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Como es la necesidad de encontrar un rumbo

Enviado por   •  7 de Noviembre de 2018  •  4.412 Palabras (18 Páginas)  •  243 Visitas

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La realidad que se mostraba a poco de iniciado el gobierno daba cuenta de que aquellos planteos no serían suficientes. Al mismo tiempo comenzaron a aparecer las primeras señales de contradicción dentro del propio gobierno, producto del acuerdo entre el radicalismo y el FREPASO. Era una coyuntura en el cual el único punto sobre el que no se discutía era sobre la necesidad de continuar con el esquema de convertibilidad que había impuesto el ministro Domingo Cavallo en 1991.

En este contexto, el gobierno no intento hacer frente a los problemas con serie de medidas fiscales y monetarias que, a causa de su débil instrumentalización, empeoraron la situación. La dificultad por imponer las políticas de ajuste en el gasto público, redujo la imagen positiva del gobierno. La popularidad inicial de De la Rúa comenzó a descender de forma alarmante a partir de que la ciudadanía comenzó a percibir una línea de continuidad.

Propuestas y caos

Como respuesta a la crisis, el 13 de diciembre la CGT realizo un paro general. La medida, implementada por séptima vez contra el gobierno de Alianza, conto con el apoyo de las capas medias afectadas por el corralito y fue aprovechada por los movimientos más radicalizados para profundizar sus críticas al gobierno. El PJ, por su lado, intentaba capitalizar el descontento y mostrarse como una reserva de gobernabilidad frente a las hipótesis de abandono del poder.

Un día antes, en la ciudad de Buenos Aires, había comenzado, una forma particular de protesta: los cacerolazos. En la tarde del 12 de diciembre, convocada por la cámara de actividades mercantiles y empresarias (CAME), la propuesta se encamino hacia la plaza de mayo. Lo que comenzó durante el día se convirtió, con el correr de las horas, en una protesta masiva. Las manifestaciones espontaneas se mezclaron con otras organizadas. Esa tarde miembros del movimiento teresa Rodríguez intentaron tomar las instalaciones del ministerio del desarrollo social. A la noche, diferentes comercios incluidos algunos cines y teatros, apagaron sus vidrieras y marquesinas. Lamentablemente, en los barrios, se reunieron vecinos que golpeaban cacerolas para protestar por la marcha de la economía y la incapacidad del gobierno.

Sin ropa durante las protestas del 12 de diciembre, unos quince militantes del partido humanista se pasearon desnudos, cubiertos con cajas de cartón. Algunas, inclusive, se animaron al topless. Su lema era rotundo: “estamos en pelotas”

La semana que siguió al paro general y al inicio de de los saqueos estuvo marcada por el mismo clima de critica al gobierno y movilización popular. Para mitigar por parte las consecuencias de las manifestaciones, los gobiernos provinciales dispusieron dos medidas. Por un lado, reforzar la custodia policial en los supermercados, y, por otro repartir bolsas de comida. Pero más allá de estos intentos, la crisis se manifestaba cada vez más hasta alcanza su punto de mayor complejidad el 19 y 20 de diciembre. El 19 comenzó con saqueos en plena ciudad de Buenos Aires.

La combinación de descredito, manifestaciones públicas de la clase media y presión social generalizada de los más pobres constituyo un escenario de extrema vulnerabilidad. De la Rua respondió a este contexto con la misma inadecuación que en otras oportunidades. En un intento por reestablecer el orden declaró el estado de sitio (el estado de sitio es un régimen de excepción que debe ser declarado por el poder ejecutivo, en particular por el jefe de Estado, y con la autorización del órgano legislativo correspondiente a ejecutarlo. El estado de sitio representa un concepto equivalente al de estado de guerra, y por ello se dan a las fuerzas armadas facultades preponderantes para los actos de represión. Durante el estado de sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o menor extensión, según las legislaciones. En algunas de ellas, como sucedió en la Argentina, se autorizaba al jefe de Estado a detener a las personas y a trasladarlas de un punto a otro de la nación, a no ser que prefirieran salir del territorio nacional).

La respuesta popular ante el estado de sitio fue exactamente contraria a la buscada. Una enorme cantidad de porteños se volcó a las calles haciendo sonar sus cacerolas, las manifestaciones eran tan pacificas como espontaneas. Y produjeron otra respuesta porque, cerca de la medianoche, Cavallo presento su renuncia. Pero esto no aplaco los ánimos. Los cacerolazos siguieron en la madrugada.

El 20 de diciembre, los escenarios fueron los mismos pero cambiaron los protagonistas. Los grupos desorganizados de manifestantes dejaron su lugar a los jóvenes de agrupaciones de izquierdas y piqueteros. El gobierno respondió con palos gases y balas.

Tras algunas horas de desconcierto y luchas callejeras entre manifestantes y policías, que dejo a más de veinte muertos y cerca de noventa heridos, De la Rúa las casa rosada. Firmo la renuncia y partió a bordo de un helicóptero luego de un llamado sin respuesta a la conformación de un gobierno de unidad nacional.

Peronismo: tres opciones de un mismo origen “Menem, Kirchner y Rodríguez Saa compitieron al margen del partido”

Desde la derrota en las presidenciales de 1999, el peronismo estaba sumido en una crisis de liderazgo difícil de resolver. Desde la fuerte impronta de conducción que le dio Carlos Menem en los años 90, el PJ no había logrado encauzar su dirección política. El escenario de las elecciones que se previa para 2003 no hizo más que acelerar los procesos y las decisiones. En este contexto, había dos cuestiones en claro. Una que cualquier determinación ganadores y perdedores dentro del partido. Otra que Duhalde en el gran elector a mediados de 2002 había promulgado una serie de leyes, estas leyes reformaban los modos de financiamiento de los partidos, regulaban los gastos de campaña y transparentaban las elecciones de dirigentes. En este último sentido la ley 25.611 fijaba la realización de internas abiertas a 30 días iniciada la campaña. Este método se topó en la realidad con los problemas irresueltos de la interna del PJ.

Dos objetivos:

Una vez que Reutemann y De la Sota quedaron descartados como candidatos Duhalde le dio su apoyo a al gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner. Lo hizo de manera explícita el 15 de enero de 2003. Pensaba que, con esa, al mismo tiempo, terminaba con la carrera política de Menem y aseguraba su poder en la línea sucesoria. Lejos de suceder esto, las rencillas internas se agravaron al punto tal que Duhalde tuvo que reunir al congreso nacional justicialista, en Lanús, y tomar

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