Sobre la amistad Aristóteles

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Al hombre se le quiere porque es bueno, y el bien se quiere porque es humano. El hombre malo no es capaz de tener una amistad verdadera, es incapaz de querer a alguien más que no sea el mismo.

El quererse así mismo, suele conocerse como “egoísmo” la postura de Aristóteles sobre esto es clara, se censura a los que se aman a sí mismos más que a nadie, y se les da el nombre de egoístas como si ello fuera vergonzoso.

El egoísmo de los malos consiste en asignarse a sí mismo la mayor cantidad de riquezas, honores y placeres corporales. Los codiciosos de estas cosas procuran satisfacer sus deseos, y en general la parte irracional de su alma.

Como lo anterior ocurre con frecuencia obtiene un peyorativo en donde la mayor parte de su amor así mismo es “malo”, eso lo convierte en egoísta.

Si alguien se preocupara por perseguir solo la virtud, y el honor evidentemente esta persona no sería llamada egoísta, ni sería censurada ya que estos actos no tienen nada de vergonzoso. Sin embargo estos hombres son más amantes de sí mismos que los malos, pues se apropia de los bienes más altos y alimenta/satisface la parte más grande de sí mismo.

El hombre bueno debe ser amante de sí mismo, porque de esta manera se beneficia a sí mismo y, a la vez, será útil a los demás. En cambio, el malo no debe serlo, porque con ello se perjudica a sí mismo tanto como al prójimo.

Aristóteles se inspira en Sócrates, la acción buena beneficia más a quien la ejerce que al beneficiario, y la acción mala perjudica más a quien la lleva a cabo que a la víctima.

Es verdad, que el hombre bueno hace muchas cosas por causa de sus amigos y de su patria, hasta morir por ellos si es preciso, y preferirá vivir noblemente un año a vivir muchos de cualquier manera. También se desprenderá de su dinero para que tengan más sus amigos; el amigo tendrá así dinero y él tendrá gloria. Por tanto, él escoge para sí el bien mayor.

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos,

un corazón que habita en dos almas.”

Aristóteles