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“The First Grader” (El Colegial, en español),

Enviado por   •  11 de Julio de 2018  •  2.713 Palabras (11 Páginas)  •  339 Visitas

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En relación a esto, no podemos pasar por alto la aleccionadora idea de Marougke al sugerir que “el pasado está siempre presente”, y por lo tanto se debe aprender de los errores de aquel tiempo para no volver a cometerlos. La educación es una herramienta clave para ayudar a mejorar lo que ha antecedido y para crear futuros, porque “si se considera que el presente se explica por las decisiones que se tomaron en el pasado, entonces lo que suceda en el futuro, depende de las decisiones que hoy estemos tomando”. Pero esta construcción del futuro se convierte en un campo de lucha en el que se enfrentan proyectos, intereses, ideologías y estrategias; lo cual puede explicar, de alguna manera, la conmoción desatada por la gente del lugar, que se debe a la existencia de determinados prejuicios que comparten la mayoría de los ciudadanos de la población, sumado al desconocimiento acerca de las tareas docentes y el rol de la escuela como institución formadora de ciudadanos civilizados y transmisora de conocimientos universales, aceptados para la formación de una sociedad democrática. Así lo expresa Rosa María Torres (2000: 225): "Prejuicios, mutuos recelos y desconocimiento operan de lado a lado entre las instituciones y los agentes vinculados a estos dos submundos de la educación: los que lidian con ella desde adentro del sistema escolar, y los que lidian con ella desde la familia y el hogar, la organización comunitaria" (en "Escuela, familia y comunidad: pactos y vínculos en revisión"). Es decir que se genera un choque de estructuras que crean una tensión (tanto interna como externa) permanente entre la institución escolar y sus miembros. No obstante, sabemos, de acuerdo a lo que expresa Lidia Fernández en “La dinámica institucional”, que en la base de toda institución existe un núcleo de tensión y conflicto que juega un papel central en su funcionamiento. De hecho, es el surgimiento de un conflicto el que da origen y curso a la historia. El conflicto tal como lo hemos entendido en “El lugar del conflicto en la organización escolar”, de Jares, es decir como un “tipo de situación en la que las personas o grupos sociales buscan o perciben metas opuestas, afirman valores antagónicos o tienen intereses divergentes; en esencia un fenómeno de incompatibilidad entre personas o grupos”; el cual se puede ver en esta persona que tiene como meta alfabetizarse pero ésta no es compatible con la meta prioritaria de la institución que se centra en la educación de los niños y además choca con los valores antagónicos de la sociedad en la cual vive.

En relación al conflicto en sí mismo, y su aparición dentro de la institución educativa también han resultado reveladoras las diferentes posiciones adoptadas por los personajes que aparecen en la historia. El maestro que plantea la no inclusión del adulto mayor dentro de la escuela, exhibe con esta postura su visión tecnocrática-positivista: lo califica como algo negativo, que debe evitarse, porque perjudica el normal funcionamiento de la institución; promueve el apegarse a las normas como la manera de mantener el statu quo, dejando el conflicto fuera de la escuela.

Retomando la definición de dinámica institucional, que consiste en “el movimiento a través del cual las dificultades se convierten en problemas y se trabaja para su solución”; vemos que la postura de este maestro se corresponde con una modalidad regresiva de funcionamiento institucional, ya que no evalúa la situación ni discrimina las necesidades y problemas para arribar a una solución. Por el contrario, predomina en él el prejuicio sobre el análisis de la realidad y demuestra una conducta impulsiva en su accionar. Este comportamiento puede verse también en el señor Kipruto, que no respeta todos los “Niveles y formas de participación”, por ejemplo respecto a la decisión de reemplazar a la maestra Jane, donde se desestima completamente el nivel consultivo, así como el evaluativo, ya que no se tuvo en cuenta el trabajo a mediano y largo plazo, con mecanismos de concertación que vayan constituyendo y ofreciendo un marco de referencia para la toma de decisiones.

En cambio, la postura de la maestra Jane coincide con la visión del conflicto desde una perspectiva crítica, es decir, no como algo negativo, sino como un instrumento esencial para la transformación de las estructuras educativas. Lo cual significa, en otras palabras, que opta por la modalidad progresiva: participa reflexiva y críticamente en sus responsabilidades; elige afrontar la situación conflictiva, dándole el lugar que Marougke reclama y de este modo muestra que, al tratarse la escuela de una organización social y cultural, debe promover valores de comunicación, solidaridad, desarrollo de autonomía y deliberación social. Por ello, es destacable la conducta de esta maestra, ya que en ella se reflejan los tres elementos de los que hablan Tedesco y Fanfani en “Nuevos tiempos y nuevos docentes”. Estos son: la vocación, el trabajo y la profesionalidad; porque para ser un buen maestro, no basta el dominio de competencias científico-técnicas específicas, ni un compromiso ético genérico (principio de honradez, ética profesional, etc.), sino además y fundamentalmente, el compromiso moral con el otro, una cierta actitud de entrega y desinterés. Esta docente sabe brindar, desde la institución en la que se encuentra lo que las familias, debido a los cambios en las formas de vida, ya no están en condiciones de dar: contención afectiva, orientación ético-moral, orientación vocacional, etc. También se enfrenta al fenómeno de exclusión social cuando conoce la historia de Marougke, y la de muchos niños que asisten a esa escuela, que sufren fenómenos tales como la violencia social, la desintegración familiar, el abandono, la desnutrición, entre otros; y ante esta realidad acepta un nuevo desafío respecto a la educabilidad, que implica no solo brindarles la enseñanza necesaria, sino también las asistencias consideradas como urgentes por su realidad social: alimentación, contención afectiva, moralización, etc.

Otros conceptos a los cuales la película nos ha llevado a reflexionar son los de gestión e inclusión, planteados por Sandra Nicastro, en “La gestión de políticas educativas públicas e inclusivas”. Esto ha sucedido así porque toda la trama se basa en la meta de un adulto que reclama ser incluido dentro de una sociedad que pregona “escuela para todos” pero que al mismo tiempo lo excluye. Por ello, la autora nos invita a cuestionarnos el funcionamiento del acto educativo en sí mismo. La propuesta consiste en asociar la idea de gestión reconociendo su carácter político, las relaciones de poder implicadas, en las cuales intervienen Estado, sociedad, familias, escuelas. Este hecho es fácilmente

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