Carta a Oliver Py

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Destaco en todo esto de lo visual y escaparatista esta palabra que usas tú de “bomba de mierda decorativa”, creo que no podrías haberlo expresado mejor.

Más adelante, tengo subrayado algo muy interesante que comparto al cien por cien, y que te citaré exactamente: “ Y por fin ganamos un viaje a las islas soberanas de la imbecilidad con animación y tómbola exóticas y cómicas hasta beber como una esponja. Crema solar, un sombrero de paja y el derecho a morir” esto es creo, lo que trataba de decir yo antes, seguimos en lo mismo, en la apariencia. Importa el ganar, estamos sedados por una atmósfera material donde nos atontan con somníferos baratos y lustrosos que nos hacen creer que tenemos y somos, pero, tras eso, ya no queda nada.

“Somos cerdos comunicantes” dices, creo que hemos olvidado lo verdaderamente importante y nos contentamos con cosas absolutamente banales y que nos llevan en picado hacia el precipicio donde nos espera la muerte de la comunicación, la expresión vivida y la palabra sentida desde, lo que antes he llamado segundo cerebro.

En el capítulo de “Aquel que pide verdad” hablas de la importancia de diferenciar cuando se usa la palabra por una necesidad, o cuando es necesario decir una palabra. Creo que el ejemplo que usas del dolor de pies es muy sencillo y práctico para entender lo que nos atañe.

“La palabra es promesa”, “La palabra es ese amor que se encarna en la oralidad bajo forma de promesa”. Me encantaría saber a qué te refieres con esto, me parece precioso y muy verdadero el hecho de que llames a la palabra promesa, y voy a tratar de explicar cómo lo vivo yo y entiendo.

Entiendo la palabra como promesa porque entiendo la palabra como compromiso. En la palabra, en nuestro decir, se alberga cada vez un compromiso hacia algo que tratamos de transmitir y hacia la palabra en sí. Si no existe el compromiso, la palabra quedaría vacía de vida y de sentido, y moriría. ¿Para qué vamos a tratar de decir algo si no hay un compromiso? Si no hay compromiso no tengo la necesidad de expresar y de transmitir.

¿Esta cerca esto a lo que tratabas de decirme en tu texto?

Me encanta la idea de que la palabra no se limite a la necesidad de comunicación única y exclusivamente, de que no se deba dudar de la palabra y de que ésta vive y ha de vivir en nosotros.

¿Cómo se te ha ocurrido semejante maravilla con la palabra “encantación” y “encarnación”? me parece maravilloso este símil. Creo que tienes mucha razón cuando hablas de que, en el actor, la palabra misma es la que lleva toda la potencia y el poder de encarnarnos, si nos dejásemos en todo caso, que esta segunda parte ya es lo complicado. Cuando sucede esto, es mágico, porque es la palabra y el personaje que has dejado que entren en ti y tu segundo cerebro es el que habla a través de esta encarnación, el primero observa que todo vaya bien, y menos mal que no deja de funcionar! Jajajaajajaja

Entonces, para resumir, estamos de acuerdo con que hay que evitar que la palabra muera no? No quiero formar parte de un mundo en el que el teatro, y encima yo como actriz, sea un escaparate visual pero vacío y rancio por dentro.

Y me alegra poder estar en el seno del conflicto para formar parte del bando revolucionario del cambio!¡Salgamos de la zona de confort en busca de algo mágico, porque sólo ante el abismo es cuando sucede lo maravilloso!

Un saludo muy fuerte.