HIPERTEXTO MADAME BOVARY

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La sensación de paz que la inundó fue tan reconfortante que sintió una pizca de culpabilidad por haber hecho tal cosa a quien se suponía debía amar hasta la muerte, sabía que no era lo correcto, pero fue inevitable para Emma pensar en la oportunidad que tenía en la oportunidad que tenía frente a sus ojos de deshacerse de su tan infeliz matrimonio. Fue entonces cuando decidió volver a casa y darle a conocer a Carlos que el bebé que estaba esperando no era suyo sino del vizconde.

La reacción que obtuvo por su esposo fue inesperada, éste se quedó en silencio y derramando lágrimas salió de casa. Emma se asomó a la ventana para verlo alistar el carricoche y salir a la mayor velocidad que el vehículo le permitía.

Carlos sentía tantas cosas al mismo tiempo que no sentía nada, estaba decepcionado, se sentía herido, traicionado, triste, humillado, abandonado y un sinfín de emociones más. No podía creer que su esposa, por quien lo daba todo, en quien confiaba con los ojos cerrados le había arrancado todo tan de repente, su felicidad, su hogar, su corazón; no sabía si seguir viviendo era una opción para él, no encontraba el sentido en vivir con el constante recordatorio de que la mujer que más había amado en el mundo, después de su mamá le había traicionado de una forma tan vil y rastrera. Fue allí cuando recordó el arma que siempre cargaba consigo en el carricoche, la que esperaba nunca llegar a utilizar, sólo para defensa propia en algún caso extremo, se detuvo y fue a por ella.

Dos semanas después de lo sucedido, Emma recibió la visita de mamá Bovary, quien llegó llorando histéricamente y gritando: -¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa, de nadie más! ¡Nunca fuiste una buena mujer para mi niño! –Emma, sin entender qué sucedía, se quedó inmóvil en el porche de su casa. De repente entre toda la algarabía inteligible causada por la señora Bovary, Emma escuchó algo que capturó su atención: -¡Tú lo mataste! ¡Se ha quitado la vida porque no fuiste suficiente para hacerlo feliz! –No podía ser cierto, Carlos no podía haber cometido tan grave error, tenía que ser todo un sueño del que debía despertar en un momento, se pellizcó múltiples veces a ver si lograba salir de tan horrible pesadilla pero nada sucedía, la señora Bovary seguía gritando allí afuera de su casa y entonces el desolador sentimiento de la culpa y el arrepentimiento fueron tan desgarradores que le hicieron perder el conocimiento.

No fue hasta que Emma perdió a su esposo que se dio cuenta de lo valioso que había sido, perdió la oportunidad de llevar una vida tranquila, de ser amada y respetada por seguir el capricho incontrolable de tener un amante que perteneciera a la burguesía. Perdió el respeto que tenía como señora de casa, debido a que una vez se conoció el hecho de que por su infidelidad su esposo se había quitado la vida, nunca más fue vista como una mujer que mereciera la pena. Murió en la soledad, con la única compañía de