero jamás hace algo al respecto y si lo hace no recurre a una estrategia, sino que hace las cosas como vienen. En conclusión nos encontramos frente a la típica mentalidad postmodernista.

Por otro lado, a pesar de los cambios normativos que pueden ser considerados como positivos, nuestro sistema es deficiente, por lo tanto la aplicación de las normas no siempre es precisa y carece de exactitud, por lo tanto las fallas son numerosas y provocan injusticias graves en el desarrollo de la vida en sociedad. La corrupción y los fallos en el sistema ocasionan que estas garantías no se respeten, y la falta de conocimientos por falta de nuestros ciudadanos hace que estos no recurran al amparo cuando ven sus derechos violados.

Considerando estos hechos podemos afirmar que aunque la Revolución empezó teniendo grandes metas, expectativas e intenciones, con el transcurso del tiempo el fin fue corrompido y olvidado por líderes revolucionarios sedientos de poder, que al adquirirlo se volvían más hambrientos del mismo, convirtieron el movimiento revolucionario en una guerrilla que consistía en saqueos y violaciones a los derechos humanos de las personas. La Revolución Mexicana no causo un cambio más que meramente normativo, puesto