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L hombre en busca de sentido

Enviado por   •  21 de Febrero de 2018  •  3.489 Palabras (14 Páginas)  •  247 Visitas

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Después comenzaron a golpearlos con un látigo y los llevaron a otro cuarto donde los afeitaron sin dejarles un solo cabello en sus cuerpos; seguidamente fueron llevados a las duchas donde pudieron ver que de verdad salía agua de ellas.

Mientras esperaban su turno para bañarse, se empezaron a dar cuenta que no les quedaba nada salvo su existencia desnuda, pues no les quedaba nada que los uniera con su vida anterior, el Dr. Frankl solo tenía sus gafas y cinturón que tuvo que cambiar por una pieza de pan.

Muchos de los prisioneros en la desesperación de encontrarse encerrados y que fueran torturados tan brutalmente terminaban tocando las cercas de alambre electrificadas que bordeaban el campo de concentración porque era la manera en la que ellos concluían con el sufrimiento que pasaban.

“En la primera fase del shock, el prisionero de Auschwitz no temía la muerte.

Pasados los primeros días, incluso las cámaras de gas perdían para él todo su

horror; al fin y al cabo, le ahorraban el acto de suicidarse”. (Frankl E., 1991)

SEGUNDA FASE: LA VIDA EN EL CAMPO

En esta segunda parte nos describe la forma en como los prisioneros iban perdiendo la esperanza, pues comenzaba a extrañar su casa y su familia que la mayoría de las veces se dejaban consumir por la nostalgia. El sentimiento que comenzaban a experimentar enseguida era la repugnancia a lo que encontraban a su alrededor; cuando estaban enfermos y se presentaban en la enfermería eran azotados porque lo habían hecho a una hora que no era la apropiada, pues creían que era la manera en que no iban a cumplir con sus deberes.

Cuando uno de los prisioneros moría, lo que todos los demás prisioneros hacían era tomar la comida que le quedaba, cambiar los zapatos del fallecido por los suyos ya que consideraba que estaban en mejor estado que los que el poseía, tomaban el abrigo del muerto y algunos otros terminaban conformándose con un pedazo de cuerda; finalmente al deshacerse del cadáver les era entregada su ración diaria de sopa.

Tal era la magnitud de violencia a la que eran sometidos que el dolor físico ya no les molestaba, sino que era la agonía mental del saber que recibirían un castigo injusto por más mínima que fuera la falta que según los “capos” era cometida por ellos.

Eran llamados “cerdos” y los influenciaban diciéndoles que ellos no tenían sentido del compañerismo, es decir, de ayudarse mutuamente cuando habían prisioneros que no podían continuar con los trabajos que eran obligados a realizar.

En algún momento, llegó a envidiar lo que poseía el capataz como que era bien alimentado y su abrigo de cuero que estaba forrada de piel y los guantes que tenía para soportar el frio, mientras que ellos tenían que seguir cavando al aire libre con el clima tan frio que había y se desarrolló la siguiente escena: "Tú, cerdo, te vengo observando todo el tiempo. Yo te enseñaré a trabajar. Espera a ver como cavas la tierra con los dientes, morirás como un animal. ¡En dos días habré acabado contigo! No has debido dar golpe en toda tu vida. ¿Qué eras tú, puerco, un hombre de negocios?" Ya había dejado de importarme todo. Pero tenía que tomar en serio esta amenaza de muerte, así que saqué todas mis fuerzas y le miré directamente a los ojos: "Era médico especialista." "¿Qué? ¿Un médico? Apuesto a que les cobrabas un montón de dinero a tus pacientes." "La verdad es que la mayor parte de mi trabajo lo hacía sin cobrar nada, en las clínicas para pobres." Al llegar aquí, comprendí que había dicho demasiado. Se arrojó sobre mí y me derribó al suelo gritando como un energúmeno. No puedo recordar lo que gritaba.” (Frankl E., 1991). Entonces el “capo” que los vigilaba, lo ayudó pues sentía una simpatía por él por qué escuchaba sus historias de amor y los problemas que sufría su matrimonio.

Lo que trata de explicarnos con este pequeño suceso es que las personas nos ponemos a criticar la vida de la gente que convive a nuestro alrededor, sin conocer realmente por todo lo que han tenido que vivir para llegar exactamente al punto en que los hemos conocido como para ponernos a hablar sobre lo que creemos que pueden hacer sin saber nada sobre ellos.

La mayoría de los prisioneros se refugiaban en sus sueños con todo lo que no podían tener encerrados en ese campo de concentración, existían algunos otros que en lugar de tener ese tipo de sueños sufrían pesadillas pero no se les despertaba ya que llegaban a la conclusión (unos instantes antes de hacerlo) que lo que estuvieran soñando en ese momento, no podría ser peor comparado con lo que tenían que sufrir todos los días con el maltrato al que eran sometidos.

Al estar trabajando, se ponían a platicar e intercambiar recetas de comida para el día en que fueran liberados y pudieran reunirse de nuevo con sus familias, pláticas que terminaban con una pequeña señal cuando el guardia comenzaba a acercarse. “Durante la última parte de nuestro encarcelamiento, la dieta diaria consistía en una única ración de sopa aguada y un pequeñísimo pedazo de pan. Se nos repartía, además, una "entrega extra" consistente en 20 gr de margarina o una rodaja de salchicha de baja calidad o un pequeño trozo de queso o una pizca de algo que pretendía ser miel o una cucharada de jalea aguada, cada día una cosa”. (Frankl E., 1991)

Lo que debe considerarse inadecuado, pues era demasiado el trabajo que realizaban para obtener un mínimo de calorías que ni siquiera llegaba a la cantidad que gastaban realizando los trabajos, por lo que el cuerpo comenzaba a consumirse a sí mismo y así era como los músculos comenzaban a desaparecer.

Los prisioneros llegaban a tener una ausencia total de sentimientos, cosa que el autor pudo vivir cuando fue trasladado desde Auschwitz a Dachau. Cuando esto sucedió en el transcurso del viaje se dio cuenta que el tren comenzaba a pasar por el lugar en el que había vivido hasta que lo hicieron prisionero y lo único que deseaba era ver por ultima vez el lugar donde había vivido tantas cosas y por el que poseía tantos recuerdos, pero los prisioneros que iban observando la ciudad que tenían frente a sus ojos no lo dejaron hacerlo ya que como él ya había vivido en ese lugar no había mucho que pudiera ver porque ya lo conocía.

Cuando todo lo que habían poseído alguna vez lo habían perdido lo único que podían conservar era el amor, por esta razón los prisioneros se aferraban a la imagen de sus esposas e hijos para poder seguir

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