Modelo industria turistica

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El termino turismo de “negocios” con el que suele denominarse dicha práctica del turismo dentro de las empresas productoras de bienes y servicios, es correctamente utilizado solo cuando el trabajo le es impuesto, desde “afuera”, al trabajador. Esta situación de alienación, de sometimiento, en la que Esta situación de alienación, de sometimiento, en la que Esta situación de alienación, de sometimiento, en la que dicho trabajador se encuentra sujeto niega toda la posibilidad creativa de la esencia del trabajo debido a que este objetiva los deseos productivos de las personas para las que trabaja y no los propios.

El ocio humanista, como primera necesidad del turismo debe de expresarse en el tiempo de trabajo y en el tiempo libre, en tanto en una como en otra esfera de la actividad humana la persona se encuentra en condiciones e objetivar su esencialidad creativa, productiva.

El MIT solo puede existir a condición de que en su operacionalización se generen utilidades, ganancias económicas. La ganancia económica no solo es el elemento que hace posible la existencia del MIT.

Así, al amparo de la necesidad mercantilizar el ocio, en el turismo han surgido, crecido y fortalecido las empresas privadas que oligopolizan la práctica de las actividades que constituyen el ocio mercantilizado en el turismo.

La burguesía global, como clase social, tiene un amplio dominio de la industria que controla las actividades del ocio: las diversiones, las distracciones, el esparcimiento y los desplazamientos humanos, sin embargo, dicho control de nada le serviría a sus objetivos de acumulación de capital si no existiera y se ampliara la disposición del tiempo libre el cual, desde “la declaración universal de los derechos humanos en 1945”, el estado benefactor ha venido no solamente incrementando sino generando las condiciones normativas jurídicas que permiten el “ahorro” del tiempo, con el propósito de hacer posible la objetivación de las necesidades enajenadas que constituyen el ocio mercantilizado.

El MIT, inscrito en la economía globalizada, suele paulatinamente transformarse en un fenómeno social cuya práctica se vuelve cada día más elitista. Las condiciones económicas que en un principio le permitieron a la burguesía industrial decimonónica acceder a dicho fenómeno, hoy son procuradas por sus gobiernos, situación que le permite a las poblaciones de los países desarrollados realizar dicha práctica turística en detrimento de su ejercicio por los habitantes de los países pobres.