Tema Los Valores en la Familia y su Transmisión

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No todos los esos valores tienen la misma importancia, el mismo peso; por ejemplo, la fidelidad a una persona o a un grupo colectivo no se puede poner por encima de la justicia, o el perdón a los opresores no nos puede llevar a olvidar la solidaridad con los oprimidos.

Tampoco puede uno adherirse fanáticamente a un valor, sin tener en cuenta los demás, como hizo Juana la Loca, que por amor siguió al cadáver de su marido, que se iba descomponiendo lentamente por los calurosos caminos de Castilla. O como han hecho algunos nacionalistas, que por fidelidad a su tierra y a su cultura, han llegado al asesinato. O como aquellos que están tan obsesionados por la justicia, que son incapaces de perdonar.

Decía Nicolai Hartmann en su “Ëtica”: “La moralidad no consiste sólo en tener en cuenta un valor al actuar, sino en preferir el valor superior al inferior; obra moralmente quien decide siempre lo mejor”

Importancia de la Familia.

La familia es la génesis en donde la persona aprende la noción de ser humano, de ser persona, en donde se inicia la educación, donde aprende los hábitos esenciales que vamos a cumplir en el resto de la vida, como por ejemplo el control de trabajo, limpieza, alimentarse etc. Un entorno donde también se aprenden las nociones básicas acerca de los patrones de afectividad del ser humano, el concepto de madre y padre; sexo, mujer y hombre y todo eso en un momento crucial de su crecimiento y desarrollo siendo los primeros años de su vida ya que es la etapa donde se da la transmisión de valores.

En la familia se encuentran para los hijos las «condiciones ambientales» imprescindibles para el aprendizaje de los valores: el clima moral, de seguridad y confianza, de diálogo y responsabilidad que haga posible, desde la experiencia, la apropiación del valor.

Hay quienes tienen hijos muy sanos moralmente, que van asimilando desde pequeños, sin problemas, los valores que sus padres les muestran con su ejemplo. Y hay quienes tienen hijos difíciles, que no asumen los valores de los padres, porque los hijos son rebeldes o porque los padres no aciertan a la hora de trasmitirles esos valores.

Los hijos están sometidos a los valores que inculca la televisión. En la pequeña pantalla aparecen de vez en cuando valores positivos, en las películas, en las retrasmisiones deportivas, en los concursos. Pero por desgracia, parecen abundar más los que podríamos llamar “valores televisivos” o valores desmesurados: el dinero como valor supremo que tenemos que buscar de forma insaciable, el consumo desaforado como única fuente de felicidad, la búsqueda del placer inmediato, la belleza física como superior a la interior, el éxito sin esfuerzo.

Y ante esos valores nocivos los padres tienen que desempeñar sus papeles. Los padres representan dos papeles básicos; el padre la autoridad mientras que la madre la afectividad. Un tercer papel, con el cual se va a encontrar posteriormente el niño, es el que representa el maestro, el del saber.

Los padres deberían enseñar el hacer, y el quehacer, para completar estos cinco conceptos básicos de la educación inicial del niño: autoridad, afectividad, saber, hacer y quehacer.

Ese hacer y quehacer están asociados a los elementos de organización, disciplina, orden, innovación, descubrimiento, equilibrio; por esto los padres tienen una responsabilidad de ayudar a este nuevo ser (hijos) a insertarse armoniosamente en el mundo físico y social, a que aprenda a identificar los objetos, los seres, a si mismo a acompañarlo a la formación y desarrollo de la conciencia; que nuestros actos son voluntarios pero responsables, entrenarlo en la toma de decisiones frente a distintas alternativas; que hay decisiones críticas y que otras pueden posponerse.

Centro de Estudios Superiores de Tlaxcala

Jose Juan Ajuech Carvente 7 “B”