Nuestro mundo esta ávido de educación: Cartas a quien pretende enseñar
Enviado por karlo • 17 de Noviembre de 2017 • 2.980 Palabras (12 Páginas) • 577 Visitas
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Aunque en otras cartas también hace bastantes afluencias a la política, Freire en la 5ta carta afirma que no pretende reducir la práctica educativa a un esfuerzo simplemente político partidario.
Es urgente que el magisterio sea tratado con dignidad para que la sociedad pueda esperar de él que actúe con eficiencia y poder exigir tal actuación. Reflexión muy real de Freire que se asemeja a la realidad en que viven gran parte de todos los educadores de América latina.
En la cuarta carta, que Freire la denomina –De las cualidades indispensables para el mejor desempeño de los maestros y maestras progresistas- El autor señala que estas se van generando con la práctica. Una de ellas es la Humildad que, según el autor, exige valentía, confianza en nosotros mismos y respeto a los demás. En este contexto el autor define al autoritario como un sometedor y arrogante de su conocimiento; por lo que considera que escuchar con atención a quien busca, es un deber humano y un gusto democrático nada elitista.
Otra cualidad es la amorosidad, sin la cual el trabajo del educador pierde su significado, sin este no se podría sobrevivir a las diversas negatividades de su que hacer, inmerso en el contexto social ya anteriormente expuesto. La valentía es otra, la que infiere que se debe reconocer que como educador se es un político por estar predispuesto a la lucha; en esta la principal barrera es el miedo, que sería el objetivo a vencer si se quiere conseguir dicha cualidad.
La tolerancia, cualidad que es necesaria para convivir, respetar y aprender con lo que es diferente. La competencia, la ética y la justicia son cualidades que devienen de las anteriores y del acto político de educar, pero necesariamente deben de existir para lograr de la educación una democracia. La capacidad de decidir y la seguridad, estas ligadas íntimamente, requieren que se tenga conocimientos fundamentados con competencia científica, claridad política e integridad ética.
La tensión entre la paciencia y la impaciencia, distribuidas de forma equitativa, puesto que el predominio de una desfavorecería la labor educativa. Como última cualidad indispensable que señala Freire es la parsimonia verbal, que trata de asumir la tensión entre la paciencia y la impaciencia lo que contribuye al statu quo.
A pesar de que Freire pone de manifiesto estas cualidades, las que he considerado necesario nombrarlas, las considera incompletas, sin lo que es la alegría de vivir, la que la considera como virtud fundamental para que la práctica educativa sea democrática.
La quinta carta la denomina –Primer día de clase- Aquí, el autor, da a entender, en uno de sus acápites, que no posee la verdad completa sobre los diferentes tópicos discutidos hasta ahora, al mismo tiempo afirma que tiene algo que contribuir a la formación del que va a ser o es educador. Hablando específicamente de esta carta, se basa sobre todo del miedo al que se tiene que enfrentar el nuevo educador en lo que va a ser con el tiempo una experiencia gratificante; Este miedo es defendido por el autor cuando menciona que el miedo es un derecho más al que corresponde el deber de educar. Este miedo nos hace humanos, el autor también, señala pautas de cómo asumirlo, refiriendo que el autoritario no podría asumirlo como lo haría el humilde. Cuando este miedo es asumido, entonces, inicia el proceso de valentía.
Aquí también Freire reconoce un aspecto que lo denomina Lectura de la Clase, que trata del cómo es la clase en su conjunto aquí se ve cómo reaccionan los educandos; esta lectura, es necesario que los educadores la apliquen. Estimular la imaginación de los educandos y utilizar la misma en el diseño de la escuela con la que ellos sueñan
La sexta carta Freire la denomina –De las relaciones entre los educadores y los educandos- Aquí nos expone que dichas relaciones van a estar establecidas más que todo en lo que haga el educador ante los educandos, Freire menciona que entre el testimonio de decir o de hacer, es más fuerte el de hacer por sus efectos inmediatos, por lo que es necesario que el educador no se contradiga en lo que dice y lo que hace ya que pondría en riesgo su perfil ante los educandos.
El autor también afirma que sin la intervención democrática del educador no pudiese existir una educación progresista, es por eso que le da bastante importancia a las relaciones entre ambos eslabones de la educación. Es por eso que los educandos son uno de los caminos que dispone el educador para ejercer una intervención en la realidad a corto y largo plazo, por lo que además del respeto hacia ellos el educador debería de conocer el contexto que los condiciona, que es la realidad en la que viven.
Estas relaciones entre educadores y educandos son difíciles, en las que debemos de pensar constantemente con miras a poder evaluarlas, ya que el educador también es humano y no es un ser perfecto. Esta carta Freire la concluye con dos anécdotas en las que hace denotar la necesidad de los educandos de tener una educación democrática y no autoritaria.
Su séptima carta Freire la nombra –De hablarle al educando a hablarle a él y con él, de oír al educando a ser oído por él- Muchas veces los educadores no son capaces de llegar a tener una relación o una vía de comunicación con el educando, vía la que cual el educando respete y acepte, muchas veces porque el educador no conoce el contexto que rodea al educando o porque no puede leer la clase. Por eso Freire pone a consideración de que se debe de brindar una formación al educando como sujeto crítico que debe luchar constantemente por la libertad.
Cuando se es democrático la educador vive la posible y placentera de hablarle al educando, para Freire es una de la maneras de poder llegar al educando. Habla también de la escuela como posible espacio acogedor y multiplicador de ciertos gustos democráticos a través de la discusión en la clase de ciertos casos que competen a la realidad del país hecho del cual se podrían superar barreras que a través de la educación se podrían cambiar en pro de la superación de una nación.
En esta carta también deja clara su posición teológica cristiana, seguramente católica como la gran mayoría en Brasil. Concluye esta carta dejando claro que los educadores hacen política, y la hacen al hacer educación, y si se quiere democracia, se debe de luchar por una escuela en la que los educadores hablen a los educandos y con los educandos, para que escuchándolos, los educadores también puedan ser oídos por los educandos.
Identidad, Cultura y Educación- se denomina la octava carta de esta obra que realiza Freire, en la que se puede decir que todo se relaciona,
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