Resumen del libro El Hombre en Busca de Sentido

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Lo que en la vida cotidiana resultaba imprescindible, en el campo de concentración no lo era: los prisioneros no dormían el número de horas determinado para poder sobrevivir, dormían un aproximado de 13 personas en una misma litera, no tenían la ropa adecuada para abrigarse del clima frío, no podían higienizarse adecuadamente y como lo menciona Frankl: "A veces, cuando las cañerías se helaban, pasábamos varios días sin lavarnos, ni siquiera alguna parte del cuerpo y, sin embargo, las heridas y las llagas de las manos, sucias del trabajo en la tierra, no supuraba a menos que se congelase” esto solo es una parte más de lo escrito por este famoso doctor, lo cual es difícil de leer e imaginar, el hecho de saber que no se nutrían bien y que eran obligados al trabajo forzado todos los días, es una muestra más de cómo el egoísmo de algunos puede destruir la esperanza de muchos.

En este estado de shock, a todos en algún momento les rondaba la idea del suicidio, pues aquí se perdía el temor a la muerte, y tiene mucho sentido, son pocas las personas que hoy en día podrían mantenerse fuertes y con esperanza después de ver todo lo que tenían que vivir estas personas."Pasados los primeros días, hasta las cámaras de gas se observaban con un horror atenuado y soportable: al fin y al cabo le ahorraban a uno la decisión y el acto de suicidarse". El pensar ya de esta manera solo demuestra como es que la mente de cualquier persona podría empezar a quebrarse, a pensar más en dejar su sufrimiento terrenal, después de todo, ¿Cuántas personas merecían estar ahí? La respuesta correcta es que nadie, sin embargo este libro está basado en hechos reales, cosas que no pueden cambiarse.

Como menciona Frankl: “La reacción de un hombre frente a su internamiento en un campo de concentración supone también un estado psíquico anormal, pero si se juzga objetivamente, en función de la situación en el lager, es una respuesta normal supone una reacción típica dadas las dramáticas condiciones de vida". lo que intenta decir en esta frase es como la respuesta natural de cualquier ser humano es primero activar su instinto de supervivencia, pero cuando todo falla y su voluntad se quiebra solo piensa en como salir de esa situación, no importa la manera, lo único en lo que puede llegar a pensar es en dejar de sufrir.

Segunda Fase: La vida en el campo.

En la Segunda fase se habla de todo lo relacionado con la vida en el campo de concentración, una vez que los sobrevivientes se han dado cuenta y tomado conciencia de que no podrán salir de allí sin antes haber experimentado el sufrimiento hasta las fases más profundas dentro de su ser. Después de entender que todo ser humano existente en este tipo de campo es tratado como un animal, sin la dignidad propia que merece cualquier hombre. Es en esta fase donde se da pie a una de las partes más importantes de este libro, el tema del sentido de la vida, pues de acuerdo a como cada prisionero toma esto en cuenta, dependerá su visión de la vida en el campo y de un futuro esperanzador y feliz, y es lo que será el motor para seguir sobreviviendo en ese mundo hostil donde solo se podía encontrar sufrimiento en todos lados.

Dentro de esta fase existe una cierta apatía generalizada que luego terminaba en una ausencia de emociones, la cual tiene como objetivo el actuar como un mecanismo de defensa en el que cada individuo prefería no sentir a sentir demasiado. Esto se intensificada con el recuerdo de sus seres queridos, por su familia, la incertidumbre de muchos de no saber que había sido de sus seres queridos, y darse cuenta de que nada de eso cambiaría el sufrimiento que vivían en ese momento en el lager. Los prisioneros que lograron adaptarse a la vida en el campo, sufrían cambios dentro de ellos que debilitaban sus sentimientos y se acostumbraron a ver escenas perturbadoras, que despues ya no les causaba sorpresa alguna, la empatía iba muriendo junto con sus esperanzas de salir de aquella prisión, donde añorar lo que tenían en el pasado ya no lo veían factible y las pocas fuerzas que les quedaban solo las gastan en sobrevivir día a día.

Los prisioneros llegaron a crear una especie de caparazón en contra de los sentimientos afectivos, de esta manera podrían vivir sin sentir pena por el sufrimiento de las personas con las que conviven diariamente, puesto que a su alrededor solo podrían verse humillaciones, tragedias, e injusticias hacia todos aquellos que vivían en aquellos campos, ahí ya no existían clases sociales, ni dinero por el cual preocuparse, solo existían rangos de la milicia Alemana Nazi, y sus fuertes castigos hacia personas inocentes que sin conocerlas les dieron uno de los peores destinos posibles.

Era normal en la mayoría de los prisioneros el soñar con aquellos pequeños deseos que eran imposibles de conseguir en ese momento, llegaban a desear probar un pedazo de pan, pastel, el simple hecho de soñar con una ducha caliente que haría que cualquiera pudiera relajarse mientras medita sobre pequeños problemas. Y tenía mucho sentido el hecho de que lo que más se deseara fuera el conseguir alimento, pues la dieta diaria se reducía a una única ración de "sopa" y un trozo pequeño de pan. Como lo menciona el Dr. Frankl, algún otro deseo carnal no existía, las personas preferían seguir su instinto más básico que era el alimentarse para poder vivir, es por esta razón que se decía en aquellos campos, que cuando un hombre prefería fumar un cigarrillo que cambiar este por un trozo de pan, era porque ya se había dado por vencido, su voluntad para seguir viviendo ya no estaba.

Existía una carencia total de vida sentimental, puesto que en este ambiente tan hostil que narra el protagonista, nadie podía darse el lujo de enamorarse, si se quería sobrevivir tenía que hacer uso de su egoísmo interior donde la única preocupación que debía existir en cada persona era la preocupación por uno mismo, y nada más.

Aquellas personas que antes del campo tenía una vida llena de riquezas y de mucha vivencia intelectual, físicamente sufrieron mucho, eran más propensos a enfermarse y sus cuerpos eran más sensibles que otros, sin embargo intelectualmente tuvieron un poco más de fuerza para encontrar razones para mantenerse con vida y no perder del todo la esperanza de salir vivos de aquellas prisiones.

Aquellos que seguían soñando con sus seres amados como lo fue el Dr Frankl, podrían haber encontrado una razón importante y sobre todo para seguir viviendo, aún sin saber a ciencia cierta si es que aquellos seres amados seguían con vida. Describe cómo el recuerdo de su esposa lo hace aferrarse a la vida. "El amor trasciende la persona