La Amistad representa una de las obras más representativas de la labor ética de Aristóteles.

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En los éxitos y en los fracasos se considera al amigo como un auténtico acompañante. Los niños lo necesitan para jugar, los jóvenes para compartir sus aventuras y los viejos para sostener su debilidad. En el recorrido de nuestra vida será fundamental establecer lazos de amistad con el otro. Es por tanto que el ser humano necesita de la presencia del otro para realizarse. La persona humana requiere de los amigos para poder ejercer el bien. "Los amigos se necesitan en la prosperidad y en el infortunio, puesto que el desgraciado necesita bienhechores, y el afortunado personas a quienes hacer bien”[3].

El amigo es uno de los mayores bienes de la persona; la carencia de amigos es lo más desolador. Si analizamos nuestra vida nos podremos percatar que la gran mayoría de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo con nuestros amigos. Es decir, con aquellos que amamos. Deseamos frecuentar a los amigos o mantener su relación porque los amamos. También, establecemos lazos porque nos resulta agradable la sensación de vivir la vida con ellos. Por eso unos juegan futbol, otros ven televisión, otros disfrutan charlar sobre la clase de Aristóteles de la maestra Eneyda. Todos ellos pasan el tiempo compartiendo experiencias entorno aquello que más les gusta de la vida. La vida se torna más agradable cuando se comparte con los amigos.

Podríamos sostener con mucha firmeza que el hombre feliz siempre tendrá amigos. Sí existe un hombre que es infeliz podríamos intuir que la falta de amigos puede ser un indicador. Ahora deseo concluir que sólo la amistad perfecta es capaz de producir felicidad en la vida del hombre. La “amistad” basada en la utilidad y en el placer es mera apariencia. Con el paso del tiempo el hombre que fundó su relación en estas dos formas de “amistad” se dará cuenta que está en un error.

La esencia de la amistad cimentada en la virtud reside en el compartir, en el conversar y en el compenetrarse. En ella el hombre se encuentra en la misma relación respecto al amigo que consigo mismo. Por eso Aristóteles sostiene que el amigo es otro yo. En definitiva la autentica amistad en la que el hombre se realiza y se plenifica es la que desea para el amigo lo mismo que para sí.

Bibliografía

Aristóteles, Ética Nicomáquea. Libro IX, GREDOS, Madrid, 1a edición 1985.

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