Dédalo: el espejo como vehículo para el proceso hermenéutico
Enviado por Helena • 5 de Diciembre de 2017 • 4.848 Palabras (20 Páginas) • 441 Visitas
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El ideal de los Contemporáneos fracasa porque son unos cuantos en contra de las masas y el poder. Algunos de sus integrantes terminan por aliarse a los enemigos de los gobiernos de Calles y Cárdenas, otros se suman como funcionarios a las filas del régimen y siguen su ideal literario clandestinamente.
La obra de Jaime Torres Bodet está envuelta con este halo de crisis y restauración, dos caras de una misma realidad, dos procesos que convergen en un mismo tiempo: en el México posrevolucionario. El poema que analizaremos en esta investigación, “Dédalo”, plasma la necesidad de encontrarse. Encontrar la “identidad mexicana”, o encontrar la individualidad, el punto de partida es una búsqueda. En “Dédalo” podemos hallar el problema del reconocimiento del “yo” en el “otro”, es decir, reconocer “lo mexicano” para no buscar en lo extranjero, saber que aquí mismo hay elementos con los que se puede crear literatura y, por lo tanto, cultura propia.
Espejo—Reflejo: Identidad
“Dédalo” está publicado en Cripta (1939) una obra que contiene sólo poesía, como la mayoría de la obra de Torres Bodet. En “Dédalo” el espejo cobra gran importancia porque el juego de reflejos está presente de principio a fin. En la búsqueda y el descubrimiento el espejo aparece revelando u ocultando algo (lo que se busca):
Enterrado vivo
en un infinito
dédalo de espejos,
me oigo, me sigo,
me busco en el liso
muro de silencio.
Pero no me encuentro.
Palpo, escucho, miro.
Por todos los ecos
de este laberinto,
un acento mío
está pretendiendo
llegar a mi oído.
Pero no lo advierto.
Alguien está preso
aquí, en este frío
lúcido recinto,
dédalo de espejos.
Alguien al que imito.
Si se va, me alejo.
Si regresa, vuelvo.
Si se duerme, sueño.
---“¿Eres tú?” me digo…
Pero no contesto.
Perseguido, herido
por el mismo acento
---que no sé si es mío---
contra el eco mismo
del mismo recuerdo,
en este infinito
dédalo de espejos
enterrado vivo.
En este poema la búsqueda es evidente. Descubrir (o más bien, interpretar) qué se busca, es nuestra tarea. Hasta ahora, basándonos en los datos históricos que ya señalamos arriba, respecto al grupo Contemporáneos y la situación de México en los primeros años del siglo XX, podemos aventurarnos a decir que en “Dédalo” se busca la “identidad mexicana”. Esto porque en aquella época la cultura en nuestro país estaba fracturada. Había discusiones en torno a lo que se entendía por “mexicano”. Siendo así, la búsqueda radica en reconocer lo “mexicano” y luego crear la cultura mexicana.
Escalante en su ensayo titulado “Contemporáneos y estridentistas en el estadio del espejo” (Escalante, 1994: 391-401) sostiene que la generación de los Contemporáneos pugnó, en sus primeros años, cuando tuvo estrecha relación con Vasconcelos y López Velarde, por alejar los trabajos literarios que se gestaban en México de la influencia extranjera. Así como por recuperar o reconocer lo “mexicano” y partir de ello para hacer sus composiciones.
La herencia de los Contemporáneos fue la inestabilidad. Un país en desequilibrio total, de aquí se explica el afán introspectivo de estos jóvenes intelectuales cuya encomienda era restaurar culturalmente a México. Evodio Escalante opina que en la literatura de los Contemporáneos el espejo es el medio para apreciar una identidad que se está formando (Escalante, 1994: 401). Los reflejos permiten valorar, con mayor detenimiento, la imagen que se le ha enfrentado al espejo (la situación literaria de México). Esta disertación nos acerca a decir que el espejo es el camino para explorar lo mexicano y luego elaborar una “identidad mexicana”. Escalante alude a la “nostalgia de lo mexicano” como un sentimiento que hermanaba a los escritores de aquella época. Las revistas de esos años, incluyendo Contemporáneos, querían difundir ese gusto por “lo nuestro” por lo que tenemos y que poco a poco, por el bombardeo literario extranjero, hemos olvidado:
Nuestra literatura se ha desvinculado de la raza, del medio, del minuto.
Arde en ella un vino extraño: exageraciones ultraístas, modernismos falsos… ¡Quién sabe qué cosas más!... ¿Quién— desde Guillermo Prieto--- ha cantado nuestras canciones populares y se ha llenado la boca con el agua luminosa del poema mexicano? (La Falange, núm. 4, VII/1923, p. 194, en, Escalante, 1994: 395).
Si bien, Escalante nos ofrece una interpretación global del espejo (ruta para formar una identidad) como común denominador en los Contemporáneos, Octavio Paz retoma la figura del espejo (Paz, 1994:6), particularmente, en “Dédalo” como un elemento cumbre que define la poética de Torres Bodet, es decir, a través del espejo se aproxima a la conciencia, al “yo”, donde el ser desaparece y sólo queda la imagen, o más bien, el reflejo. Paz advierte que Torres Bodet en varios de sus poemas pretende aproximarse al “yo”, a la conciencia y que, en “Dédalo” logra su objetivo gracias a que se apoya en el proceso que se despliega del espejo: el reflejo. La actividad del reflejo es proyectar la imagen que a éste se le antepone. El reflejo es otra dimensión de la imagen primera, es un desprendimiento de ésta que facilita la exploración, permite que se le vea a detalle, notando diferencias y
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