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LIBROS DEL SEMINARIO PRÁCTICO DE TEORÍA SOCIOLÓGICA CONTEMPORÁNEA

Enviado por   •  13 de Diciembre de 2018  •  13.200 Palabras (53 Páginas)  •  393 Visitas

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La tribu de lugbara, en Uganda, el niño recibe el nombre de su madre ayudada a veces por la suegra. Los nombres propios se refieren a la conducta o al carácter de uno de los padres. Por ejemplo: Tiene-pereza, porque los padres son perezosos. En-la-jarra-de-cerveza, porque el padre es borracho. No-da, porque la madre alimenta mal a su marido.

Por tanto, nos hallamos en presencia de dos tipos extremos de nombres propios. En un caso, el nombre es una marca de identificación, que confirma la pertenencia del individuo que se nombre a una clase preordenada; en el otro caso, el nombre es una creación libre del individuo que expresa, por medio de aquel al que nombra, un estado transitorio de su propia subjetividad.

Entre los wik munkan cada individuo posee tres nombres personales. Un nombre “umbilical”, un nombre grande y un diminutivo. Todos los nombres grandes y pequeños se derivan del tótem. Los nombres grandes se refieren a la cabeza o a la mitad superior del cuerpo del animal totémico, los nombres pequeños a la pierna, la cola, o la mitad inferior del cuerpo.

Los nombres umbilicales son los únicos que pueden hacer referencia a otro clan, y aun a otro sexo, del que los lleva. En cuanto el niño nace, pero antes de que se expulse la placenta, una persona cualificada ejerce una tracción sobre el cordón umbilical, mientras enumera, primero los nombres masculinos del linaje paterno, luego los nombres femeninos y, por último, solo los nombres masculinos del linaje materno. El nombre que se haya pronunciado en el instante en que la placenta caiga será el que llevará el niño. Sin duda, a menudo se manipula el cordón de manera que se obtenga el nombre deseado. Es el nombre umbilical el que termina de realizar la individuación. Su atribución no es función de un sistema, sino de un acontecimiento: coincidencia de un efecto fisiológico (teóricamente independiente de la voluntad de los hombres) y del instante de una enumeración.

Comparemos ahora este trinomio con los de la botánica y de la zoología científica. Los dos primeros términos de cada trinomio asignan al ser considerado a una clase y a una subclase que pertenecen a un conjunto preordenado. Pero el tercer término, que es el nombre del inventor, cierra el sistema recordando un acontecimiento.

Otro ejemplo de las sociedades contemporáneas es el nombre de Juan González. Por una parte, denota, por lo que toca al segundo término, a la clase y, en lo referente al primero, al individuo. Juan González, pertenece, primero, a la clase González y, en esta clase, ocupa una posición no equívoca como Juan.

Además, dos personas no pueden llevar simultáneamente el mismo nombre. Los iroqueses tienen guardianes a cuya memoria confían el repertorio de los nombres ciánicos, y que conocen, en todo momento, el estado de los nombres disponibles. Cuando un niño nace, el guardián es llamado para que diga cuales son los nombres libres. Entre los yurok de california, un niño puede quedarse sin nombre durante 6 o 7 años.

El sistema nominal de los penan, que viven como nómadas en el interior del Borneo, es completamente distinto. El procedimiento para la formación de los nombres ofrece un interés particular. Un niño se conoce por su nombre propio hasta que muere uno de sus ascendientes. Si se trata de un abuelo, entonces el niño se llama Tupou. Si el hermano de su padre muere, entonces se convierte en llun, y seguirá siéndolo hasta que muera otro pariente. En ese momento recibirá un nuevo nombre antes de casarse y de tener hijos, un penan puede pasar, así, por una serie de 6 o 7 necrónimos, o más todavía.

Al nacer el primer hijo, el padre y la madre adoptan un tektónimo. Si el niño muere, el teknónimo será sustituido por un necrónimo. Al siguiente nacimiento, un nuevo teknónimo suplantará al necrónimo, y así sucesivamente.

A un niño se le llama por su nombre si todos sus hermanos y hermanas viven. Cuando uno de ellos muere, adopta un necrónimo, pero, desde el nacimiento de un nuevo hermano o de una hermana, el necrónimo se deja y el individuo recupera su nombre.

El sistema es entonces definible por tres tipos de periocidades: por lo tocante a sus ascendientes, un individuo va de necrónimo en necrónimo; por lo tocante a sus hermanos, de autónimo en necrónimo; en lo tocante a sus hijos, por último, de teknónimo en necrónimo.

Teknónimo y necrónimo se refieren a un lazo de parentesco, por tanto, son términos relaciónales

El autónimo se considera como un nombre propio, y, el necrónimo, se concibe como un indicativo de clase: se dice que uno “entra” en un necrónimo, no que lo toma o que lo recibe.

En el fondo, sólo los hijos llevan abiertamente su nombre, porque son demasiado jóvenes como para estar estructuralmente calificados por el sistema familiar o social, o porque el medio de esta calificación queda provisionalmente suspendido en beneficio de sus padres. En cuanto la muerte cava una laguna en la textura social, el individuo se ve en cierta manera aspirado.

Se puede hacer un paralelismo con el uso francés tradicional de incorporar la palabra “viuda” al nombre propio. Se incorpora la palabra “viuda” pero no se incorpora el masculino “viudo” y menos todavía el término “huérfano”. El patronímico pertenece a los hijos con todo derecho, por tanto, la relación de los hijos con el patronímico no cambia por el hecho de la muerte de los padres. Y esto es más cierto todavía por lo que toca al hombre, cuya relación con el patronímico pertenece inmutable; esté casado o sea viudo. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la mujer. Si, al perder su marido, se convierte en “viuda de tal” es porque, en vida de su marido ella era “esposa de tal”, o, dicho de otra manera, ella había abandonado ya su autónimo por un término que expresaba su relación.

Ente los tiwi, cada vez que una mujer vuelve a casarse, un esposo da nombres nuevos, no sólo a los hijos de su predecesor, sino a todos aquellos que su mujer engendró en el trascurso de su vida, cualquiera que haya sido el padre. Como los tiwi practican la poligamia, las mujeres van de marido en marido. Por tanto, ninguna persona puede jactarse de un nombre definitivo antes de la muerte de su madre.

Si en todos los ejemplos citados se toma una vista de conjunto de las acciones y de los procedimientos se observa el carácter sistemático de las relaciones que los unen. En todos ellos, un eje sostiene a la estructura y une lo general con lo particular.

El autor, por último, distingue entre dos tipos de sociedades: sociedades frías y sociedades calientes. Por una parte, las sociedades

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