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Francisco Weffort El populismo en la política brasileña

Enviado por   •  4 de Septiembre de 2018  •  8.699 Palabras (35 Páginas)  •  359 Visitas

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Los sectores industriales fueron tal vez los mayores beneficiarios de los cambios políti cos que se produjeron después de 1930. Sin embargo, sería ilusorio suponer que tuvieron un rol importante en los aconteci mientos que condujeron a la crisis de la oligarquía. El movimiento de la Alianza Li beral contra el antiguo régimen fue esencialmente el resultado de una transac ción entre algunos grupos urbanos de cla se media y algunos sectores agrarios que conservaban una posición divergente en el interior del sistema oligárquico. La bur guesía industrial, como fuerza política individualizada, estuvo prácticamente au sente de los procesos revolucionarios.

Analizando las condiciones iniciales de la industrialización del Brasil, Celso Furtado ob serva que no existen, en esta época de crisis de la economía agraria, condiciones que hu bieran permitido la aparición de un conflicto abierto entre los intereses agrícolas y los inte reses industriales en gestación. Es cierto que la política económica del gobierno revolu cionario, consecuencia de las repercusiones internas de la gran crisis de 1929, tuvo como uno de sus resultados el estímulo del desarrollo industrial. Furtado observa, sin embargo, que la reorien-tación de la economía brasileña hacia la industria de penderá menos de una política conscien te de industrialización que de ciertas circunstancias estrechamente asociadas a los efectos internos de la crisis. La crisis de la economía agraria es, en primer lugar, un simple reflejo de la disminución de los estímulos del mercado externo y la política gubernamental consistió, en lo esencial, en transferir hacia el conjunto del país las pérdidas provocadas en el cultivo del café, nuestro principal producto de exportación. Esta política permitió la defensa del nivel de empleo y también de la demanda interna en un momento en que se reducía la capacidad para importar. Además, esta política creó indirectamente condiciones favorables para las inversiones en el mercado interno, sobre todo para las inversiones en la industria.[3]

Un análisis de este tipo nos permite comprender las condiciones fundamentales de la ausencia política de los grupos industriales en los inicios de la crisis oligárquica. Es más, tenemos aquí algunas de las condiciones que explican el comportamiento político de los sectores industriales de los años siguientes. El desarrollo industrial jugará siempre un rol secundario, y en cierta medida complementario en relación a las actividades del sector externo de la economía. La ausencia de los grupos industriales en la revolución de 1930 será confirmada, más tarde, por su incapacidad para asumir responsabilidades políticas en el nuevo régimen. A pesar del crecimiento del sector empresarial en el curso de este período, Fernando Henrique Cardoso nos muestra en las investigaciones que efectúa en 1962 1963, cómo los actuales empresarios no se identifican subjetivamente con el gobierno, y cómo se sitúan subjetivamente junto al Pueblo y, como tal, exigen protección y beneficios materiales. También, dice Cardoso, "el hombre de negocios extrae el máximo de provecho del hecho de que pertenece a una clase económicamente domi nante sin serlo totalmente desde el punto de vista político".[4]

Las clases medias constituyen una de las fuerzas más importantes entre aquellas que buscan hacer presión para derribar al régimen oligárquico. De estos sectores, constituidos en su mayoría por funcionarios públicos, militares y profesionales liberales, surgen los líderes más radicales de las insurrecciones antioligárquicas de la década de 1920. Ellos representan también la parte más influyente de la opinión pública que buscan dirigir con el objetivo de aplicar los principios liberales consagrados en la constitución de 1891, pero sistemáticamente desplazados por las oligar quías en el poder. Desde este punto de vista, la revolución aparecería como el punto cul minante de la presión de las clases medias que buscaban obtener las garantías para el sufragio, hasta entonces manipulado de ma nera fraudulenta, y a moralizar las costumbres políticas. Sin embargo las clases medias no demostraron poseer aquella "vocación de poder" que les habría permitido transformar el movimiento de 1930 en el punto de parti da de un nuevo régimen coherente con sus aspiraciones liberal democráticas.

El inconformismo de las clases medias viene de lejos y se manifestó de diferentes ma neras, desde las campañas de opinión en el momento de las elecciones, hasta las insurrec ciones militares de 1922 1924 y 1926, que fue ron sin duda sus expresiones más radicales y posibilitaron la emergencia de simpatías ge nerales en la opinión pública urbana. No obstante, lo que parece cierto es que la pro testa de las clases medias jamás fue capaz de ser verdaderamente eficaz fuera de un cierto tipo de alianza con un grupo situado en el interior mismo de la oligarquía. Obligados por una situación de dependencia social, en un estructura donde la gran propiedad era el elemento económico y social dominante,[5] estos grupos no llegaron a formular una ideo logía propia; esto es, un programa de trans formación social que expresara un punto de vista original contra el sistema vigente. Sus reivindicaciones de base, "representación y justicia", tendían a formularse en el marco de los principios liberales consagrados en la constitución de 1891 que constituían parte del horizonte ideológico de la oligarquía.

La desconfianza en relación con los "po líticos" fue siempre una de las característi cas del tenentismo, designación común mente aplicada a los movimientos dirigi dos por los jóvenes militares que se cons tituyeron en los líderes más representati vos de las clases medias.[6] Sin embargo, durante su largo período de relativo aisla miento político, los tenentes no se mostra ron capaces o interesados en construir alian zas efectivas con las masas populares ur banas o rurales y sus acciones tendían más hacia un radicalismo romántico que hacía una política revolucionaria eficaz. Su estilo de acción se manifiesta en los heroicos y trágicos episodios de 1922, cuando una docena de jóvenes militares se enfrenta a las fuerzas del régimen en el curso de una lucha absolutamente desigual en Río de Janeiro, capital de Brasil en la época. Está igualmente presente, con toda su grande za, en la marcha de la Columna Prestes, que después de recorrer luchando más de 20.000 kilómetros por el interior del Bra sil, fue obligada a recurrir al exilio: imagen de una revuelta que no ha encontrado la posibilidad de una vía política autónoma. En la Revolución de 1930, los líderes más importantes del tenentismo, con excepción de Luis Carlos Prestes, el jefe del movi miento que ingresa al

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