¿Y el capitán? El objeto de la ciencia
Enviado por monto2435 • 25 de Octubre de 2018 • 3.113 Palabras (13 Páginas) • 329 Visitas
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La lucha por el poder entre la Aristocracia y la naciente clase burguesa, se libró primero en el campo de las ideas, es decir, el campo del conocimiento. En este caso, las llamadas revoluciones burguesas no son sino el cierre de una revolución que se inicia mucho antes en el periodo del Renacimiento, cuando los mecenas comienzan a ilustrarse y a financiar a artistas humanistas de la época que con sus ideas, retomadas del clasicismo, comienzan a transformar la manera de pensar de la época y a reenfocar la producción de conocimiento al descubrimiento y la invención.
Si a esto sumamos la Reforma Protestante y la caída del Imperio Romano de Oriente se forma un coctel que debilita de manera drástica al cristianismo y lo lleva a refugiarse y concentrar sus fuerzas en España, quienes buscando una identidad tras la Reconquista y la expulsión de moros y judíos de la península, adoptan el cristianismo como bandera del reino de Castilla y Aragón. Al buscar nuevas rutas comerciales a causa del bloque para llegar a Asia impuesto por los victoriosos Turcos Otomanos, se topan con un nuevo continente: América.
Así que mientras el resto de Europa se permitía salir del letargo, España se refugiaba bajo el mandato de los Reyes Católicos y la evangelización del Nuevo Mundo.
Durante el siglo XVIII surgen pensadores políticos que comienzan a hablar de contrato social, derechos, obligaciones, libertad, felicidad, desarrollo, progreso, justicia, democracia, libre comercio, etc. Proponen que el único modo de alcanzar esto es a través de la Razón y combaten fervientemente las ideas que durante siglos impuso la religión. Se crea la Enciclopedia dirigida por Diderot en la que participan más de 100 autores y se propaga como virus entre las clases intelectuales y letradas de Europa, las ideas se agitan y pronto estalla la revolución francesa, misma que pone fin a la modernidad para entrar a la edad contemporánea.
Es menester observar que las grandes divisiones que han hecho los historiadores al recorrido humano a través del tiempo, toman como fundamento las transformaciones radicales que se vivieron en el ámbito político, económico y sobre todo, cultural. Así, de la Edad Antigua a la Edad Media las culturas clásicas y el amor por el saber dan paso a la patrística y el conocimiento preocupado por legitimar el poder de la Iglesia-Estado.
De la Edad Media a la Edad Moderna logra salir Europa del estancamiento con un espíritu renovado e inspirado en las culturas clásicas y por último, de la Edad Moderna a la Contemporánea la razón, la ciencia, la tecnología y una nueva clase social logran redefinir el rumbo de la carrera humana.
¿Hacia dónde vamos?
La ciencia como institución está formada por toda una red de personas dedicadas a la producción de conocimiento. Este conocimiento pasa a través de filtros que lo aprueban o lo descartan, es sometido a debate y comprobación y en caso de que se genere un consenso puede convertirse en una ley o teoría. Cuando se tiene un cúmulo de teorías que dan sentido a una visión particular del universo se forma un paradigma. En este punto se vive bajo un mismo manto en el que todos los nuevos conocimientos parten de las bases previamente aceptadas. Pero en el momento en que surge una anomalía –algo incapaz de explicarse dentro de la estructura en uso— todo el sistema de conocimientos es puesto en tela de juicio, en ese momento es probable que ocurra una revolución científica.
La revolución implica un cambio radical en la forma de entender y comprender el mundo, no una acumulación de conocimiento progresivo, esto quiere decir que la verdad no es una y está sujeta a cambio, como mencionamos antes, la verdad se construye socialmente, pero esto no es suficiente si no nos cuestionamos ¿quién dirige las investigaciones científicas?, ¿quién pone los temas de interés sobre la mesa?, ¿hacia dónde van encaminadas la mayoría de investigaciones científicas y qué dice eso de nosotros como humanidad?
Es decir, si en un inicio la función principal del conocer fue la supervivencia y la huida del vacío semántico, y posteriormente la legitimación del poder, ¿qué motiva actualmente la investigación científica?
Parece que en el siglo XVIII lo tenían muy claro, los pensadores sociales encaminaron el progreso humano hacia la consecución de la libertad, democracia, justicia y felicidad. Había objetivos claros a los que se sumaron diferentes países, pero incluso detrás de estos valores lo que existía era una voluntad de transformación política y por tanto de poder.
A las revoluciones burguesas les precedió por una pequeña diferencia la revolución industrial, fruto de la aplicación de los conocimientos desarrollados desde el Renacimiento, de ese momento para acá, la tecnología se ha vuelto elemento indispensable de lo que suele entenderse por progreso. Suele incluso confundirse con el avance científico, siendo en realidad sólo una de sus manifestaciones, pero quizá la más notoria, visible y sorprendente que captura nuestra atención de inmediato.
Las transformaciones tecnológicas y políticas dieron origen a una nueva ola de crecimiento poblacional acelerado, no porque mejoraran la vida sustancialmente, pero lo permitían materialmente. Este proceso se agudizó de manera exponencial con la entrada de nuevas fuentes de energía tales como el vapor, carbón y en años posteriores el petróleo. Además, permitieron el crecimiento acelerado de la producción y su transportación para la comercialización. Algunas de las familias más ricas a la fecha, comenzaron a generar su fortuna desde estos años.
A estas alturas podemos observar que el conocimiento por el poder se subdivide en conocimiento por la transformación política y el conocimiento por el beneficio económico, que posteriormente dará origen al conocimiento para la guerra. Durante el siglo XVIII y XIX, se desarrollan la mayoría de las actuales potencias mundiales a través de sus procesos industriales y colonizadores. Hicieron de África y Asia su patio trasero, se distribuyeron países, ríos y mares mediante acuerdos, no obstante surgieron conflictos y poco a poco se consolidaron bloques político-económicos que más tarde darían origen a la Primera Guerra Mundial, donde intervinieron más de 50 países y murieron cerca de 13 millones de personas. América Latina vivió en estos siglos un proceso de luchas de liberación que Estados Unidos motivaba y apoyaba a través de la Doctrina Monroe, pues implicaba la salida de Europa del continente y dejaba el campo libre a dicho país.
Las luchas de independencia que se dieron en América Latina tuvieron relación directa
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