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Planeacion clase

Enviado por   •  2 de Mayo de 2018  •  2.804 Palabras (12 Páginas)  •  336 Visitas

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Para abordar este tema de la comprensión de las diferencias y distancias culturales para no imponer una cultura oficial, sino para permitir la apropiación de competencias de lectura y escritura que sirvan para construir una nueva identidad, leeremos el texto de Michelle Petit.

• El libro de la antropóloga francesa Michelle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura, surge de una serie de conferencias que la autora dio en México en las que difundió una investigación que le llevó varios años sobre la experiencia de lectura de grupos marginales (hijos de inmigrantes –en su mayoría- árabes) o también de la población rural francesa que asistían a la (para nosotros, envidiable) red de bibliotecas populares distribuidas a lo largo de todo el territorio y donde funcionan una serie de cursos que apoyan y amplían la formación escolar. Se trata de un texto relativamente actual, publicado en francés en 1997 y apenas dos años después la versión en español del Fondo de Cultura Económica. Este libro es muy recomendable porque permite conectar “la otra globalización”, es decir estos fenómenos de culturas subalternas en contacto con una cultura oficial que no siempre brinda lugares y posibilidades para los inmigrantes o para las clases más desprotegidas. La apuesta de Petit es que la lectura de libros, en particular de ficción y principalmente de novelas, puede dotar a los adolescentes y jóvenes de un capital simbólico que puede ayudar a repensar su lugar en el mundo. Uno de los prejuicios que más combate es el que tiende a separar las lecturas “útiles” para los chicos de bajos recursos y las lecturas complejas que llevan a la interioridad para chicos de clases medias o acomodadas. En su investigación Pétit comprueba que esos chicos inmigrantes una vez que adquieren el hábito de la lectura y van sorteando obstáculos, gustan de Borges, Kafka, García Márquez, es decir, los nombres de la alta cultura pero apropiados y resignificados desde sus propias vidas.

Los ejemplos que toma son de chicos que en muchos casos perciben al francés como la lengua del conquistador, porque la lengua materna es el créole como en el caso de los argelinos, entonces el trabajo de acceso a la lectura consiste también en un trabajo de apropiación de la lengua oficial, pero para expresar su propia identidad, que necesariamente será una identidad híbrida, mezclada y singular. Si pensamos en el caso de los desplazamientos entre provincias o de provincianos que se trasladan a Buenos Aires, también van a vivir entre dos culturas, hecho que está lleno de tensiones. La idea de Petit es que la lectura, la búsqueda y la inquietud de ir construyendo la propia subjetividad en diálogo con los libros permiten transformar lo que podría ser una contienda entre culturas en la integración de esas dos culturas en ese joven. Esta resolución imaginaria que permite la literatura ayuda a encontrar también un lugar en el mundo. Lógicamente, esta autora advierte que bibliotecarios y maestros no son magos y puede haber contextos muy difíciles que bloqueen la inserción de estos chicos procedentes de culturas subalternas en la sociedad. Pétit vincula la lectura claramente a una cuestión de ciudadanía: el chico que accede a la lectura y la escritura, estará mejor preparado para opinar de política, para reclamar ante las autoridades, para imaginar un futuro -por difícil que éste sea- y para escapar también de la cultura del “ghetto” o de la pandilla.

De todos modos, advierte que no cualquier lectura logra este tipo de construcción subjetiva. Hay muchas lecturas o formas de enseñanza de la lectura que sirven para adoctrinar y reforzar el statu quo. Pétit tiene en cuenta lo que ella llama “las dos vertientes de la lectura”. La primera es la más antigua, tradicional y vigente en muchos contextos y situaciones: es la que utiliza el lenguaje escrito para someter a la gente a la fuerza de un precepto y atraparla en las redes de una “identidad colectiva”, allí cita el famoso párrafo que nosotros analizamos de Lévi Strauss, también la experiencia en estados como Irán a través de la película de Kiarostami “Tareas de la tarde”, entre otros. La segunda vertiente o concepción de la lectura es la que se coloca del lado de los lectores: pese a que siempre existe la tendencia a querer dominarlos, nunca se puede estar seguro de ello. Los lectores se apropian de los textos, los hacen significar otras cosas, cambian el sentido, interpretan a su manera, deslizando su deseo entre líneas, poniendo en juego todo el fenómeno de la recepción. Esta segunda vertiente es la que le interesa a Pétit, la que permite afirmar una lectura del lector en solitario frente al texto, puesto que la lectura es un camino para salir del lugar y las determinaciones de origen, hay un trabajo de ensoñación que le permite al lector imaginar otros mundos, otras salidas y permite instaurar otro tipo de diálogo con los otros.

✍ Actividad 3.1. sobre los dos capítulos digitalizados de Michelle Petit(1999), “Las dos vertientes de la lectura” y “El miedo al libro”, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, México, FCE.:

- Leer los capítulos del libro, anotando en borrador las ideas importantes, las preguntas, comentarios, asociaciones y controversias que esos capítulos despiertan.

- Vincular las propias anotaciones con la cita de Bourdieu y de Chartier (reproducida en la carpeta en la pág. 21) y lo explicado en esta clase.

- En base a la propia lectura anotada, hacer un comentario de aproximadamente una página.

- Publicarlo en el hilo respectivo.

- Si otro compañero, ya publicó su comentario, leerlo y reescribir el propio comentario dialogando con el anterior, marcando los puntos de coincidencia o señalando lo que la propia lectura agrega de diferente o de singular.

• Para invitarlos a conocer una polémica proposición por parte de un docente y escritor, vamos a leer el libro Como en una novela, también del francés Daniel Pennac. Este libro tiene una parte en la que arma una especie de recorrido o diagnóstico de cómo el niñito que gustaba de los cuentos nocturnos llega a odiar la clase de literatura o la lectura de cualquier cosa que provenga del ámbito escolar. Y tiene otra parte con una propuesta muy provocadora: un décalogo del lector. Así como los escritores formulaban sus decálogos, Pennac inventa un decálogo de derechos que tiene el lector, entre los cuales está el derecho a no leer. Es un texto de 1992, en el contexto de la “posmodernidad” primermundista de un país como Francia, centro de la cultura letrada. En el ámbito francés es un libro que levantó mucha polvareda en su momento,

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