Revisión Teórica Interculturalidad y Teatro

Revisión Bibliográfica

1. Alcances de la Educación Socioemocional

La educación socioemocional contempla un proceso cuyo foco es el reconocimiento de sus emociones como de los demás favoreciendo las relaciones interpersonales considerándolo como un enfoque educativo que involucra la enseñanza de las emociones con la necesidad de tener en cuenta el contexto sociocultural del individuo. (Bolaños, 2020 & Fernandez-Tripalaf-Arias, 2022).

En tanto, la educación emocional a diferencia del enfoque precedente se centra fundamentalmente en el desarrollo de competencias emocionales, sin considerar elementos contextuales, pero que implica según Cedeño (2022) “capacidades que se adquieren y potencian para lograr la adaptación a la sociedad”. En esta línea, Montagud (2021) establece que las principales competencias son la resiliencia, autoconocimiento, tenacidad, conciencia social, colaboración, empatía, autogestión, toma de decisiones responsable, comunicación asertiva y relaciones personales.

En suma, si nos referimos a la importancia del enfoque entregado por la educación socioemocional debemos ser conscientes de la existencia de un aprendizaje socioemocional que se asocia a un proceso en el cual se adquieren y desarrollan conocimientos, habilidades y actitudes a partir de experiencias cotidianas donde se validan las emociones de otros que favorecen el autoconocimiento, autorregulación de sus emociones, motivación, construir relaciones, tomar decisiones y manejar situaciones conflictivas para que sean capaces de expresar sus miedos, preguntas, frustraciones, rabias, esperanzas, entre otras. (MINEDUC, 2022)

Sin embargo, la educación socioemocional se ve completamente reforzada gracias al desarrollo de la Inteligencia Emocional que según Goleman (1995) es concebida como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. Esto se relaciona intrínsecamente con lo señalado por Bisquerra (2009) que viene a reforzar la idea de promover un bienestar psicológico del estudiantado para enfrentar situaciones complejas con las herramientas adecuadas en forma continua.

Bajo esta premisa cabe destacar que un manejo y adquisición de estas competencias implica una predominancia de la comprensión en el proceso de aprendizaje  impactando positivamente en los niveles de satisfacción para lograr el éxito escolar (Dolev y Leshem 2017). Así en el proceso educativo la inteligencia emocional cobra especial relevancia permitiendo el control, entendimiento y recuperación eficiente de los estados de ánimo negativos (Ortiz, 2011; Fattahi y Orostadi, 2014).

1. Panorama de la Educación Socioemocional en Chile

En los últimos años se ha visto cómo la reconsideración de la educación socioemocional cobra especial relevancia en el proceso de enseñanza - aprendizaje (Calisto, 2022) donde se ha planteado la necesidad de una educación integral, en la cual, deben ser desarrolladas todas las dimensiones del individuo implicando que el plano cognitivo debe complementarse con lo emocional (Vivas, 2022).

A raíz de ello, los acontecimientos políticos, sociales y culturales, tales como el estallido social o la pandemia COVID-19, han producido cambios significativos generando un fenómeno que, según indica el Ministerio de Educación (2022), se denomina “La interrupción escolar [...] en que las y los estudiantes han estado expuestos a períodos prolongados de falta de presencialidad y a un contexto de alta incertidumbre social” donde las estadísticas indicadas por Fundación Educación 2020 señalan que los mayores padecimientos a causa del confinamiento fueron 63,5% de aburrimiento, 41% de ansiedad o estrés y 34,6% de molestia o frustración.

Esto ha marcado profundamente el retorno a la presencialidad en niños, niñas y jóvenes en etapa escolar a tal punto que sus principales consecuencias radican tanto en episodios de crisis relacionados a salud mental que se traducen en ansiedad, estrés, depresión, ira, entre otros así como en el progresivo aumento de violencia escolar (UNICEF, 2022). De este modo, según indica la Superintendencia de Educación entre los años 2022 - primer trimestre de 2023 se han recibido un total de 13.582 denuncias relacionadas al área de convivencia en establecimientos educativos, de los cuales 12.879 corresponden a maltrato entre estudiantes.

Asimismo, dentro del panorama actual el Ministerio de Educación (2023) para responder a las necesidades de los tiempos posteriores a la crisis se centró en la elaboración, ejecución e implementación del Plan de Reactivación Educativa cuyos focos estaban en los ejes de convivencia y salud mental, fortalecimiento de los aprendizajes y asistencia/revinculación.

Así, uno de los planes a desarrollar en el eje de salud mental consistía en “atender los aspectos socioemocionales, de convivencia, equidad de género y salud mental para que los establecimientos sean espacios de protección y bienestar socioemocional” (MINEDUC, 2023) con variados programas en ejecución.

1. Rol de las escuelas en la educación socioemocional

Durante este último tiempo las escuelas asumen un rol esencial para el desarrollo sociocultural del ser humano, ya que, nos permite contribuir a las capacidades de socialización que promuevan conductas saludables en niños, niñas y adolescentes (Sanchez, Daura & Laudadío, 2019). De ahí que según Goleman (1996) señala que las emociones deben reconciliarse con las competencias cognitivas en las aulas donde los programas educativos apunten al desarrollo de competencias como autoconocimiento, empatía, autocontrol, entre otras.

A partir de ello, la educación adquiere un nuevo paradigma centrado en una visión integral que permite un desarrollo centrado en habilidades cognitivas, emocionales y sociales que aportan en favorecer una conciencia tanto personal como comunitaria de su entorno (Barrientos, 2013). Esto se relaciona intrínsecamente con lo planteado por Bernal y González (2015) quienes sostienen que la ausencia de una educación integral trae efectos negativos como adicciones, bullying, estrés, ansiedad, baja autoestima, depresión y conflictos de convivencia.

En suma no solo es tarea de la escuela influir en el desarrollo socioemocional de niños, niñas y jóvenes sino también es necesario involucrar a la familia en un trabajo coordinado entre ambos actores pues son quienes más inciden en el proceso educativo, de lo contrario se produciría eventualmente un efecto que según Márquez y Gaeta (2018) se traduce en que “la carencia del trabajo conjunto entre las familias y el ámbito educativo puede provocar que nuestra sociedad genere personas frustradas, violentas e irresponsables, víctimas de adicciones e inseguridad.”. Dentro de este contexto Greeberg (2000) sostiene que la inteligencia y competencias emocionales tanto las escuelas como las familias fomentan un entorno socioemocional que les ayude a desenvolverse en este plano.