EL REY LEAR LEAR. Rey de Britania
Enviado por Christopher • 27 de Mayo de 2018 • 7.111 Palabras (29 Páginas) • 642 Visitas
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REY LEAR:Pero ¿siente tu corazón lo que dice?
CORDELIA:Sin duda, padre mío.
REY LEAR:¡Tan joven y tan desalmada!
CORDELIA:Tan joven y tan verdadera.
REY LEAR:Bien está; sea la verdad tu dote, pues, por los divinos resplandores del sol, por los misterios de Hécate y de la noche, por el girar de los astros que rigen nuestros destinos desde el nacimiento hasta la muerte, desde ahora reniego de toda paternal obligación contigo. Rotos quedan los vínculos de la sangre, y como extraña a mi corazón y en mi vida abomino de ti por siempre. El bárbaro escita y el que despedaza a sus hijos para devorarlos, antes hallarán acogida y piedad en mi regazo que tú la que fue mi hija!
CONDE DE KENT:¡Oh, Rey bueno!
REY LEAR:Silencio, Kent. No te interpongas entre el dragón y su presa. Era la más querida; en su cariño esperaba el descanso de mi vejez. ¡Aléjate de aquí! Evita mi presencia. ¡No hallen reposo mis huesos en la tumba si no pudiera arrancarte de mi corazón! Llamen al de Francia. ¿No irá nadie? Llamen al de Borgoña. El de Cornualles y el de Albania, colmen el dote de mis dos hijas con esta tercera parte. Ella puede casarse con su orgullo, al que llama sinceridad. Investidos quedan de la soberanía con todas las preemiencias y atribuciones pertinentes a la realeza. Con debida alternación viviré durante un mes con cada uno de ustedes, obligándolos a sustentar cien nobles a mi servicio. Sólo el título real me reservo con todos sus honores. Cargas, tributos y demás emolumentos, todo es suyo. Quede confirmado con partir entre los dos esta corona.
CONDE DE KENT:Rey Lear: te he respetado como a un rey, te he amado como a un padre, te he obedecido como a un amo y hasta llegué a invocarte en mis plegarias como a un dios protector ...
REY LEAR:¡La ballesta vibra, no afrontes sus dardos!
CONDE DE KENT:Dispáralos todos, aunque vengan a clavarse en mi corazóN. Falte Kent al respeto cuando a Lear le falta el juicio. ¿Qué has hecho, anciano? ¿Piensas que mi obligación es callar cobarde cuando el poderoso se rinde a la lisonja? El honor ordena hablar con rudeza cuando la majestad desvaría. Vuelve en tu juicio y enmienda con cordura tu horrible insensatez. Con mi vida te respondo de mi verdad. Tu hija menor no es la que menos te ama. Señal de no estar vacio el corazón cuando las palabras salen de él apagadas, no huecamente retumbantes.
REY LEAR:¡Kent, basta ya, por tu vida!
CONDE DE KENT:¡Mi vida! Dispuesto estuve a jugármela siempre contra tus enemigos, y no temí nunca perderla si era en servicio tuyo.
REY LEAR:No quiero verte.
CONDE DE KENT:No, abre los ojos, y no importa que sea yo el blanco de tus iras.
REY LEAR:¡Por Apolo! ...
CONDE DE KENT:¡Por Apolo!, Rey: No jures en vano por los dioses.
REY LEAR:¡Oh, vasallo perjuro!
DUQUE DE ALBANIA y DUQUE DE CORNUALLES:¡Detente, señor!
CONDE DE KENT:¡Hiere! Pero hicieras mejor en matar a tu médico y aplicar su paga a tu curación. Vuelve en ti, o mientras quede un aliento en mi garganta será para clamar contra el mal que hiciste.
REY LEAR:Escucha, renegado; por ley de vasallaje has de escucharme. Has intentado que yo quebrantara un juramento, temeridad a que nunca fuera yo osado, y con desconsiderada arrogancia pretendes oponerte a la obediencia debida a mis mandatos. Mal se aviene a mi temple y desde este sitial el consentirlo. Yo haré bueno que aún tengo autoridad para recompensarte como mereces. Cinco días te concedo para proveerte de lo más necesario a evitarte una vida miserable. Al sexto día volverás tu execrable espalda a nuestro reino. Y si al décimo día tu proscrita persona es hallada en mis dominios, en aquel instante es tu muerte. ¡Aparta, por Júpiter! Es sin remisión mi sentencia.
CONDE DE KENT:Adiós, Rey, puesto que así procedes, la libertad está lejos de aquí; aquí sería el destierro. (A Cordelia). Virgen: los dioses te protejan. (A Gonerila y a Regania). Y sus prolijos encarecimientos sean confirmados por sus obras. Las buenas acciones han de florecer de las buenas palabras. De esta suerte, Kent ¡oh Príncipes!, se despide de todos. Llevaré mi vieja vida a nuevas tierras. (Trompetas. Entran el Conde de Glóster con el Rey de Francia, el Duque de Borgoña y acompañamiento).
CONDE DE GLÓSTER:Señor: mira aquí al de Francia y al de Borgoña.
REY LEAR:Señor de Borgoña: a ti me dirijo primero. Rival eres de este Rey por amor a nuestra hija. ¿Qué pedirías en dote, por lo menos, de no renunciar a tus pretensiones?
DUQUE DE BORGOÑA:Soberana majestad: yo sólo pido lo que me ofreciste; ni tu amor permitiría menos.
REY LEAR:Muy noble Borgoña: tan alto la tasaba mi cariño; pero ha desmerecido mucho. Mírala aquí. Si algo de su poca aparente persona o su persona toda, con mi aborrecimiento por todo ajuar, puede contentar a tu nobleza, ahí la tienes, tómala.
DUQUE DE BORGOÑA:No acierto a responderte.
REY LEAR:Con los males, que son todo su patrimonio; recién adoptada por mi odio; con mi maldición por dote, y extrañada por mi juramento, ¿la aceptarás o renuncias a ella?
DUQUE DE BORGOÑA:Perdóname, señor; mas de ese modo nadie la aceptaría.
REY LEAR:Déjala, entonces, pues, por la omnipotencia que me dio vida, te dije ya todo su valor. (Al Rey de Francia). En cuanto a ti, Rey poderoso, no quisiera malograr el amor que te tengo con unirte a lo que odio. Por tanto, yo te suplico que busques a tu amor más digno empleo que esta malvada, de quien la misma naturaleza se avergüenza al tenerla por suya.
REY DE FRANCIA:¡Mucho me espanta! La que era hasta hoy tu mejor presea, asunto de tus alabanzas, bálsamo de consuelo en tu ancianidad, la predilecta, la mejor, la más amada, ¿ha podido en tan breve tiempo cometer acción tan monstruosa, para deslucir así todas sus gracias? Preciso es que la culpa sea monstruosidad fuera de la naturaleza, o tu manifiesta adoración de antes era sólo aparente, pues hallar en ella acción culpable, es creencia que mi razón no admite si algún prodigio
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