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EL PEQUEÑO NICOLÁS Capítulo 2: Los Vaqueros

Enviado por   •  6 de Diciembre de 2017  •  1.107 Palabras (5 Páginas)  •  989 Visitas

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...

soy yo! ¿Desde

cuando, gallina? Preguntó Rufus. Alceste a quien sin embargo no le gusta

pelearse, cogió su hacha de madera por el mango,¡toc! Le dio un golpe en la

cabeza a Rufus, quien no se lo esperaba. Afortunadamente, en la cabeza de

Rufus había una gorra, ¡mi gorra! ¡Rompiste mi gorra! Gritó Rufus y empezó a

correr detrás de Alceste, mientras que yo galopaba de nuevo alrededor del

jardín. ¡Eh, chicos, dijo Eudes, parad!, tengo una idea. Nosotros seremos los

buenos y la tribu de Indios de Alceste intenta capturarnos, y después ellos cojen

un prisionero, pero nosotros llegamos y liberamos al prisionero y después

Alceste ¡es derrotado! Todos nosotros estábamos de acuerdo con esta idea

verdaderamente genial, pero Alceste no estaba de acuerdo. ¿Por qué tengo que

ser yo el indio? Porque tu tienes plumas en la cabeza ¡idiota!, respondió

Geoffroy, y luego, si ésto no te gusta, no juegues más, si en verda, al final ¡nos

aburres!

Pues bien, ya que es así, no juego más, dijo Alceste y se fue a una esquina a

poner mala cara y a comer un bollo de chocolate que tenía en su bolsillo. ¡Hace

falta que juegue, dijo Eudes, es el único Indio que tenemos, por otra parte, si no

juega, lo desplumo! Alceste dijo que bueno, que quería, pero con la condición

de ser un buen Indio al final. Vale, vale, dijo Geoffroy, sin embargo, puedes ser

de los contrarios. Y el prisionero, ¿quién será? Pregunté. Pues ese será

Geoffroy, dijo Eudes, vamos a atarle al árbol con la cuerda de tender. No lo

haréis ¿no? Preguntó Geoffroy, ¿por qué yo? ¡No puedo ser el prisionero, soy el

que mejor va vestido de todos! Bueno,¿ y qué? Respondió Eudes, yo no tengo

un caballo blanco y no me niego a jugar. ¡El caballo blanco lo tengo yo! Dije.

Eudes se enfadó, él dijo que el caballo blanco era para él y que si ésto no me

gustaba me daría otro puñetazo en la nariz. ¡Atrévete! Dije, y él lo hizo. ¡No te

muevas, Oklahoma Kid! Gritó Geoffroy y disparó con el revólver a todos lados;

Rufus, el silbaba y decía: ¡Soy el sherif y os voy a arrestar a todos!, y Alceste le

dio un golpe con el hacha en la gorra y le dijo que lo iba a aprisionar y Rufus se

enfadó porque su silbato estaba tirado en la hierba, yo lloraba y le decía a Eudes

que estaba en mi casa y que no quería verlo más; todo el mundo lloraba, era

genial, ahora nos reíamos, terrible. Y luego, papá salió de la casa. El ambiente

no es agradable. Eh niños, ¿qué es este jaleo, no sabéis jugar amablemente? ¡Es

por culpa de Geoffroy, señor, él no quiere ser el prisionero! Dijo Eudes.

¿Quieres un guantazo? Preguntó Geoffroy, y ellos empezaron a pelearse y papá

los separó. Vamos niños, dijo él, voy a enseñarles cómo hay que jugar. ¡El

prisionero seré yo! Nosotros estábamos tremendamente contentos. ¡Mi papá es

estupendo! Atamos a papá al árbol con la cuerda de tender y apenas habíamos

acabado cuando vimos al señor Blédurt saltar por encima del seto del jardín. El

señor Blédurt, es nuestro vecino, a quién le gusta mucho burlarse de papá. Yo

también quiero jugar, ¡yo seré Piel-Roja de Toro! Salga de aquí Blédurt, nadie

te ha invitado. El señor Blédurt era genial, él se puso delante de papá con los

brazos cruzados y dijo: ¡que la cara pálida guarde su lengua! Papá

...

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