Thomas Hobbes - Leviatán

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Por naturaleza las cosas cambian su lugar o crecen o disminuyen o se alteran, obedeciendo a un principio que le es específico. Inclusive, la naturaleza misma, como menciona Aristóteles, es ese mismo principio y causa. Separadamente de a las cosas que son por naturaleza, están las cosas producidas por la técnica. En estas cosas no encontramos ningún instinto natural al cambio. La única excepción, según lo que apunta Hernández (2009), se da cuando esas cosas artificiales poseen algún componente natural.

Hernández (2009) señala que definitivamente hay cosas que son por naturaleza y otras que son por técnica, “y se diferencian unas de otras por el carácter intrínseco o no del principio de su propio movimiento” (Hernández, 2009, p. 293). Únicamente lo natural tiene la capacidad de moverse por sí solo. Y aun siendo las cosas naturales y las artificiales diferentes, la concepción aristotélica atribuye una precisa equivalencia entre el “orden inteligible” de la naturaleza y el “orden inteligible” que siguen los artefactos procedentes de la técnica.

Por su parte, según lo expuesto por Bonilla en su artículo, Hobbes presenta una postura antinaturalista, apoya la concepción de un “hombre artificial” y marca una separación con Aristóteles y su concepción del hombre como animal naturalmente político.

Pero, respecto a los que el arte para Hobbes, Bonilla menciona que “la definición del orden político como un artificio propuesto en Leviatán, corresponde en grandes líneas a la tendencia, fuertemente presente en la concepción posrenancentista y en la filosofía europea posterior a Bacon, de considerar el arte como algo más que una simple imitación de la naturaleza; como una actividad que logra superar a ésta” (Bonilla, 1995, p. 144). Efectivamente, para Hobbes el arte manifiesta la capacidad de controlar el mundo práctico a través de la adecuada aplicación del pensamiento racional.

En la obra de Hobbes (Leviatán), la superioridad del artificio sobre la naturaleza se manifiesta en toda la argumentación. La naturaleza es supuesta por Hobbes como una ‘techné’ por la cual Dios gobierna el mundo y la naturaleza del hombre aparece claramente reducida a una imitación del arte del hombre. Para Hobbes la política debe ser hija de la filosofía civil.

Concerniente a la posición anti aristotélica de Hobbes, en su obra existen suficientes consideraciones para respaldarla. Autores como Leo Strauss y Norberto Bobbio han recalcado este rasgo de la óptica hobbesiana.

Strauss ha analizado el proceso de ruptura del autor con el humanismo aristotélico. De esta forma brota la evidencia de que Hobbes se separará gradualmente de la influencia aristotélica a partir del momento en que su interés por la filosofía política se afirma en detrimento del que le despierta la ciencia natural; y a medida que su oposición contra el republicanismo aristotélico crece, resalta su certeza sobre la urgencia de los problemas políticos.

- Comentario

Hobbes manifiesta la necesidad del ser humano de crear una entidad artificial, a través de la cual posea la capacidad de extender sus expectativas y necesidades con la finalidad de conseguir un beneficio social.

El poder como algo humano, fue una teoría revolucionaria en su momento. Pensar en esa fuerza abstracta superior como algo ajeno a la voluntad divina, e instar a la destrucción del pacto, en caso de que el monarca no cumpliera con sus funciones, esto para mantener la paz en la comunidad política fue un paso hacia delante de la teoría política.

La automatización de la teoría hobbesiana, la creación de un dios terreno, cuyo cuerpo está compuesto por millares de hombre, podría ser considerada una de las teorías más revolucionarias que el hombre ha logrado plasmar en papel. El hombre crea al estado, no Dios, entreviendo así un conjunto de ideas escolásticas antiguas, que propiciaron la vivencia de una nueva etapa: el hombre como creador de su dios mortal, el hombre como base del estado, el que lo crea, y la da sus normas.

La filosofía política y la teoría social de Hobbes constituyen una reacción contra las ideas descentralizadoras y la libertad ideológica y de conciencia que proponía la Reforma, en la que él predecía el peligro de que la sociedad se condujera inevitablemente a la anarquía, el caos y la revolución, por lo que consideró necesario justificar y fundamentar la necesidad del absolutismo como política ideal.

El modelo del estado natural de guerra y su consideración negativa sobre la naturaleza del ser humano, carece de toda validez objetiva en la actualidad, debido al conocimiento de la evolución del ser humano. Su modelo no tiene validez ni se corresponde a un hecho histórico, pero es una hipótesis que en su momento le permitió justificar y asentar teóricamente la existencia de un poder absoluto, del estado absolutista, sin necesidad de recurrir al origen divino del poder.

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Bibliografía

Bonilla, J. (1995). Leviatán y la construcción del orden político. Mexico: Universidad de las Américas, México.

Giner, S. (1982). Historia del pensamiento social. Barcelona: Ariel, S.A.

Hernandez. R, J. (2009). Lo natural y lo artificial en Aristóteles y Francis Bacon. Bases para la tecnología moderna. Ontology Studies, 289-308.

Tagliavini, A. A. (2005). El orden natural de la sociedad. La Ilustracion Liberal .