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Tema: La familia como agente de integracion

Enviado por   •  22 de Septiembre de 2017  •  3.645 Palabras (15 Páginas)  •  510 Visitas

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El impacto inicial puede ir seguido de una fase de negación o incredulidad ante el diagnostico transmitido. Inicialmente esta actitud podría constituir una respuesta adaptada, puesto que la posibilidad de error diagnostico siempre existe y por consiguiente la búsqueda de alteraciones, aunque nos lleve al límite de la razonable, no carece sentirlo.

La negación deviene un callejón sin salida. O quizás deberíamos considerarlo más propiamente un obstáculo que si conduce a una salida: la que da lugar a una fase de preocupación activa por el hijo, junto a una gradual desaparición de los iniciales de sentimientos de culpa y desesperanza.

De todo proceso se deriva una reorganización familiar que conduce a la incorporación del hijo dentro de un esquema de relaciones preexistentes en el marco familiar.

Resulta útil para los profesores que trabajemos con familias que han debido pasar por dicha experiencias, conocer el alcance de esta, aun considerando que la anterior relación de estas fases no constituye un esquema inexcusablemente seguido en todos los casos.

También en el proceso escolar aparecen aquellas actitudes o reacciones que asimismo debemos entender como parte de un proceso que puede conducirnos a alcanzar actitudes de mayor sintonía entre padres y profesores y en consecuencia de mayor eficacia para la educación de nuestros hijos o alumnos.

- Bases para la colaboración

El carácter especial de cada familia, deba o no afrontar la existencia de un hijo con discapacidad viene determinado por su propia idiosincrasia. Y esta constituye la base principal sobre la que desarrollar la colaboración entre familia y escuela.

- Influencia negativa y falta de fundamento de los estereotipos hacia las familias de los alumnos con discapacidad.

Nuestra colaboración con la familia debe estar marcada por el reconocimiento inicial de su idiosincrasia, de que no conocemos a la familia hasta que podemos entrar en contacto con ella alejándonos de cualquier prejuicio. En ocasiones debemos despreciar o hacer caso omiso a los estereotipos que suelen asociarse al carácter de los hijos de las familias con hijos discapacitados.

Entre estos estereotipos abundan la cualidad de ignorancia a las familias. En buena medida, la colaboración con los padres se basa en descubrir lo que saben y trabajar a partir de ellos.

También debemos rechazar los prejuicios culpabilizadores. En efecto resulta frecuente apreciar actitudes de reproche hacia la actuación de los padres, especialmente en lo que se refiere a la sobreprotección de sus hijos, y con más frecuencia, a las actitudes que se interpretan como rechazo y desinterés.

Una percepción más dinámica de nuestra naturaleza nos permite comprender que en ambos casos nos encontramos ante parecidas dificultades para asimilar y aceptar una realidad que puede ser dura, y en ambos casos se produce una pugna entre sentimientos de los dos tipos. Lo auténticamente perturbador es condenarlos de entrada o negar su presencia, pensando que incapacitan para llevar a cabo una acción positiva.

Finalmente debemos rechazar un estereotipo que perjudica enormemente las posibilidades de colaboración entre familia y escuela: el que supone que los padres de alumnos con discapacidad necesitan inexorablemente algún tipo de terapia (psicológica, de pareja, psiquiátrica).

En esencia, dicha ayuda consiste en proporcionar una información correcta sobre la situación del niño o niña, expectativas realistas hacia su desarrollo futuro, posibilidades de acción de los propios padres, referencia de la experiencia de otras familias en situaciones parecidas, orientación acerca de las ayudas que pueden recibir en ese proceso, todo ello sobre la base de una actitud receptiva y acogedora hacia los sentimientos que los padres pueden experimentar en una situación tan crítica.

Los docentes debemos tener una actitud receptiva, abierta y colaboradora con los padres, esta debe basarse en el respeto hacia su propia intimidad, en el acogimiento, libre de actitudes culpabilizadoras, de sus sentimientos en relación al progreso y hacia nuestra propia acción , y en claridad con la que percibimos y presentamos las posibilidades de nuestra acción profesional en colaboración con ellos, necesariamente centrada en la ayuda que su hijo puede recibir en casa o en la escuela.

Podríamos fundar la colaboración con las familias en tres principios básicos:

- Conocimiento sin prejuicios

- Respeto muto

- Claridad sobre las posibilidades de acción conjunta.

- Conocer la familia y conocer la escuelas

Es importante que los padres entren en contacto con la escuela, también de una forma global, y no sólo a partir del análisis de las necesidades especiales de su hijo. Por ello, conviene informarlos del proyecto educativo. Una información global de dicho proyecto nos pone en contacto con los aspectos básicos de la educación que va a recibir el niño, con independencia del tipo y grado de discapacidad que lo afecta. Los padres se pueden sentir tranquilizados y estimulados a la vez al constatar el alcance de las concreciones de dicho proyecto que afectarán directamente a su hijo, como lo hacen también en relación a los demás alumnos del centro.

No podemos obviar que ciertos aspectos, que en determinados proyectos pueden tener relevancia, resulten especialmente difíciles de adaptar en el currículo de alumnos con graves déficits, Debemos plantear honestamente el trabajo de exploración de las posibilidades del alumnos que debemos llevar a cabo en el proyecto para adecuarlo a sus necesidades.

- El respeto muto como base para la colaboración

Es importante no dejarse intimidar por actitudes aparentemente hostiles o minusvaloradas de nuestro trabajo: “¿Qué va usted a saber?, ¿Ha pasado por lo que he tenido que pasar yo?. Es probable que no hayamos pasado por lo que habrán pasado los padres de nuestros alumnos, pero ello no es requisito para nuestra labor ni anula nuestra formación y nuestra experiencia docente

La experiencia acumulada al haber observado e intervenido en la educación de alumnos con semejantes necesidades educativas, a menudo excesivamente infravaloradas por los propios profesores, pueden contribuir a aumentar el grado de confianza de los padres hacia la escuela y su respeto hacia el trabajo que allí se desarrolla.

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