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UTOPIA DE LA ESPERANZA.

Enviado por   •  28 de Febrero de 2018  •  2.583 Palabras (11 Páginas)  •  304 Visitas

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EL DOCENTE COMO INSTRUMENTO DE ACCIÓN POLÍTICA Y EDUCATIVA

NIDIA ARDILA PINILLA

Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana de la Pontificia Universidad Javeriana, Especialista en Pedagogía y Docencia Universitaria de la Universidad La Gran Colombia. Actualmente es Candidata a Magister en Educación de la Universidad La Gran Colombia. Se ha desempeñado como coordinadora de Bienestar Universitario en la Universidad Remington, Coordinadora General en el Colegio San Pascual. Está vinculada a la Secretaria de Educación de la ciudad de Bogotá, Distrito Capital desempeñándose como docente de inglés y español en la Institución Educativa distrital Compartir Recuerdo IED, Ciudad Bolívar desde el 2016.

ANGELICA GUISELLE CORREDOR FUENTES

Licenciada en Pedagogía Infantil de la Universidad de Sabana, Especialista en Procesos Lectoescriturales de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Actualmente es Candidata a Magister en Educación de la Universidad La Gran Colombia. Se ha desempeñado como docente de preescolar, básica primaria y bachillerato en diferentes Instituciones Educativas Privadas. De igual forma, como Docente Acompañante y Profesional de Seguimiento del Convenio “Proyecto 901 para la Primera Infancia”. Actualmente se desempeña como Coordinadora Académica en el Jardín Infantil Dream House Kindergarten.

JENNY ARKOS HERNANDEZ

Ingeniera de Sistemas de la Universidad Manuela Beltrán, Especialista en Investigación Criminal, Dirección Nacional de Escuela, Policía Nacional. Magister en Seguridad Informática de la Universidad Internacional de la Rioja, España. Especialista en Pedagogía y Docencia Universitaria de la Universidad La Gran Colombia. Actualmente es Candidata a Magister en Educación de la Universidad La Gran Colombia. Se ha desempeñado como Coordinadora de Educación Virtual a Nivel Nacional de la Fundación Universitaria del Área Andina, Docente Universitario por un espacio de 16 años, Docente de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.

“Si en realidad, no estoy en el mundo para adaptarme a él, sin más, sino para transformarlo, si no es posible cambiarlo sin un cierto sueño o proyecto del mundo, debo utilizar todas las posibilidades que tenga para participar en prácticas coherentes con mi utopía y no solo hablar de ella”

(Pedagogía de la indignación, Paulo Freire, página 43, 2012)

“La pieza clave, el instrumento central de la acción político-pedagógico en la escuela es el docente”

(Educación como praxis política, Francisco Gutiérrez, página 54, 1988)

Existe una politicidad en la educación como hay una educabilidad en el acto pedagógico. De ahí la importancia de que el educador deba preguntarse a favor de que, de quién, contra qué y contra quién lucha en su praxis educativa. En cada una de las sociedades existentes, se trata de controlar tanto a niños, niñas y jóvenes bajo patrones claros y específicos. Tal como lo afirma Marx, quién detenta el poder, controla la cultura y la educación. Esto explica por qué la escuela se convierte en un campo de batalla donde se quiere consolidar que tipo de sociedad perpetuar y reproducir. Por tal motivo, urge una necesidad de desarrollar un pensamiento crítico, radical, y esperanzador que ayude a comprender la realidad y a transformarla como potencial optimista de un futuro donde el cambio si es posible. No es solo leer la “palabra” sino también leer “el mundo”. Esto conlleva a fortalecer el pensamiento auspiciado por la reflexión del individuo, a cuestionar su ética, su naturaleza histórico-social para intervenir y elegir sobre su realidad. Debe ser una educación que incite a hombres y mujeres a pensar social, política e históricamente en el lugar en el que vive.

Palabras claves: utopía, política, democracia, ética universal, educación liberadora, esperanza, tecnología, alfabetización, realidad, pedagogía e indignación.

La educación desde siempre, se ha visto como piedra angular de todo proyecto o ideología política devengando en esto, que esta sea subordinada a los estándares políticos del gobierno o corriente de turno. Persistentemente ha existido el interés de modelar al individuo a las creencias y al tipo de sociedad que gobierna por encima de las necesidades. Dada las características del sistema educativo, la actividad político pedagógica puede ser tomada como ejemplo de la administración gobernante en un país. Los factores psicosociales arraigados en cada profesor, son los que dictarán el cómo será la manera en la que este socialice con sus estudiantes, y servirá de prototipo a los individuos de una colectividad en específico. Cada acto que se realice o deje de efectuarse en una escuela será un acto político que afectará o beneficiará a la clase política dirigente.

La manera en la que hace política un docente es diferente a la que ejecuta cualquier ciudadano común, ya que el primero puede ideologizar partiendo desde cero. Aunque el docente se declare neutral o apolítico, ejerce una acción profunda que lo convierte en un instrumento manejado por los conservadores del poder. Si la mayoría de los docentes no fueran ultraconformistas, el sistema escolar podría formar una sociedad con oportunidades reales y efectivas que satisficieran las necesidades básicas de hombres y mujeres. Lamentablemente, la función social de la escuela no es llevada a cabo por las múltiples tareas que se debe desarrollar dentro como: renovación de métodos pedagógicos, utilización de tecnologías, metodologías participativas, entre otras.

Ciertamente, el educador es responsable de la realidad social que se vive en la escuela, pues se quiera o no, “la sociedad del mañana lo será por la escuela o no lo será en la medida en que los docentes sepan qué tipo de sociedad están dispuesta a impulsar”. (Gutiérrez, 1988). El docente tiene que aceptar que su labor educativa debe transformar la sociedad de forma radical, tomando partido frente a la realidad social, la justicia, la libertad, la democracia, la ética y el bien común. Por eso, todo educador debe inculcar en sus estudiantes procesos de pensamiento crítico, creativo, que comprendan su mundo y lo alterquen hasta perfeccionarlo.

Por consiguiente, se debe procurar una educación progresista que apunte a forme seres humanos pensantes, comprometidos con su presente y su futuro problematizador.

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