Producción de bienes y servicios

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Los sistemas de monitoreo establecen el objeto a monitorear; sus dimensiones e indicadores; los procesos de recolección; análisis y reporte de la información y los ámbitos de utilización para la evaluación de las políticas, su evaluación y rendición de cuentas.

En materia de indicadores pueden distinguirse dos tipos de indicadores según se refieran a cada uno de los conceptos de la cadena de valor o a las relaciones o eslabones que los vinculan. Desde la perspectiva de los componentes los indicadores se agruparán según se refieran a:

(i) Insumos.

(ii) Procesos.

(iii) Productos.

(iv) Resultados.

(v) Impactos.

Los tres primeros tipos de indicadores pueden medir distintas dimensiones del componente al que refieren (cantidades, calidad, tiempo, etc.) por lo general en referencia a un estándar. Los últimos miden el valor de variables que expresan cambios en la situación que la política se propone modificar.

Desde la perspectiva de las relaciones entre componentes los indicadores se agrupan en:

- Economía.

- Eficiencia.

- Eficacia.

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Los indicadores de economía miran la relación costo-recurso, los de eficiencia la relación recurso-producto, mientras que los de eficacia la relación producto-resultado (directo o indirecto).

La disponibilidad de indicadores de los grupos (i) a (v) es una condición para poder construir indicadores de los tipos A, B y C. Para la evaluación y el monitoreo de las políticas estos últimos son los más relevantes. En efecto permiten no solo saber cuanto se ha consumido del insumo x, sino si se ha gastado a un costo razonable en relación al producto y; o si se hubiera podido producir más o mejor y con igual o menor cantidad o calidad de x; o, sobre todo si el producto y ha contribuido -y en qué medida- a la ocurrencia del resultado z.

III.5 Desempeño y especificidad institucional

La naturaleza del desempeño varía, sin embargo, según el tipo de organización pública de que se trate y, consecuentemente, varía también la estrategia apropiada de medición.

Se pueden distinguir tres situaciones diferentes:

Estrategia Tipo 1: En algunas organizaciones, productos y resultados pueden ser identificados con claridad y las relaciones entre ellos establecidas con precisión. Como ejemplos pueden mencionarse los sistemas educativos y de salud. En estos casos, los productos que brinda la organización (los servicios educativos, las distintas prestaciones de salud) contribuyen al logro de resultados de política que pueden ser expresados y relacionados con cierta precisión (por ejemplo, ampliación de la tasa de escolaridad o disminución de índices de morbi-mortalidad materna). La estrategias de medición puede, en estos casos, centrase en indicadores de resultado y de producto, además de otros posibles indicadores de desempeño que los relacionen.

Estrategia Tipo 2: En otras organizaciones del sector público, productos y resultados están identificados con claridad pero las relaciones no pueden ser medidas con la misma precisión. Este es el caso, a modo de ejemplo, de los servicios de apoyo a la producción agrícola. Productos como la provisión de insumos críticos subsidiados y asistencia técnica a productores tienen sin duda efectos sobre resultados como el incremento de la superficie sembrada con un determinado cultivo o el incremento de las exportaciones en determinado período de tiempo. Pero otras variables que se sitúan fuera del ámbito de gobernabilidad de la organización (precios internacionales de ese cultivo o costo del financiamiento, por ejemplo) pueden incidir de manera decisiva en estos resultados. En casos como estos, la medición del desempeño suele enfatizar los indicadores de producto y otros indicadores de desempeño, más que los indicadores de resultado. A veces, las variables externas intervinientes son identificables; otras veces no se cuenta con modelos explicativos que permitan hacerlo. Resultados como los asociados a las mejoras en la competitividad de la economía, o a la investigación y el desarrollo, suelen estar vinculados a conjuntos complejos de variables, muchas de las cuales son impredecibles. En estos casos, las mediciones basadas en indicadores de resultados aportan poca información sobre el desempeño de la organización. La medición de la eficacia suele, en estos casos, ser compleja.

Estrategia Tipo 3: En un tercer tipo de organizaciones suele ser más adecuado poner el acento en indicadores de desempeño no referidos a productos ni a resultados. Es el caso de organizaciones públicas que prestan servicios variados, poco estandarizables y no programables de consultoría a otras organizaciones del sector público o privado. Atender al volumen, calidad y costo de los productos puede ser menos relevante que observar la capacidad institucional para brindar servicios en situaciones diversas de demanda. Una situación similar presentan los organismos del Estado cuya producción debe garantizar el cumplimiento de funciones constitucionales como la impartición de justicia que debe ser observada más a través de indicadores centrados en capacidades institucionales y procesos que en productos y resultados.

Estos ejemplos ilustran la heterogeneidad de realidades de las que da cuenta el concepto de desempeño y las distintas formas que puede asumir su medición. La GxR debe adecuarse a las características de las organizaciones y a la naturaleza de las políticas que ellas desarrollan. Del mismo modo, la auditoría y el control del desempeño deberán ajustarse a los distintos contextos y características de las instituciones.