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El hombre en busca de sentido. Resumen.

Enviado por   •  5 de Enero de 2019  •  5.295 Palabras (22 Páginas)  •  681 Visitas

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En psicología, existe un estado de ánimo llamado “La ilusión del indulto” en la que el condenado a muerte a punto de morir, concibe la ilusión en la que sería indultado. Lo mismo les pasaba a esos prisioneros, se agarraban a los últimos jirones de esperanza que les quedaba.

Cuando llegó el momento de la desinfección, donde se les quitaron todos sus objetos personales, Frankl perdió un manuscrito de alto valor para él, una obra que al perderla fue sin duda algo de lo más doloroso que le paso al momento de llegar al campo. Cuando estaban en el proceso de desinfección, se les afeito todo el cuerpo a los prisioneros y se les dio una pastilla de jabón. A partir de ese momento lo único que tendrían aquellos prisioneros seria su existencia desnuda. Ningún enlace material hacia su vida anterior. Después en la ducha a todos los prisioneros los embargó un humor macabro. Sabían que nada tenían que perder así que se pusieron a bromear sobre ellos mismos. Aparte del humor, otra sensación se apodero de ellos: la curiosidad, que suele aparecer ante ciertas circunstancias extrañas. Se tenía ese ánimo como medida de protección, todos deseaban saber que pasaría a continuación.

El miedo de morir continuo, lo desesperado que fue la situación y el preguntarse entre todos los miembros de una barraca sobre quien sería el siguiente abrigaba en ellos el pensamiento de suicidarse o “lanzarse contra la alambrada”, como decían ellos. Un un colega de Frankl que salió de su barracón a pesar de la prohibición y el peligro que esto significaba, les dio unos consejos alentadores, como el de tener una apariencia joven y lozana, todo esto con el fin de verse fuertes y capaces de realizar trabajos, todo con el único propósito de no ser enviados a las cámaras de gas. A los prisioneros que parecían enfermos y demacrados por fuera y por dentro eran los que más probablemente fueran enviados a las cámara de gas, a estos prisioneros se les llamaba en el campo como los “musulmanes”.

En la Fase dos, llamada como “La vida en el campo” por el Doctor Frankl, las reacciones de la fase anterior empezaron a desaparecer a los pocos días de haber llegado al campo, el shock y la fase de adulación terminaron. A todos los prisioneros los invadió un síntoma de apatía, en la que se llegaba a una especie de muerte emocional, desaparecen sus sentimientos ante la visión de cosas tétricas que ocurren todos los días (como el niño que se le hielan los pies y se medio arranca los dedos con unas tenazas), hasta que al final esas escenas se hacen habituales y se acostumbraban a ellas. Esta apatía era un mecanismo necesario de autodefensa, ya que el prisionero olvidaba todo dolor y sufrimiento y se centraba en un único objetivo, el conservar la vida propia y la de otros compañeros que era algo de lo poco o lo único que los mantenía con vida.

Para muchos prisioneros en el campo de concentración, sus mayores deseos eran el de comer una comida “bien servida”, un baño caliente (sin tener que preocuparse de que con lo que se están bañando sea agua o no), cigarrillos, cafeína, etc. Muchos de ellos imaginaban todas esas cosas inalcanzables para ellos. En una ocasión, el doctor Frankl pretendía despertar a un compañero que estaba teniendo una pesadilla, pero al final lo dejo porque por muy horrible que fuera la pesadilla siempre sería mejor que la realidad en el campo de concentración.

Debido a que todos o más bien la mayoría de los prisioneros padecían de un alto grado de desnutrición y a la ausencia total de sentimentalismo provocaba en ellos también que el deseo sexual fuera nulo. Pero eso no evitaba que en ocasiones en sueños, pudieran imaginarse o descargar esa necesidad humana. Las personas de constitución débil y que habían llevado una vida espiritual profunda parecían llevar mejor la vida en el campo que las personas fornidas, esto se veía o se podía observar claramente al llevar a cabo un trabajo, la persona fornida no podía hacerlo o llevarla acabó esa tarea sin tanta dificultad como una persona que estaba constituida de una vida espiritual fuerte. Esto se debía a que las personas poseedoras de una vida espiritual fuerte, se retrotraían a una vida de riqueza interior y de libertad espiritual. Eso sí, no cabe duda de que estas personas de complexión endeble sufrieron muchísimo.

Para aliviar el sufrimiento de los prisioneros se crearon una especie de terapias de grupo basadas en el humor. Se parodiaba todo aquello que había en el campo y por muy horrible que fuera siempre se reían de ello, de vez en cuando se llevaban a cabo algunas funciones tipo de cabaret, excepto que sin mujeres, donde algunos prisioneros por más exhaustos que estuvieran o por más pesado que hubiera estado su día, asistían a ver a algunos camaradas, recitar algunos poemas o cantar frente a toda la barricada, estos valientes hombres recibían en ocasiones premios por realizar sus actos, algunos de esos premios eran doble ración de sopa aguada, pero esta vez sacada del fondo de la olla y eso no significaba otra cosa más que ¡guisantes!.

La suerte de Frankl se fue incrementando poco a poco, y fue gracias a su buena relación con sus compañeros y con los “capos” que fue trasladado desde trabajos en el exterior a las cocinas como ayudante y posteriormente se presentó como voluntario para trabajar en un campo destinado a los enfermos de tifus desempeñando tareas sanitarias y atendiendo a estos con dolientes. Fue durante estas ocasiones cuando el Dr. Frankl, pudo observar que tan apático o desolado, más bien rendido de la vida, puede estar una persona, en ocasiones cuando tocaba chequeo por parte de los guardias de la SS para verificar que todo estaba en un correcto grado de “higiene, el Dr. Frankl tuvo que soportar, animar y “limpiar” toda la barricada de enfermos con tal de que todo estuviera en orden para cuando los guardias de la SS llegaran a la inspección, esto lo hacía guardándose y teniendo un gran grado de autocontrol sobre los enfermos, ya que en varias ocasiones debido a la apatía de los mismos, sentía ganas de golpearlos por no cooperar un poco y ayudarle a limpiar todo.

Una cosa anhelada por el prisionero era la soledad, dado que vivían en una sociedad comunitaria impuesta, no tenían ocasión de estar a solas consigo mismos. Frankl encontró un lugar destinado a ello cuando lo trasladaron a un campo de reposo, en este lugar, una noche Frankl nos describe como durante una noche mientras que todos estaban durmiendo o agonizando, saco unas patatas robadas y las hazo en la estufa que les permitían tener debido a los enfermos, esto fue sin duda un momento de privacidad y de “placer” aunando que al otro día se sentía con mucha más hambre y peor.

Los prisioneros

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