La historia se desarrolla en la vida de Alfredo Torres

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Esos últimos meses Alfredo estuvo viviendo junto a sus hijos, aunque ellos no lo pasaban muy bien ya que Alberto había tenido que dejar de estudiar para trabajar y Alejandro tenia días muy pesados ya que tenía que estudiar y trabajar para ayudar con los gastos de la casa y que Amelia pudiese continuar con su carrera, Alfredo por su parte continuaba trabajando para poder financiar sus hormonoterapias, pero estaba comenzando a dejar de asistir.

Allí se encontraba Alfredo en frente de la lápida de Bertha, como cada día de los últimos 6 meses y a unos metros más atrás se encontraban Alejandro y Amelia en frente de la losa de su madre. Cuando Alfredo noto que estaba por oscurecer, les pidió a sus hijos que se adelantaran a casa y que en un momento los alcanzaba el.

Minutos después de que Alejandro y Amelia se habían retirado de aquel triste lugar, Alfredo decidió retirarse, pero en lugar de dirigirse a su domicilio, fue a una cantina y se puso a beber. Durante su estadía en ese lugar estuvo pensando en dejar sus tratamientos ya que no lograba notar cambios.

6 meses después, cuando le tocaba asistir a su tratamiento, le dijo a su doctor que ese iba a ser la última hormonoterapia que recibiría, el doctor le pregunto cuál era la razón si los tratamientos estaban funcionando muy bien a lo cual él le respondió que no quería que sus hijos tuvieran que gastar dinero en él ya que lo habían despedido de su empleo por todas las veces en que no asistió y que prefería no retrasar lo inevitable y el doctor no tuvo otra opción más que aceptar pero le pidió que lo hablara con sus hijos.

Ese día regreso directo a su casa para así poder hablar con sus hijos sobre la decisión que había tomado y lo que le había dicho a el doctor durante el tratamiento sin embargo tuvo que esperar a que Alberto regresara pues este aún se encontraba trabajando. En cuanto Alberto regreso a casa los llamo a todos a la sala y empezó a hablarles sobre su decisión.

Al oír lo que su padre había decidido, Amelia se molestó y comenzó a reclamarle el por qué había tomado esa decisión sin habérselos dicho, que a ella no le parecía justo que haya hecho eso sin pensar en que harían ellos, que ella podía dejar de estudiar para que el dinero de sus estudios fuese para sus tratamientos, pero Alfredo le recalcó que era injusto que él, al no tener trabajo, tuviera que hacer eso y que no quería que siguieran gastando su dinero en él. Después de haber estado discutiendo un tiempo, Alejandro tuvo que detenerla y hacerla que aceptara la decisión que su padre había tomado ya que, aunque no quisiera, ya estaba hecha y no podrian hacerlo cambiar de opinión.

Después de un año de haber estado conviviendo y divirtiéndose en familia, todos se habían olvidado de lo que tenía Alfredo hasta que un jueves por la mañana él no podía moverse y comenzó a asustarse, así que llamo a sus hijos para que lo llevaran a un hospital y ver qué era lo que tenía. Una vez en el hospital lo atendió el doctor que le realizaba sus tratamientos y este se sorprendió ya que no esperaba volver a verlo después de lo que Alfredo había dicho.

Minutos después de que el doctor atendiera a Alfredo, salió a sala de espera para hablar con sus hijos y decirles que ya no pudieron hacer nada por él, que el cáncer que tenía había crecido mucho e infectado otras partes del cuerpo de Alfredo y que lamentablemente él había muerto durante los análisis que se le estaban realizando.

Ellos al oír la noticia comenzaron a llorar ya que no esperaban que su padre muriese tan rápido, ellos esperaban que siguiese vivo por unos cuantos años más y poder pasar más tiempo con él.

Días después, después de ya haberlo velado, se encontraban en el panteón, ese mismo panteón en que el habían sepultado a sus madres, estaban frente a la losa de su padre diciendo que ese tiempo que pasaron juntos los cuatro como familia, fue de lo mejor y lamentaban que no hubiese sido así desde un principio.