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¿Quién enseña bien?¿Cómo sabemos si una enseñanza llega a destino?

Enviado por   •  25 de Abril de 2018  •  1.695 Palabras (7 Páginas)  •  376 Visitas

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En cuanto a la práctica, en mi experiencia fue fundamental el apoyo y la guía de la profesora de la cátedra para realizar el taller. Si bien es cierto que la experiencia muchas veces nos puede dar elementos que nos ayuden a mejorar la práctica, en este caso desarrollar un taller con adolescentes, es taxativamente necesaria la presencia de un profesional con experiencia en el tema, que pueda hacernos ver aquellas fortalezas y debilidades, advertirnos sobre el desarrollo inadecuado de alguna actividad o inclusive recomendarnos la profundización en el abordaje de algún tema en particular.

Creo y defiendo la idea de que hasta el académico más facultativo necesita de una mirada externa de sus prácticas, una mirada críticamente constructiva que pueda captar aquello que por vicio muchas veces se convierte en prácticas rutinarias y nos encajona en un determinado lugar del cual se nos hace difícil movernos, quizás por comodidad o simplemente porque la misma rutina nos lleva a hacerlo.

Aprendemos sobre nuestras prácticas, si, pero también necesitamos la base que fundamente y sostenga nuestro trabajo, es importante concebir nuestra formación docente como un terreno de investigación, encarar sin miedo los desafíos, evacuar nuestras dudas aunque muchas veces nos parezca insignificantes, los interrogantes pueden abrir puertas hacia lo nuevo pero también hacia abismos sino buscamos descubrir aquello que desconocemos.

Quiero resaltar un enunciado que me ha hecho reflexionar “la práctica será formadora solo en la medida en que sea objeto de reflexión y diálogo productivo con referentes teóricos de la pedagogía”. Esto me remite al continuo volver sobre nuestras experiencias, a la reflexión y la crítica constante de que hacemos con nuestros estudiantes, que hacemos con nuestros conocimientos, como podríamos haberlo hecho mejor, que podemos mejorar o cambiar de nuestras prácticas, sin miedos, sabiendo que los desaciertos nos permiten avanzar.

Para cerrar esta redacción tomo el último punto a desarrollar: El Fracaso. Primeramente no me gusta este término, porque no creo en el fracaso, creo en los desaciertos, en las prácticas insuficientes, en las estrategias pedagógicas mal escogidas o el ineficiente desarrollo de contenidos.

Si concuerdo que admitir que nos equivocamos, que no llegamos a nuestros objetivos o propósitos no significa fracasar, si hemos sido insuficientes, bastará con revisar aquello que no dio los frutos deseados y reorganizar lo que sea necesario y volver a intentar.

Hay una frase popular que no puedo dejar de nombrar, no solo por las palabras que se expresan en ella sino por el profundo significado que encuentro a la hora de vincularla con la profesión docente “De los errores se aprende”, es más, así debería ser.

Para ello, aceptar que nos equivocamos es el primer paso, en nuestro caso escuchar y aceptar la valoración de nuestra profesora de taller, consultar a cerca de nuestras dudas y aprovechar al máximo los concejos de docentes más experimentados en la materia.

Esta aceptación de nuestros errores nos hace reflexionar sobre aquellos aspectos a mejorar, y en esa búsqueda de la mejora debemos fortalecernos, no solo como profesionales sino como seres humanos en proceso de formación. Buscar en nuestras prácticas aquel punto de inflexión en el cual apoyarnos para crecer como formadores.

Reconocer el placer de enseñar, la entrega de nuestras capacidades y la búsqueda del “amor pedagógico”[4] nos orienta hacia la objetivación de nuestro oficio, implicarnos como protagonistas de la tarea de enseñan y descubrir, no como victimas sino como actores las falencias de nuestro trabajo.

Para cerrar quisiera expresar que el recorrido por esta experiencia ha sido más que enriquecedora y gratificante.

En lo personal tomo las críticas constructivas de la profesora de la cátedra como así también rescato aquellos sentimientos despertados durante el recorrido.

En cuanto a la pareja pedagógica que formamos junto a mi compañera de Taller, me ha sido de mucha ayuda poder compartir esta experiencia con ella ya que debo reconocer que me cuesta delegar responsabilidades, compartir actividades y realizar trabajos en equipo.

A través de este taller pude relajarme y disfrutar del recorrido de las diferentes etapas, organizarnos como pareja pedagógica para no dejar cabos suelos, compartir ideas, dividir actividades, buscar material, utilizar nuestras capacidades individuales en pos de un objetivo común, esto me mostró la gran capacidad de trabajo en equipo que poseemos y me ayudó a sentirme más segura a la hora de realizar el Taller

Satisfecha por lo obtenido, en un primer momento me planteé la posibilidad de haber realizado de una u otra manera las diferentes actividades que se desarrollaron en el taller, sin percatarme, que es necesaria la equivocación, para el aprendizaje, para el replanteo de lo acontecido, para el crecimiento, aceptación y mejoramiento de nuestro que hacer.

No me queda más que hacer acto las palabras y permitirme, como docente en formación aprovechar al máximo aquellas oportunidades de aprendizajes que se nos presentan cual privilegio, que llegan a marcarnos parte del camino de la docencia, que en mi caso particular va tomando forma.

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