“La ficción como una herramienta de protesta a las problemáticas del mundo. Análisis semiótico-pragmático de Diciembre, Súper Álbum de Liliana Bodo

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Es así como un tema de la historia va tocando a otro, esta ruptura del mandato familiar y social, no podría haber sido generada sin la llegada del parque de diversiones “Budapest” al pueblo de San Jerónimo, donde la ciudad se ve conmovida y se provoca la división de la población entre los que aceptan con agrado la novedad (de este lado se encuentran el padre Tadeo, sacerdote del lugar, y Santiago) y aquellos que se proponen expulsar a los transeúntes. El parque representa el universo de lo sensible y de lo creativo, de lo diferente, es por eso que tanto lo cautiva a Santiago y es justamente donde conoce a su primer amor Natalia, mientras que los opositores representan el mundo de lo establecido, las leyes. Podemos hablar entonces de una novela altamente polifónica donde la autora de Diciembre, Súper Álbum le presta voz a distintos narradores: uno distante que pinta el estudio donde se teje la historieta, el Santiago que evoca, y un puñado de personajes que dialogan en San Jerónimo.

En la voz de los personajes que cumplen el rol de opositores, como lo son Doña Lupe, mujer abandonada por su marido y su hijo de quien se regocija todo el tiempo y remarca que es un exitoso ingeniero trabajando en el exterior, anclada en una vieja historia de amor, llena de rencores y presa en el mundo de las apariencias (aunque al tener contacto con la otra cultura y conocer, este personaje cambia de opinión) y Camilo, el almacenero, se puede ver un discurso fuertemente discriminatorio y xenofóbico contra los extranjeros que llegan a los suelos argentinos en busca de trabajo, problemática totalmente contemporánea:

“-Las ofertas son para la gente de San Jerónimo – todavía intentó excusarse- Los que están de paso… están de paso.” (2003: 40)

“Afuera, la guerra de San Jerónimo entonaba sus primeros himnos.

Viejo tarasca

Se muele y se masca

Tu bruja rebruja

Revuelve burbujas.

A la una, te miro.

A las dos, te destripo.

Y a las tres, y al revés” (2003: 55)

Mientras que en la voz de los defensores de “El Budapest” se puede ver un discurso conciliador con respecto a esta temática, donde la concepción de territorio no es aquello que debo defender a puño y a espada de los ajenos que intenten vivir en él sino aquel que debo amar, en palabras del Padre Tadeo: “-Si usted lo entiende como yo, admitirá que el verdadero territorio de un país es el corazón de quienes lo aman” (2003: 32).

Tal es el odio y el miedo por los mundos desconocidos en los opositores, que llegan al punto de presentar una orden para que el parque de diversiones se vaya del pueblo, aunque finalmente esta queda disuelta debido a estrategias discursivas del padre Tadeo al cambiarle el nombre al Budapest para que la orden pierda validez y el poder de convencimiento sobre el pueblo mediante el diálogo y la acción solidaria (reunirse para arreglar el parque, por ejemplo). Aquí aparece también una posición de la iglesia diferente a la que se puede ver en otros libros hispanoamericanos contemporáneos, la iglesia en esta obra viene a traer un mensaje conciliador y de acción.

La historia de Santiago y Natalia aparece entonces como la convergencia entre esos dos mundos, el mundo de lo creativo que invade el mundo de lo impuesto, el protagonista de la historieta logra romper con todos los mandatos que le molestaban mediante el conocimiento de una nueva cultura. Aunque fueron unos pocos meses los que estuvieron juntos en San Jerónimo, Natalia, y con ella, un nuevo mundo, marcan la vida de Santiago para siempre, de forma tal que, lo lleva, ya de adulto a escribir una historia sobre ella y convertirla en historieta.

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- Conclusión:

Es por todo lo dicho en el apartado de análisis de la obra, que retomo la hipótesis planteada en la introducción de que esta obra juvenil es una novela política que plantea el funcionamiento de una sociedad tironeada por dos grandes fuerzas que se oponen: los que respetan el orden político-social establecido, y los que buscan un cambio de paradigma y la reafirmo. Liliana Bodoc en esta metaficción nos llama a cuestionarnos que tan distante y ajeno puede estar un escritor de la historia que escribe y del momento socio-histórico en que lo hace, haciendo que dos historias paralelas que al principio van por separado, la del guionista y la del protagonista de la historieta, luego converjan en una sola, y planteando problemas como trabajar de algo que no queremos con tal de no pasar hambre porque el sistema neoliberal así nos lo dice, la educación como un privilegio (Con Doña Lupe que no para de alardear sobre su hijo ingeniero), el miedo de la población a los cambios, el arte como algo “malo” (crítica a la forma de vida de los trabajadores del parque de diversiones por parte de los discursos opositores), la xenofobia… problemáticas tan contemporáneas que afectan hasta el día de hoy a la sociedad.

El escenario que nos plantea la autora resume a la sociedad misma y plantea desde Santiago, y el Padre Tadeo también, a personajes que quieren transformar el mundo, desafiar los mandatos, y pone en voz de Doña Lupe especialmente a aquellos que están en contra de los cambios, que piensan que es mejor lo que hay que arriesgarse a cambiar.

A Susana Bodoc no le interesa plantear una “literatura espejo” para los adolescentes, donde se vean, donde se hable de sus problemáticas y nada más, sino que redobla la apuesta: pretende que el público juvenil conozca otras realidades. Es por eso que no se detiene en si Santiago se vuelve a encontrar o no con Natalia, eso no es lo que le interesa, en todo caso el lector podrá reconstruir ese final. Sino que a través de esa punta del ovillo empieza a plantear otras cosas, habla de la muerte, habla del trabajo, habla de los desafíos, habla del cambio y habla de la reconciliación de las ideologías mediante el diálogo y la acción.

Utiliza la ficción como una herramienta de protesta para lo que no le gusta del mundo, no crea mundos “del aire”, sino que los recrea. Diciembre súper álbum es una novela corta que incentiva al lector a plantearse hasta qué punto se puede separar la ficción de la realidad y nos hace pensar que no hay finales cerrados, que ni siquiera importan los finales sino que lo que importa son