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TABÚES SEXUALES DEL AYER Y HOY

Enviado por   •  12 de Enero de 2019  •  6.090 Palabras (25 Páginas)  •  270 Visitas

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Ahora, no solo hay escenas de mujeres en actitud erótica, también los hombres protagonizan numerosos dibujos. El arqueólogo y paleontólogo Eudald Carbonell dice tener muy claro que la homosexualidad ya existía en las sociedades primitivas. Al fin y al cabo, en los mamíferos, y en concreto en los primates, este tipo de prácticas son comunes y, por tanto, resulta lógico que nosotros hayamos heredado toda la variabilidad del comportamiento sexual del Homo.

El sexo social:

El sexo, además de permitir la reproducción y dar placer al que los que lo practican también tiene una función importante a nivel social. Esto es ya que ayudaba a establecer nuevas relaciones y comportamientos. Los expertos creen que tuvo, por tanto, un papel en el desarrollo de las primeras sociedades, quizás como moneda de cambio o como forma de resolver conflictos. Esto mismo hacen los bonobos —unos primates muy cercanos a los chimpancés— que solucionan con la cópula los problemas de territorialidad, de forma que grupos distintos se juntan, copulan y se masturban para equilibrar cuestiones de ámbito social.

En el libro El sexo social, las relaciones sexuales tuvieron un valor de moneda y también de intercambio genético durante los primeros milenios de nuestra existencia. Se dice que en aquel periodo hubo una baja densidad poblacional, lo cual era necesario un flujo de genes

Edades Antiguas:

Grecia:

La prostitución estuvo presente en Grecia, pero los rasgos más importantes que se conocen sobre las prácticas sexuales datan de la época clásica.

Las ciudades costeras tuvieron un sinnúmero de prostíbulos que saciaban las necesidades de los marinos que llegaban a los puertos. Atenas se convirtió en una ciudad muy atractiva para dichas prácticas. El Estado, por su parte, era el que controlaba y regulaba los prostíbulos donde trabajaban las esclavas.

El matrimonio:

La fidelidad del varón en la Grecia clásica respecto a su esposa radicaba en respetar la condición de mujer legítima tal como se estipuló en la promesa de matrimonio. No obstante, las otras mujeres con las que el marido podía intimar fuera del hogar conyugal eran:

- La hetaira: Compañera de reuniones sociales que poseía una gran belleza y presencia física además de contar con una gran intelectualidad.

- La pallaké: La concubina a la que no se consideraba como ciudadana de pleno derecho.

- La porné: Profesional del sexo o prostituta libre y debía pagar unos impuestos al Estado por su actividad

- Las esclavas: Tenían que vestir con atuendos especiales para identificarse y pasado un tiempo podían comprar su libertad por medio de unos préstamos.

Estas cuatro clases de mujeres no atentaban contra la posición de la esposa legítima y madre. La esposa, por el contrario, debía ser totalmente fiel. El incumplimiento de esta cláusula podía costarle su posición en el hogar conyugal.

El varón rico podía tener relaciones con una esclava doméstica y darle hijos que eran reconocidos legalmente. Además, podía disfrutar con las hetairas, que tomaban parte en los banquetes que se celebraban solo para hombres en la zona destinada a los hombres que era lejos del área reservada para la mujer. Estas reuniones constaban de dos partes: la primera, en la cena propiamente dicha; y en la segunda era una especie de sobremesa de larga duración durante la cual se consumía la bebida, normalmente vino rebajado con agua, en la que los comensales realizaban una ofrenda al dios Dionisos. La fiesta se amenizaba con música, espectáculos y bailes realizados por las hetairas que eran las únicas mujeres que tenían permitida la entrada. Los esclavos servían a los invitados la comida, que se disponía en una mesa baja.

La homosexualidad en Grecia:

En la Antigua Grecia no se concebía la orientación sexual como identificador social, cosa que sí se ha hecho en las sociedades occidentales.

La sociedad griega no distinguía el deseo o comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaban, sino por cuánto se adaptaba dicho deseo o comportamiento a las normas sociales.

Estas normas se basaban en el género, la edad y el estatus social. Principalmente, hay dos puntos de vista sobre la actividad sexual masculina en la antigua sociedad griega.

La homosexualidad en la Antigua Grecia se realizaba entre un adulto y un joven. A pesar de que la sociedad cultivaba el valor varonil era también tolerante y complaciente con esta práctica sexual.El amor por los jóvenes estaba considerado en los círculos cultos y aristocráticos como una forma de educación necesaria para los jóvenes griegos. En el registro arqueológico que quedaron en pinturas reflejan en recipientes cerámicos, numerosas escenas de cortejo entre los adolescentes y los adultos masculinos.

Otro ejemplo sería la poetisa Safo, del siglo VII a.C., que procedía de una familia aristocrática de la isla de Lesbos y dedicó su actividad a la iniciación de las doncellas en el secreto y deberes de la sexualidad femenina. Dicha iniciación se realizó a través de la experiencia homosexual, que inspiró muchos de sus poemas como el Himno a Afrodita y Epitalamios, entre otros.

La atracción sexual, el rapto y la infidelidad ocuparon un lugar central en los poemas homéricos. La diosa Afrodita pasó a ser patrona del amor y del sexo entre los griegos.

Roma:

Los dioses romanos no tenían la sexualidad como una cuestión moral degradante. Se buscaba siempre el placer, la vida natural y la felicidad. En la misma Pompeya hay escrita una frase de un amante, que dice “Los amantes como las abejas, saborean una vida dulce como la miel”.

La presencia del falo era algo cotidiano para los romanos, al igual que había sucedido en todas las culturas antiguas, porque era el instrumento que garantizaba la fertilidad.

El falo estaba en el dios romano Fascinus y las matronas romanas eran las encargadas de llevarle flores. Su culto era desarrollado por las vestales, cuya misión consistía en alejar el mal de ojo (fascinum) que tanto preocupaba a los romanos favorecer la germinación de las plantas y estimular el alumbramiento de las hembras estériles.

Los romanos vivían el amor y el sexo como un regalo de los dioses, que debían practicarlo al máximo. Una prueba de esto

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