Alfredo Torres es una persona de aproximadamente 40 años
Enviado por Mikki • 31 de Octubre de 2017 • 2.652 Palabras (11 Páginas) • 662 Visitas
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Alfredo levanto su mano derecha para hacer pases con Bertha, y ella le ha dado un enorme abrazo, con los ojos llorosos Bertha le dijo al oído –Lo siento. Y salió rápidamente de la habitación. Sorprendida Elena al ver como aquella mujer Salió llorando de la habitación, entro rápidamente, porque por su mente paso que su exesposo le había pasado algo terrible.- ¿Estas bien? Asustada le pregunto aquel hombre que se encontraba recostado en una camilla.
-Estoy perfectamente bien, antes de que llegaras…
-¿Qué hacía Bertha aquí?, ¿Piensas regresar con ella? Curiosa pregunto.
- … No Elena, por lo menos esta vez escucha lo que tengo que decir
Elena tomo asiento aun lado de él para poder escuchar lo que tenía que decir su esposo. Alfredo la miro a los ojos y pudo notar que tan preocupada se encontraba el único amor de su vida.
-Sabes que tanto tiempo me tomo para darme cuenta, lo importante que eres para mí. Para saber que realmente eres el amor de mi vida y que viviré arrepentido por mis malos actos, jamás me perdonare que te haya perdido.-Elena bajo la cabeza y negando movió su cabeza.- Podemos hablar de esto en otro momento, mírate como te encuentras.- No Elena, escúchame, yo si estoy mal, pero no creo que sea por esto, me siento mal desde hace tiempo, y es desde que me di cuenta el enorme error que cometí contigo, jamás mereciste lo que te hice y realmente estoy muy arrepentido, y sé que volver al pasado es imposible, es mejor aceptar los hechos, jamás te deje de amar, no he dejado de pensar de ti.
Elena se puso de pie giro su cabeza hacia un lado y disgustada contesto -¿Jamás dejaste de pensar en mí?, Alfredo no mientas, mira lo que ha pasado, ¡míralo! Date cuenta, te perdí, me perdiste, se perdió nuestro matrimonio… el amor.
-¿El amor?, Elena yo jamás deje de amarte, aun lo hago y aún sigo pensando que eres el amor de mi vida.
-¿Y de qué sirve? Llorando Elena no sabía que responder, no podía creer que su único amor aun sentía lo mismo a pesar del enorme problema que había ocurrido en su matrimonio, pero lo hecho, hecho estaba, ya se habían divorciado.
-¡Escúchame Elena!, sé que nuestro matrimonio jamás lo poder recuperar, lo sé, cometí un enorme error, te hice daño a ti, a nuestros hijos, inclusive a otra persona. Perdóname Elena, pero aún hay algo que si quiero recuperar y son mis hijos, a ellos son los que quiero recuperar, quiero seguir manteniendo un vínculo estable con ellos, sin problemas quiero vivir bien con ellos.
Elena sorprendida por la respuesta y actitud de Alfredo, le pregunto – ¿Enserio estas dispuesto en recuperar la confianza y comunicación de tus hijos?
Moviendo la cabeza lentamente de arriba hacia abajo para decir un sí a la pregunta de Elena, Alfredo le tomo la mano y dijo –Permíteme hacer esto, por ahora es lo único que me dan.
Elena le lanzo una pequeña sonrisa, se acercó a él diciendo –Claro que te permito estar con ellos, siempre espere una respuesta como esta, gracias por tenerlos nuevamente en tu vida, sé que ellos te necesitan tanto como tú a ellos, cuenta con eso de mi parte, en cuanto tu y yo, podemos quedar bien finalmente.
Finalmente Alfredo podía sentir paz y tranquilidad en su ser.
Elena salió de la habitación con una enorme sonrisa y los ojos llorosos, en su mente solamente decía “Gracias Dios, por hacer cambiar la actitud de mi exesposo”. Se acercó lentamente al lugar donde estaban sus hijos sentados esperado por ella, Alejandro y Amelia se levantaron rápidamente de sus lugares y ambos abrazaron a su madre, preguntándole si ella se encontraba bien. – ¡Mama!, como se encuentra mi papá, ¿está todo bien? Con una sonrisa enorme, Elena dice que sí y les cuenta lenta y retenidamente las palabras que había dicho el padre de aquellos jóvenes.
Alejandro y Amelia entraron muy aprisa a ver a su padre, de la emoción por todo lo que tenían que decirle, pero al entrar ya se encontraba Alberto quien es el hijo de Elena. Confundidos Alejandro y Amelia van entrando lentamente a la habitación de su padre y ambos deciden escuchar. -Siéntense ambos aquí cerca de mí. Los tres hijos se sentaron alrededor de él.
-Lo estuve pensando muchachos, ustedes están conscientes de que situación nos encontramos, los errores que se cometieron y si los hice sentir mal, perdónenme porque mi intención jamás fue lastimarlos, sin embargo Alberto no sientas que haber nacido ha sido un error, por supuesto que no-. Alberto lleva su mano derecha a la cabeza de su padre y con una enorme sonrisa acepta abiertamente las palabras que le dice. –Para tu madre eres una enorme bendición, de ti y he aprendido infinidades de cosas, perdóname sino estuve en momentos donde más me necesitaste, pero si salgo de aquí, de este hospital prometo recompensar ese tiempo, y cuenta con que siempre estaré contigo-. Alberto con las lágrimas saliendo de sus ojos por tanta felicidad acepta abiertamente las disculpas diciendo. –Papá yo te perdono, se que jamás pudimos compartir tiempo juntos, pero mi manera de verte no ha cambiado, siempre te he visto con un buen hombre y me alegra saber que estaremos juntos, no te dejare y de este hospital saldremos adelante.
Ambos estrechan sus manos y un abrazo asfixiante lo perdona todo.
-¿Qué hay de nosotros, papá?, piensas dejarnos de nuevo-. Pregunta Amelia
-¡Jamás!, hermosa, jamás podría volver a dejarlos a ti y a tu hermano, son lo más hermoso que he tenido, son una evidencia de amor que llevo en mi corazón, hijos míos.
Los miran ambos hacia los ojos llevando su mano izquierda a la mano de Amelia y su Mano derecha hacia la de Alejandro, agrega. –Creen que puedan perdonar el enorme daño que les he causado, estoy cansado de esto, de las discusiones y diferencias, los extraño y ahora más que nada los necesito, se lo que se siente, hubo un tiempo donde ustedes me necesitaron y no estuve ahí para ustedes, pero prometo que saliendo de esto, pasare tiempo con ustedes, no volveré a cometer el mismo error, los amo hijos y lo único que quiero es que estén bien con ustedes mismos.
Amelia llorando de una enorme felicidad al escuchar las hermosas palabras de su padre salto hacia el para abrazarlo y le dijo al oído –Papá si supieras lo mucho que te necesito y te amo, para mi tu estas perdonado. Alfredo abraza a su única hija, agradeciendo y comprendiendo la situación. –Papá podemos salir
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