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Notas para el análisis del modelo enunciativo de Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán

Enviado por   •  17 de Diciembre de 2018  •  1.849 Palabras (8 Páginas)  •  344 Visitas

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En este punto debemos agregar que el Guzmán de Alfarache es una novela de tesis, al igual que el Lazarillo de Tormes. Recordemos que en la novelita anónima la tesis defendida por Lázaro es la del ascenso social ("Cuan alto es siendo bajos....") que le servía al narrador para justificar su caso de deshonor. En la novela de Alemán, la cuestión se complejiza pues interviene el discurso doctrinal de la Contrarreforma. Tres son las tesis que el texto busca demostrar:

a- Una tesis general: la afirmación de la maldad universal de todos los hombres que están inclinados al mal por su propia naturaleza humana (humanidad caída por el pecado original).

b- Una tesis particular: la lección del libre albedrío, que es la capacidad humana para optar libremente por el bien o el mal. (Guzmán pone en práctica a través de su conducta su libre albedrío a lo largo de toda la novela).

c-Una tesis redentora o salvífica: la posibilidad de la salvación hasta de la más miserable de las criaturas por obra de la misericordia infinita de Dios, siempre y cuando se arrepienta de sus pecados.

El galeote arrepentido inscribe en su relato las huellas de una escisión radical, de un "desgarro íntimo" (Francisco Rico[2]); pues se debate entre la inclinación heredada hacia el mal (doblemente heredada: de sus padres delincuentes pero también de su condición de hombre pecador) y su entendimiento dirigido hacia el bien. En otras palabras, se debate entre su condición de pícaro y su posición de moralista. Guzmán es un personaje que tiene plena conciencia del pecado y de la culpa pero que aspira a salvarse, a redimir sus pecados. Dice al respecto Francisco Rico:

"El desgarro íntimo es la constante de su vida anterior a la conversión. Cada gran etapa de la misma se abre a la necesidad de una opción dolorosa; pero lo grave es que el dilema vuelve a plantearse a cada instante: Guzmán, dueño de sí mismo, debe elegir continuamente; y, como una cosa quieren la razón y la fe y otra cosa piden la voluntad y el instinto, va dando bandazos, en perpetua guerra interior." (487)

Esta ruptura íntima del protagonista, fruto de sus conflictos internos derivados del permanente ejercicio del libre albedrío, se muestra en el plano de la enunciación, pues el largo monólogo de Guzmán narrador -con frecuencia- se convierte en diálogo dirigido a un otro yo de su ser escindido (Rico), a un tú que es producto del desdoblamiento de la conciencia atormentada del personaje que se debate entre las llamadas del instinto y las mociones de la gracia (Cfr. Rico, 488). Esos diálogos están salpicados de preguntas retóricas y de exclamaciones:

"¡Válgame Dios-me puse a pensar-, que aun a mí me toca, y yo soy alguien! ¡Cuenta se hace de mí! ¿Pues qué luz puedo dar, o cómo la puede haber en hombre y en oficio tan oscuro y bajo?"

"Sí, amigo - me respondía-, a ti te toca y contigo habla, que también ere miembro deste cuerpo mítico..."

"Díjeme una noche a mí mismo: "¿Ves aquí, Guzmán, la cumbre del monte de las miserias, adonde te ha subido tu torpe sensualidad? Ya estás arriba, y para dar un salto en lo profundo de los infiernos, o para con facilidad, alzando el brazo, alcanzar el cielo..."

Para concluir: a lo largo de la novela de M. Alemán nos encontramos con una gran cantidad de material interpolado que el narrador (Guzmán adulto) hábilmente va articulando a las secuencias narrativas del relato de su vida. Las interpolaciones (cuentos, novelitas cortas, anécdotas, reflexiones, sentencias, ejemplos, citas bíblicas o de autoridad, etc...) son funcionales a los sucesos narrados, pues los explican, ejemplifican, amplían sus sentidos morales o inmorales, sus consecuencias, etc. En esos momentos digresivos del relato es cuando aparece el desdoblamiento de la voz narradora que tanto se dirige al lector como a sí mismo (a su alter ego o a su otro yo). De allí que la presencia del tú en el modelo enunciativo de la novela sea tan importante y cumpla una función estructural esencial: la de permitir el despliegue del propósito moral y didáctico del texto en forma paralela a su desarrollo narrativo. A manera de cierre, citamos a Rico:

"La segunda persona (desnuda o disfrazada de debate alegórico) tiene una venerable tradición en la prosa de espiritualidad; en nuestra novela, y en los parlamentos del Guzmán autor, a menudo designa al Guzmán personaje o al lector (cuando no a ambos), sugiriendo la tensión entre imperativos éticos y conducta desordenada, entre juventud pecadora y madurez virtuosa."

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