El rey, el sabio y el bufon.
Enviado por Christopher • 23 de Febrero de 2018 • 3.456 Palabras (14 Páginas) • 515 Visitas
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continuar el diálogo con el monje, Alain esperaba con impaciencia la
intervención del resto de participantes.
Después se puso de pie el rabino Halévy y dijo que él y todo su
pueblo si creían en un Dios creador a pesar de todos los
sufrimientos que pasaran, dijo que creía en un Dios liberador de
todas las formas de esclavitud. Luego de discursos, se dio a
entender de que no era muy claro el origen de Dios ni del universo y
que tanto para los ateos como para los creyentes esto era un
misterio.
Siguieron discutiendo y apareció el tema del mal, los religiosos
decían que el mal es parte del universo pero que nunca iba a
triunfar, los religiosos preguntaban porque si los ateos no creían
en Dios aun creían en la humanidad. También se discutió acerca de
algunas religiones que tenían que ser ateas, por ejemplo en la
antigua Roma. El representante musulmán dio unos argumentos en los
cuales decía que el ateísmo era parte de su religión. Después de que
todos terminaran de hablar, se le cedió el turno al público para que
hiciera sus preguntas y observaciones, se levantó un viejo y
pregunto por qué el profesor no había mencionado a la ciencia,
debido a que era enemiga de la religión. Una joven le respondió
diciéndole que habían hecho una encuesta y en la encuesta como
resultados se había mostrado que la mayoría creía en Dios. Ella citó
grandes científicos que creían en Dios por ejemplo Einstein,
Heinserberg, etc. El profesor estaba de acuerdo, pero añadió el
hecho de que muchos de esos científicos en realidad buscaban un
conocimiento más amplio, pero terminaban siendo engañados ya que no
encontrarían esas respuestas en la religión. Al terminar el día se
le pidió al ateo que contara una parábola, él contó la parábola de
un jesuita, esto dejó perplejo al público. En esta parábola relato
como un hombre que se creyó profeta un día llegó al pueblo y les
dijo que solo podían comer una fruta por día y ordenó que lo
escribieran en las escrituras sagradas, entonces siempre fue así y
con el paso del tiempo se volvió una costumbre que nadie podía
revocar y a pesar de esto algunas personas rompían la ley divina y
comían varios frutos ya que en esos árboles había exceso de frutos
Las personas que seguían la ley competían para ver quién era más
creyente. Así terminó la parábola. Entonces el bufón se paró y con
euforia dijo unas palabras y se sintió muy orgulloso del ateo.
El swami se levantó y se dirigió hacia el profesor. Volviendo a
tomar la flor que le había dado antes se la tendió recitando estas
palabras: ‐Un hombre sin dios es como una flor sin tierra. Si se
marchita no es por culpa de lo Absoluto, sino de su absoluto
desarraigo.
Al Rey le costó dormirse. En su cabeza, y a pesar de todos sus
esfuerzos, bailoteaban numerosas imágenes. El Rey comprendió que se
tomaba por el ombligo del reino. El Bufón estaba muy satisfecho de
la jornada. Los éxitos de “su” campeón habían superado sus
esperanzas más secretas. En cuanto al Sabio, estaba bastante
contento consigo mismo. Salvo las intervenciones incontrolables de
algunas personas del público, había dominado bien esa primera
jornada del Torneo. Alain Tannier fue el único que no pudo dormir en
toda la noche porque se la paso haciendo una serie de
cuestionamientos y pensaba que la parte positiva que podía
encontrarse en algunos mandamientos religiosos no era más que
sentido común justificado teológicamente.
Capítulo 3
Al día siguiente, después del desayuno que por cierto fue muy
difícil de hacer debido a que cada religión tiene una forma de
alimentarse diferente, el turno le correspondió al budista, él
explicó que el budismo más que una religión o una filosofía era una
práctica que permitía encontrarse a uno mismo, es decir, no es
adorar a un Dios sino es ser capaz de entender la naturaleza de
todas las cosas.
El representante del budismo citó al Dalai Lama, donde este último
expresaba que tanto Cristo, Buda, Confucio, etc., y muchas
religiones buscaban la progresión
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