Semana de la dulzura.
Enviado por Rimma • 8 de Noviembre de 2017 • 1.480 Palabras (6 Páginas) • 531 Visitas
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—Muffins románticos. Los pondré en la vitrina y cada pareja tendrá uno de regalo. Para los amigos habrá unas bolsitas de seda con galletitas adentro y para la familia haré algunos bombones. ¿Qué te parece la idea? También haré los acostumbrados beignets.
—Es buena. Muy buena. Además tus muffins son una delicia. Quién sabe, tal vez y conquistes a un hombre con tu comida. Ya sabes lo que dicen: "Conquista su estómago y obtendrás su corazón."
—Lo que me lleva a no saber el por qué Eric está contigo, si eres un desastre cocinando.
Después de un leve golpe a mi hombro, las dos nos pusimos a reír.
Así empezaba nuestra mañana. Nuestra rutina. Dia siguió limpiando algunas mesas hasta que escuchamos el sonido de la campanilla, avisando el ingreso de un cliente.
Con mi mejor sonrisa, me di la vuelta para darle la bienvenida. Pero de mi boca no sale nada al ver a un joven, de seguro rondando por mi edad o unos poquitos más. Tez bronceada, pero estaba segura que así era su piel. Unos ojos del color del caramelo fundido que expresaban intensidad, seriedad y lo complementaba una cabellera achocolatada. El corte no era tan largo, pero lo suficiente para que cubra su frente y querer hundir las manos en él para comprobar si era tan suave como se veía.
Estaba ataviado con un traje. Armani, seguramente. Pero se podía notar un torso bien trabajado y unos brazos que fueron hechos para tener alrededor de la cintura. Unas piernas fuertes eran guardadas bajo un pantalón y su cara...¡oh, su cara! Era un poema. Mandíbula firme, una naríz respingada y unos labios tan apetecibles que llamaban para ser besados.
Un carraspeo se dejó escuchar, miré hacia donde provenía el sonido y era Diana. Con sus labios formuló un "CALIENTE" que lo complementó con una abanicada de mano.
Rodando los ojos divertida, me dispuse a atender al Señor Caliente.
—Bienvenido a Promise. ¿En qué puedo ayudarlo?
El hombre miró hacia un cartel que estaba a mis espaldas con las distintas bebidas calientes o frías que brindaba con sus respectivos precios.
—Buen día. Un café doble y un muffin de chocolate para llevar, por favor.
¡Oh, su voz! Era tan varonil. Gruesa y suave. Hipnotizaba al instante.
Me acerqué a la cafetera y puse a llenar el vaso térmico. Mientras éste se llenaba, me estiré hacia la pequeña repisa de vidrio circular que reposaba sobre la barra. Tompe un muffin de chocolate con unos M&M's arriba y lo puse dentro de una bolsita de cartón, la cual era negra con lunares verdes.
El café ya estaba servido, tapé el vaso y lo llevé hacia la barra.
—Muy bien. Café doble y muffin de chocolate. Si me permite la observación, es la mejor combinación para empezar la mañana. Ahí, — le señalo un costadito de la barra.—hay azúcar o edulcorante por si desea ponerle.
Cuando el muchacho se acercó para ponerle azúcar, cayó en la cuenta de que había hablado de más. Eso nunca sucedía. Normalmente, daba la bienvenida, tomaba el pedido , lo realizaba y listo. Creo que acabo de sonrojarme un poco. Tomé aire y me calmé al verlo regresar.
—Respecto a lo que dijo, es verdad. Todas las mañanas necesito de café y chocolate para activar mi mente. Hoy no tuve el tiempo de hacerme el desayuno y por eso estoy aquí. Agradezco mi falta de tiempo, porque así pude conocerla, Kat. Que tengas un lindo día. Hasta luego.
¿Escuché lo que creo que escuché? Creo que me quedé con la boca abierta hasta que se marchó. Salí de mi trance cuando Dia me zamarreó un poco.
—Tierra llamando a Kat. Todavía no puedes pasarte al lado oscuro, chica. Darth Vader puede esperar, yo no.
Sonreí como una idiota y vi que en la barra estaba el dinero que correspondía a la compra del chico más una propina. ¡Qué dulce! Esperaba verlo pronto, de nuevo.
—¡Mírate, Kat! Estás sonrojada como un tomate. ¿Qué digo? El tomate estaría celoso del color que tienes en tus mejillas. Ya decía yo que el amor de tu vida aparecería por esa puerta...¡y más caliente que nunca!
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