Ética, persona y sociedad Consumo de tabaco

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Por un lado, no podemos dejar de lado que el fumar es una práctica nociva y que en mayor o menor medida es un problema para el que la realiza, pero su realización debe ser también decisión del fumador, sin que por practicarla se vea rechazado o apartado de la sociedad. Por otro lado, los no fumadores tienen también todo el derecho de no verse afectados por la práctica de terceros, por lo que el dilema busca una solución diplomática y con la menor maleficencia posible, por que si bien no es posible encontrar una solución en la que ninguna de las partes salga afectado, si se puede encontrar una vía de salida que produzca el menor efecto negativo en ambos bandos.

En conclusión, las dos partes involucradas tienen derechos que no pueden ser pasados por alto, y aunque si bien la práctica del fumar en sí no representa un derecho, si lo es la autonomía que es atacada por las campañas radicales que se promueven en contra del cigarro. La mejor solución se encuentra en evitar alguna práctica radical y en su lugar, proveer a los fumadores de espacios habilitados para esta práctica, sin que esto se convierta por un lado en una agresión contra su dignidad o por otro lado en una afectación hacia la salud de aquellos que rechazan esta práctica, para que de acuerdo con lo que dice el utilitarismo, se alcance el mayor bien posible para el mayor número de personas, evitando así el rechazo o choque entre las partes involucradas.