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El escritor

Enviado por   •  9 de Enero de 2019  •  13.001 Palabras (53 Páginas)  •  373 Visitas

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Con una cara larga y una postura decaída caminaba lentamente hacia las escaleras cuando se encontró a uno de sus vecinos de enfrente. Su nombre era Baruc, un hombre alto y de tez morena, a simple vista podía parecer alguien sumamente serio pero una vez conociéndolo más a fondo sabrás que es alguien que siempre busca sacarte una sonrisa. Conocía a León desde hace tiempo ya que estudio artes cerca de su facultad, desde entonces eran buenos amigos.

-¿Por qué tan triste?- Pregunto Baruc.

-Hoy no fue un buen día- contesto León, prosiguiendo con todo lo que le había sucedido en el día mientras subían las escaleras.

-Vaya, creo que tu día si fue algo malo, pero no hay nada que no se pueda solucionar con unos tragos- Dijo Baruc señalando una botella de whisky que había en la mesa de su comedor e invitándolo a pasar.

-Hoy no estoy de humor para eso- Dijo León, rechazando la oferta de su amigo y entrando a su apartamento.

Tras un día largo y cansado entro a su habitación se recostó sobre su cama y solo estaba esperando el momento para caer plena y pacíficamente dormido, esperando con un poco de suerte que mañana fuera un mejor día.

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Despertó a la mañana siguiente, un poco adormilado y con vagos recuerdos de lo que había soñado. Rara era la vez que recordaba completamente un sueño, a menos de que fuese muy significativo para él.

Aun acostado en su cama, mirando hacia el techo, pensando que era lo que podría realizar el día de hoy. Este joven tenía de vocación la literatura pero hacían años que no ponía sus manos cerca del papel y la tinta. Tenía planeado retomar la escritura por estos días, ya que tenía un proyecto en mente.

Era un lunes como cualquier otro. Se alisto en pocos minutos y como siempre salió temprano para ir por algo de desayunar. Poco antes de salir del edificio recordó que no fue muy cordial con su amigo y quiso pasar a darle los buenos días y a pedir una disculpa por tomar esa actitud ayer por la noche. Toco un par de veces su puerta pero nadie atendió, el creyó que pudo haber salido. Siguió con su camino y se dirigió hacia afuera, su apetito no era muy bueno el día de hoy así que decidió tomar un paseo por el parque que estaba cerca de su edificio antes que ir por su desayuno.

Un clima cálido y muy soleado lo acompañaba parecía que iba a ser un buen día, pero todo podía pasar aquí, los cambios de clima esporádicos eran muy comunes recientemente. El joven caminaba de forma tranquila en el sendero del parque, este era inmenso, abarcaba gran parte de la cuidad, eran hectáreas y hectáreas de árboles, se caracterizaba por ser verdoso, y con una flora muy diversa. Decidió sentarse en una banca debajo de un gran árbol el cual generaba una sombra que le brindaba protección ante los rayos del astro rey.

En búsqueda de inspiración, observaba detenidamente cada cosa a su alrededor, el pasar de las personas, el revoloteo de una que otra ave, la misma manifestación del arte a través de la madre naturaleza, escuchaba el cantar de los ruiseñores y como este entraba en armonía con el ambiente. Perdido profundamente en la belleza de la naturaleza.

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Un hombre se le sentó por un lado, el sin ni siquiera notarlo, siguió con su pensamiento. Pasaron minutos antes de que cruzaran miradas, fue hasta ese momento en el que era su vecino Baruc.

-¿Cómo sigues?- Pregunto su amigo.

-Ya mejor- respondió –Creo que a veces le doy mucha importancia a cosas que no lo tienen.

- ¿a veces?- rio su amigo –Deberíamos ir a desayunar, ven yo invito.

Caminaron hacia la cafetería que León había ido ayer; Durante la caminata, le conto a detalle por lo que había pasado el día de ayer y la razón por la que estaba tan molesto y desanimado. Al terminar su desayuno los dos fueron a la barra para pagar.

-Deberías preguntar por ella, ¿no crees?, alguien aquí puede que la conozca- le sugirió su amigo mientras veía a la mesera que lo habida atendido ayer.

Se quedó viendo por un momento hacia la ventana, recordando cómo se iba de aquel local y como su silueta se perdía entre las arboledas. Volvió la mirada hacia la mesera preguntándole

-Disculpe, ¿me recuerda?-

-Por supuesto que te recuerdo, aun no soy tan vieja, eres el chico que vino ayer por la mañana- respondió aquella señora.

-De causalidad no conocerá a la mujer con la que estaba hablando el otro día o no sabrá donde la puedo encontrar- Pregunto el muchacho, con la esperanza de encontrar a aquella mujer.

- Se quién es, había venido un par de veces antes, pero no sé cómo la puedas encontrar- dijo la mesera, mientas atendía a alguien.

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-¿Me puede hacer un favor?, si vuelve a venir le puede decir que me llame- dijo mientras extendía su mano con un papel que tenía su número apenas legible escrito en tinta azul.

Los muchachos salieron de aquella cafetería, era alrededor de las 11 de la mañana, quedaba un largo día por recorrer. Pero antes de que Baruc pudiera decir algo su amigo le comento –Tengo una gran cantidad de cosas por hacer hoy, entre ellas está el volver a escribir, tengo un compromiso conmigo mismo y para finales de este verano debo tener acabado aquel libro que empecé hace tiempo-

-Yo igual, tengo algunas cosas que hacer- Dijo Baruc. Los amigos se despidieron y siguieron sus caminos en sentidos opuestos.

De camino a casa León se detuvo en una tienda a comprar algunas cosas para su hogar, comida, algo de café y uno que otro cigarrillo para fumar durante el camino.

Al salir de la tienda tropezó con una persona, tirando la bolsa de víveres al piso, y rompiendo el cigarrillo que estaba por prender, en su mano.

-¡Maldición!- grito enojado, pero aun sin voltear a ver el rostro de aquella persona. Una vez que sus ojos hicieron contacto, volvió a tirar las bolsas al piso y por poco rompía el cigarrillo que le sobraba.

-¡Ana!, como te extrañado, tengo años sin verte- exclamo entre risas y llanto ocasional.

León se crio en una familia distante de lo afectivo y lo cariñoso, sus padres siempre

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