Reseña, Lo que le falta a Colombia - Ospina william

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-cias de los ciudadanos y su sistema social-político, donde “Nada funciona” a intereses de sus iguales y si, a intereses particulares. Donde una pequeña parte del país es dueña de todo y el estado “brilla por su ausencia” y al mismo tiempo se perpetúa en el poder, malversando el tributo y mendigando las necesidades a sus vecinos. En consecuencia, la empresa privada y el particular, solventas las necesidades y generan la conciencia de gratitud eterna, para luego aprovecharse de esta.

Se pregunta el autor; “¿No tenemos entonces ninguna virtud?” (Pag. 23). Y la lectura pasa a resolver paulatinamente estos vacíos: comparando a otros países, donde la migración y la ausencia de la cultura originaria crean identidades falsas y sin argumento alguno. Dándole valor al campesino y desfavorecido, abordándolo desde la visión humanitaria y sacándolo del contexto político, sugiriendo la abolición del estado, cambiando lo malo desde la sociedad y no desde el estado mismo, etc…

Pero sintetizando que: al final, para que esta compleja situación se solucione se debe empezar por cambiar la forma de pensar del colombiano. Y plantea las 6 mentalidades urgentes de solución: “La incapacidad de reaccionar, la pérdida de confianza, la perdida de la esperanza, la falta de carácter” (Pag. 35). Y el “más vasto y sutil cambio (…) La aceptación” (Pag. 44), de lo que somos, “que es talvez la única revolución que necesita Colombia” (Pag. 44).

Entonces, la obra se convierte en un manual didáctico que invita al Colombiano, a ser más Colombiano. Y no como el patriota Español, del que heredo el habla, sino como el Indígena orgulloso de sí mismo, amante de la tierra, de la ética, ese que comparte, ese que ayuda, aquel que guía, el que saluda en la calle, el que brinda un vaso de agua, ese que “somos y no somos”. Orgulloso de sí mismo, orgulloso de su hermano, orgullosos de su tierra. Con cedula de honor y soberanía libertadora.

Bastaría leer una vez este texto, para querer releerlo y compartirlo, ya que su suave lenguaje, además muy autóctono y original, permite que el “viejo” de la casa, recuerde y el joven, se antoje de revolución.

¡Pecado seria no leerlo!