Cartas del Diablo a su Sobrino de C.S. Lewis, enseñanzas
Enviado por Ensa05 • 26 de Marzo de 2018 • 2.598 Palabras (11 Páginas) • 488 Visitas
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cual temen los demonios.
• Diversión: procede del instinto del juego, fomentan la caridad, el valor y el contento; aunque a veces nos pueden distraer de la voluntad del Señor.
• Chiste: nace de la percepción de la incongruencia. En el tema del sexo para los chistes están las personas que lo hablan porque da a lugar a incongruencias y las que utilizan el chiste como excusa para hablar del sexo. También hay personas que usan el chiste para destruir el pudor.
• Ligereza: las personas no se toman nada en serio y así se van alejando de Dios cada vez más, perdiendo el afecto y alejándose de la verdadera alegría.
Enfocarme en la primera, fomentar cuidadosamente la segunda y tercera, y obviar la última razón para reír.
Carta XII
Cuando una persona tiene malos hábitos y se empieza a alejar lentamente de Dios, procura no pensar en que está haciendo mal muchas cosas y para no sentir la culpa mejor ignora. Es muy irónico, cada vez veo mas y mas actitudes mías en estas cartas, pues se reconocer que en vez de cambiar mi comportamiento mejor he dejado de ir a misa y rezar, en parte porque no me siento digna de hacerlo y porque detesto ese sentimiento de culpa. Sin duda alguna se debe ver a Dios como “sin quien nada es fuerte” ya que esa “nada” resulta ser un demonio que se aprovecha de esta distanciación, manteniéndola para llevarnos lentamente lejos de la luz hacia las tinieblas.
Carta XIII
“El hombre que verdadera y desinteresadamente disfruta de algo, por ello mismo, y sin importarle un comino lo que digan los demás, está protegido…” No debemos dejar de actuar y hacer aquello de lo que verdaderamente disfrutamos y nos hace sentir plenamente felices. No hay que dejarse influenciar por nada ni nadie que nos quiera hacer creer que hay cosas que son “mejores” que aquello que nos gusta a nosotros, porque el Señor disfruta vernos ser nosotros mismos y quiere que sepamos que mientras más “de Él somos” más “nosotros mismos seremos.”
Carta XIV
Es muy importante que nos sintamos felices por nuestros grandes logros y los talentos que nos ha otorgado nuestro Padre, sin dejar de pensar en los demás. Debemos ser personas humildes, amar al prójimo como a nosotros mismos, porque Dios está feliz cuando el hombre vuelve su atención hacia afuera, sin pensar demasiado nuestros pecados una vez nos hemos arrepentido, porque simplemente nos consumirán y no permitirán que pensemos en cosas más importantes (como nuestros hermanos).
Carta XV
Los seres humanos vivimos en el tiempo, pero afortunadamente Dios nos ha destinado a la eternidad, por eso quiere que vivamos en el presente, porque el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad. Se nos ofrecen la libertad y la realidad únicamente en el presente, por eso no se debe vivir estancado en el pasado ni angustiado solamente en el futuro. Al pensar en el futuro se piensa en cosas irreales, cosas que todavía no conocemos.
Carta XVI
Se debe atender a una iglesia con el fin de ir a escuchar la palabra del Señor, y si nos agrada se puede ofrecer ese “sacrificio” de tiempo y paciencia con amor a Dios. Si nos ponemos a buscar una iglesia que nos agrade simplemente nos estamos convirtiendo en críticos, no en cristianos devotos de corazón. Hay que ir con disposición de aprender de todo lo bueno que se pueda dar en una iglesia y no con la actitud de ir a criticar las cosas negativas, haciendo un esfuerzo por ignorar los defectos y apreciar las virtudes de la misma.
Carta XVII
Somos personas muy exigentes y difíciles de satisfacer. Hoy en día es mucho más común la gula por exquisitez que por exceso, pues lo que empieza como vanidad puede llegar a convertirse en costumbre. Llegamos a suponer que las personas saben exactamente lo que deseamos, y por esa manera de pensar nunca estamos satisfechos con los resultados que nos proveen.
Carta XVIII
El deseo sexual está asociado con el afecto, el amor. Se define a la pareja casada como “una sola carne”. No debemos utilizar el amor como una excusa para faltar a nuestra castidad, para librarnos de toda culpa y no ver que estamos fallando.
Carta XIX
El amor de Dios siempre será un misterio para nosotros mientras estemos viviendo esta vida terrenal, pero no por el hecho de que no lo conocemos totalmente se debe de pensar que las intenciones de nuestro Creador son malas. Pienso que los demonios nos quieren llegar a conocer la “razón de Su amor” sino que quieren ese amor de vuelta para volver al Cielo.
Carta XX
1os demonios quieren que nos enfoquemos más en el deseo sexual y en la apariencia física al momento de escoger a nuestra pareja, para hacernos olvidar de lo que verdaderamente cuenta: amor incondicional, apoyo y fidelidad, entre otros aspectos. Si estamos con alguien por atracciones fijas jamás nos sentiremos satisfechos y esto nos induce a la infidelidad.
Carta XXI
No somos dueños del tiempo, es un regalo que se nos ha otorgado. No podemos detenerlo, alargarlo ni acortarlo. Debido a que es un regalo se debe valorar en nuestras vidas y no perderlo en cosas que verdaderamente son inútiles, porque “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”. No se puede hacer nada más con el tiempo que vivirlo y aprovecharlo al máximo.
Carta XXII
El amor llega cuando uno menos se lo espera y cuando no se está en buscar de él. Es muy importante que la persona de la que nos enamoramos esté muy centrada en lo que cree y nos influya de una manera positiva. Hay que aprender a confiar en la bondad de una persona, y no buscarle sus grandes defectos por ser buena, tal como lo hacen los demonios.
Carta XXIII
El “Jesús histórico” del que habla Escrutopo no es más que una creación de nuestra mente para no ver a Jesús y reconocerlo por la devoción que tuvo, simplemente nos hace verlo como una figura que existió en un tiempo determinado y tuvo una gran influencia, escondiendo algunos aspectos de las Escrituras y exaltando otros. Este Jesús histórico se crea por medio de las malas deducciones que hace el ser humano por resistirse a aceptar la verdad.
Carta XXIV
Todos los cristianos son diferentes, y por lo mismo hay que respetarlos
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