La interdisciplinariedad del estudio del discurso

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Otro elemento importante, es que las superestructuras existen independientemente del contenido, es decir que una persona puede hablar y entender su lengua, sin que por ello tenga que estar capacitada para narrar. Por otro lado, tampoco es muy útil para un hablante conocer las reglas de la gramática sin saber reproducir los sucesos cotidianos con una narración correcta o sin poder comprender lo que otros cuentan.

Es decir, que también hay que dominar las reglas en las que se basan las superestructuras y estas reglas pertenecen a la capacidad lingüística y comunicativa del hablante. Una serie de tipos de superestructuras posee un carácter convencional, es decir que la mayoría de los hablantes de la comunidad específica conoce las estructuras aplicables a diferentes actos de habla.

Una superestructura es un tipo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas convencionales. La existencia de un sistema de superestructuras puede también explicarse sobre la base de la aplicación o calificación más o menos consiente del propio hablante: éste puede aportar ciertos juicios sobre los textos en conceptos de sistema, clasificar los textos sobre la base de estos conceptos, así como dar un nombre convencional a un tipo de texto específico, en eses entido Van Dijk da el siguiente ejemplo de lo que el hablante puede asumir: “esto es una narración, aquello se encuentra en un texto publicitario, alguien acaba de dar una conferencia”. Es decir que todos los textos tienen una superestructura, cada texto pertenece a un sistema convencional, y no sólo por su contenido o por cierta función pragmática y social, sino debido a una estructura esquemática global dada que se manifiesta en el texto.

A pesar de lo anterior, no se puede negar que haya textos, aunque se reconozcan como tales por razones semánticas, pragmáticas y retóricas pueden no poseer ninguna superestructura convencional, el hablante la distingue. Aparentemente, un anuncio o un poema pueden poseer una forma global arbitraria y tampoco se puede imaginar de qué manera tienen una superestructura convencional una noticia de prensa o un spot publicitario de la T.V. A la inversa, hay textos cuyas formas están concretamente establecidas o fijadas, como por ejemplo rituales religiosos, las leyes, los contratos o determinados documentos. En ese sentido Van dijk recomienda que “El problema de si todos los textos tienen superestructura es pues sobre todo empírico y debe solucionarse mediante la observación y la descripción sistemática”.

Según Van Dijk, las estructuras globales que caracterizan el tipo de texto, como la narración, informe, argumentación, por ser los textos más frecuentes cuentan con una superestructura que viene a ser como el esquema general de organización del contenido semántico macroestructural del discurso y constituye una especie de instrucción sobre cómo interpretar el texto.

Sin embargo, existen otras estructuras globales fijas como es el caso de las instituciones que tienen documentos en forma de planillas para rellenar, asimismo, las leyes y pactos que tienen una estructura establecida con poca variación. En estos casos la estructura tiende a quedar implícita y no da paso a inferencias por lo simple que se presentan.

En conclusión, la superestructura, es la estructura formal que representa las partes en que se organiza el contenido de un texto. Es el esqueleto reconocible que caracteriza un género discursivo por su forma habitual y por ello convencional de estructurar la información, organiza las secuencias de frases y les asigna una función específica en la comunicación. El conocimiento de la superestructura permite realizar hipótesis antes y durante la lectura sobre el tipo e importancia de la información que queda por procesar. Por ejemplo, en una receta de cocina, después de los ingredientes, se esperan las instrucciones sobre el modo y el tiempo de elaboración. Por lo tanto, la superestructura organiza cognitivamente el proceso de la lectura, la comprensión y la producción de los géneros discursivos

A partir de lo presentado anteriormente, se confirma una vez más que la labor docente está centrada en generar conocimientos y que su ancla primordial dentro del aula es el discurso, ya que es el medio de expresión que activa el aprendizaje. Pero ese discurso estará vacio si no esta cargado de aplicaciones didácticas pertinentes que logren abrir nuevas dimensiones de conocimiento. Es por esto, que el trabajo de Van Dijk es tan importante en el ámbito pedagógico. Ha logrado organizar de manera estructurada y con lógica la compleja estructura de los textos del mundo real, lo que constituye un terreno ganado dentro de la didáctica de la lengua.

Las implicaciones didácticas que proyecta el libro “La ciencia del texto” en torno a las estructuras textuales invitan a ser exploradas ya que facilitan los procesos de comprensión y a profundizar con minuciosidad los elementos macro estructurales y micro estructurales que componen los textos. Para tener hablantes coherentes ante diversas situaciones comunicativas, la escuela tiene la obligación de exponer a sus alumnos en la interacción con diversos tipos de textos para lograr que el conocimiento no sea un fin en sí mismo, sino como lo expresó Van Dijk que el conocimiento deba estar orientado hacia la aplicación práctica, es decir, que sea para comprender y remediar problemas sociales. Y, una estrategia ideal para lograr ese fin es construir un discurso de acción por medio del análisis del mismo, con tipología textual diversa en el aula, así se aprenderá no solo conocimientos académicos propios del programa educacativo, sino que los estudiantes asumirán posturas críticas, ampliarán perspectivas de de ideas inacabadas que tengan, en fin, serán sujetos pensantes que ayudarán a desmontar la maraña de información falaz que nos envuelve.

Carolina Grullón 2013 1731

Dijk, T. V. (1978). La ciencia del texto. Barcelona : Paidòs Ibèrica. S.A.